¡Ay, Dios mío! Aquí seguimos con este brete del fentanilo que parece no tener fin. El Tribunal de Apelación le dio la vuelta a la tortilla y mandó repetir el juicio contra Martínez Gómez y Arroyo Sancho, esos señores que ya habían salido libres por unas cirugías ahí en Pavas. Parece que la Fiscalía no se quedó contenta con el veredicto inicial y decidió insistir. ¡Qué pena!
Para refrescarles la memoria a los que andan distraídos, estos dos sujetos estaban acusados de mover droga sintética a lo loco por Escazú, Tibás y San Sebastián. Hablan de organizaciones criminales, de comprar y vender pastillitas a precios exorbitantes... Un negocio redondo, pero clarito que no es legal, chunches.
La Fiscalía, con toda la papelería en regla, les había pedido 14 añitos de cárcel a estos dos. Argumentaron que eran piezas clave en esta operación ilícita, encargados de almacenar la mercancía y distribuirla a sus clientes. De hecho, hablan de unos compradores encubiertos que hicieron unas movidas bien grandes, comprando paquetes de cien, cuatrocientos e incluso quinientos pastiles de fentanilo. ¡Qué nivel!, pensar que esto ocurre tan cerca de casa.
Y ni hablar del tercer implicado, Valdivia Sing, que ya salió libre desde la primera vez. Resulta que las pruebas presentadas no fueron suficientes para probar su culpabilidad. Menos mal, porque así nadie quiere meterse en líos innecesarios, diay.
Ahora, vuelven a enfrentar a Martínez y Arroyo ante la justicia, en una nueva causa. Se dice que en el primer juicio, un agente encubierto de la Policía de Control de Drogas (PCD) hizo varias compras a alias “Mecánico”, como le decían a uno de los cabecillas. Se habla de mil doscientos dólares por cien pastillas, cuatro mil seiscientos por cuatrocientas… ¡Una fortuna! El fiscal dijo que el agente gastó casi quince mil dólares en estas operaciones. ¡Qué vara!
Pero la cosa se puso aún más turbia cuando aparecieron otros datos. Resulta que un tipo que era el primer contacto de las autoridades en esta investigación, luego de aparecer calcinado en Puntarenas. Un giro inesperado, ¿verdad? Al parecer, este sujeto estaba ligado al grupo de traficantes y hasta figuró como imputado en algún momento, aunque luego lo sacaron de la lista. Una verdadera pena, qué sal.
Todo esto comenzó con una alerta de la DEA, avisando sobre un vecino de Escazú que tenía pinta de estar involucrado con el tráfico de fentanilo. Las cosas se pusieron feísimas cuando encontraron restos humanos calcinados en Puntarenas. Una historia que te eriza el vello de punta, maquina. Ahora, los abogados de los acusados seguramente van a buscarle peros a todo, argumentando que las pruebas son insuficientes o que hubo irregularidades en la investigación. Veremos si esta vez el Tribunal llega a una conclusión diferente.
Con todo este panorama, me pregunto: ¿será que realmente lograremos frenar este flagelo del fentanilo en Costa Rica, o seguiremos viendo casos como este llegar a los tribunales? ¿Creen que el sistema judicial es capaz de hacer frente a la creciente sofisticación de las redes criminales dedicadas al narcotráfico? Déjenme saber qué piensan, compañeros del Foro.
Para refrescarles la memoria a los que andan distraídos, estos dos sujetos estaban acusados de mover droga sintética a lo loco por Escazú, Tibás y San Sebastián. Hablan de organizaciones criminales, de comprar y vender pastillitas a precios exorbitantes... Un negocio redondo, pero clarito que no es legal, chunches.
La Fiscalía, con toda la papelería en regla, les había pedido 14 añitos de cárcel a estos dos. Argumentaron que eran piezas clave en esta operación ilícita, encargados de almacenar la mercancía y distribuirla a sus clientes. De hecho, hablan de unos compradores encubiertos que hicieron unas movidas bien grandes, comprando paquetes de cien, cuatrocientos e incluso quinientos pastiles de fentanilo. ¡Qué nivel!, pensar que esto ocurre tan cerca de casa.
Y ni hablar del tercer implicado, Valdivia Sing, que ya salió libre desde la primera vez. Resulta que las pruebas presentadas no fueron suficientes para probar su culpabilidad. Menos mal, porque así nadie quiere meterse en líos innecesarios, diay.
Ahora, vuelven a enfrentar a Martínez y Arroyo ante la justicia, en una nueva causa. Se dice que en el primer juicio, un agente encubierto de la Policía de Control de Drogas (PCD) hizo varias compras a alias “Mecánico”, como le decían a uno de los cabecillas. Se habla de mil doscientos dólares por cien pastillas, cuatro mil seiscientos por cuatrocientas… ¡Una fortuna! El fiscal dijo que el agente gastó casi quince mil dólares en estas operaciones. ¡Qué vara!
Pero la cosa se puso aún más turbia cuando aparecieron otros datos. Resulta que un tipo que era el primer contacto de las autoridades en esta investigación, luego de aparecer calcinado en Puntarenas. Un giro inesperado, ¿verdad? Al parecer, este sujeto estaba ligado al grupo de traficantes y hasta figuró como imputado en algún momento, aunque luego lo sacaron de la lista. Una verdadera pena, qué sal.
Todo esto comenzó con una alerta de la DEA, avisando sobre un vecino de Escazú que tenía pinta de estar involucrado con el tráfico de fentanilo. Las cosas se pusieron feísimas cuando encontraron restos humanos calcinados en Puntarenas. Una historia que te eriza el vello de punta, maquina. Ahora, los abogados de los acusados seguramente van a buscarle peros a todo, argumentando que las pruebas son insuficientes o que hubo irregularidades en la investigación. Veremos si esta vez el Tribunal llega a una conclusión diferente.
Con todo este panorama, me pregunto: ¿será que realmente lograremos frenar este flagelo del fentanilo en Costa Rica, o seguiremos viendo casos como este llegar a los tribunales? ¿Creen que el sistema judicial es capaz de hacer frente a la creciente sofisticación de las redes criminales dedicadas al narcotráfico? Déjenme saber qué piensan, compañeros del Foro.