¡Ay, Dios mío! Resulta que ahora quieren sacar provecho del viejo cantarín de Crucitas para salvar la CCSS. Claudio Alpízar, con su propuesta de explotar el oro bajo control estatal, ha encendido las alarmas… y las esperanzas, pa’ algunos.
La cosa está así: el IVM, ese brete que nos preocupa a todos, anda patinando feísimo. Ya saben, faltan morlacos, la gente está envejeciendo y los jóvenes, bueno, pues ni aportan como deberían. Dicen que si no hacemos algo pronto, hacia el 2035 la cosa se pondrá peor, y para 2047, ¡directo al colapso!
Entonces, sale Alpízar con la idea de revivir el sueño dorado de Crucitas. Imaginen, el Estado metiéndose de lleno en la mina, sacando el oro y usando la plata para pagar las pensiones. Él dice que podemos aprender de Noruega, esos europeos que se hicieron ricos con el petróleo. Una vara interesante, pero, ¿será tan fácil?
El candidato asegura que tenemos la gente y la tecnología para hacerlo bien, con ayuda del ICE y Recope. Incluso dice que podrían minimizar el daño al medio ambiente. Claro, el oro está ahí abajo, enterrado, y eso siempre va a traer problemas ecológicos. Pero él insiste: “Nosotros sabemos cómo cuidarlo.” Suena bonito, ¿verdad?, pero hay que recordarle que la historia de minería en Costa Rica no es precisamente limpia.
Y ahí viene el meollo del asunto: el control estatal. Alpízar argumenta que el problema nunca fue la minería en sí, sino la falta de supervisión. Dice que cuando empieza la “fiebre del oro,” la explotación ilegal se dispara como cohete. Y tiene razón, wey. En 2017, se calcula que nos robaron unos $200 millones en oro, ¡una torta! Y ahora, con los precios por las nubes –dicen que cada gramo vale como $4.150–, imagínese cuánto seguimos perdiendo.
Ahora bien, la propuesta de Alpízar es radical: que el Estado se quede con TODAS las ganancias, sin darle ni un centavo a empresas privadas. Quiere que se acabe con esas leyes que nos dan un par de migajas, el 2% o el 7%, como si fuera un favor. Pura lana para los allegaditos, diay.
Pero, ¿realmente es viable esto? La CCSS ya nos advirtió que la crisis es inminente. Tenemos cerca de 378 mil pensionados ahora, y para 2050, ¡casi un millón de personas dependerán de ese sistema! Entonces, si esta puede ser una salida rápida... aunque llena de riesgos, definitivamente hay que analizarlo a fondo. Hay que ver qué tan realista es pensar que el Estado puede manejar una mina de esa magnitud sin meter la pata hasta el cuello.
¿Será que la apuesta por el oro de Crucitas es la solución que necesitamos para salvar el IVM, o simplemente otro despiste disfrazado de esperanza? ¿Deberíamos confiar en que el Estado tenga la capacidad y la voluntad de administrar una mina de manera responsable y transparente, o es mejor buscar alternativas más sostenibles a largo plazo? Compas, díganme qué piensan ustedes sobre esto, ¡necesito saber!
La cosa está así: el IVM, ese brete que nos preocupa a todos, anda patinando feísimo. Ya saben, faltan morlacos, la gente está envejeciendo y los jóvenes, bueno, pues ni aportan como deberían. Dicen que si no hacemos algo pronto, hacia el 2035 la cosa se pondrá peor, y para 2047, ¡directo al colapso!
Entonces, sale Alpízar con la idea de revivir el sueño dorado de Crucitas. Imaginen, el Estado metiéndose de lleno en la mina, sacando el oro y usando la plata para pagar las pensiones. Él dice que podemos aprender de Noruega, esos europeos que se hicieron ricos con el petróleo. Una vara interesante, pero, ¿será tan fácil?
El candidato asegura que tenemos la gente y la tecnología para hacerlo bien, con ayuda del ICE y Recope. Incluso dice que podrían minimizar el daño al medio ambiente. Claro, el oro está ahí abajo, enterrado, y eso siempre va a traer problemas ecológicos. Pero él insiste: “Nosotros sabemos cómo cuidarlo.” Suena bonito, ¿verdad?, pero hay que recordarle que la historia de minería en Costa Rica no es precisamente limpia.
Y ahí viene el meollo del asunto: el control estatal. Alpízar argumenta que el problema nunca fue la minería en sí, sino la falta de supervisión. Dice que cuando empieza la “fiebre del oro,” la explotación ilegal se dispara como cohete. Y tiene razón, wey. En 2017, se calcula que nos robaron unos $200 millones en oro, ¡una torta! Y ahora, con los precios por las nubes –dicen que cada gramo vale como $4.150–, imagínese cuánto seguimos perdiendo.
Ahora bien, la propuesta de Alpízar es radical: que el Estado se quede con TODAS las ganancias, sin darle ni un centavo a empresas privadas. Quiere que se acabe con esas leyes que nos dan un par de migajas, el 2% o el 7%, como si fuera un favor. Pura lana para los allegaditos, diay.
Pero, ¿realmente es viable esto? La CCSS ya nos advirtió que la crisis es inminente. Tenemos cerca de 378 mil pensionados ahora, y para 2050, ¡casi un millón de personas dependerán de ese sistema! Entonces, si esta puede ser una salida rápida... aunque llena de riesgos, definitivamente hay que analizarlo a fondo. Hay que ver qué tan realista es pensar que el Estado puede manejar una mina de esa magnitud sin meter la pata hasta el cuello.
¿Será que la apuesta por el oro de Crucitas es la solución que necesitamos para salvar el IVM, o simplemente otro despiste disfrazado de esperanza? ¿Deberíamos confiar en que el Estado tenga la capacidad y la voluntad de administrar una mina de manera responsable y transparente, o es mejor buscar alternativas más sostenibles a largo plazo? Compas, díganme qué piensan ustedes sobre esto, ¡necesito saber!