Miren, amigos del Foro, parece que en materia de salud pública tenemos algo bueno que celebrar. El Hospital William Allen Taylor, ahí cerca de Turrialba, anda haciendo cosas interesantes para ayudar a la gente que batalla contra la diabetes y el síndrome metabólico, dos varas que le dan duro a muchos costarricenses. Se trata del programa PINEC, y no, no es un nombre inventado para sonar bien; viene de “Participación Integral para el Empoderamiento en Cuidados”. ¡Qué carga tener esas enfermedades, eh!
La idea es simple pero efectiva: combinar la atención médica tradicional con educación personalizada. Imaginen, ya saben, el doctor explicándole paso a paso qué onda con los niveles de azúcar, cómo cuidarse con la comida, y hasta cómo evitar esos malos momentos que le pueden pasar a cualquiera con diabetes. No es solo recetar pastillas y mandarle pa’ casa, ¡de eso estábamos hartos! Desde febrero del 2022, este brete va viento en popa, y la gente está enganchándose al programa.
El programa divide a los pacientes en dos categorías: los que tienen diabetes pura (categoría 1) y los que sufren del síndrome metabólico (categoría 2). Ambos grupos reciben el mismo trato: educación intensiva, chequeos constantes y un seguimiento muy personal. Dicen que cada quien recibe la información que necesita para entender su enfermedad y, lo más importante, cómo manejarla. Además, buscan romper con esos mitos que andan circulando sobre la diabetes, porque hay tanta paja suelta que da risa… ¡y peligro!
La doctora Margarita Arroyo, que es especialista en medicina familiar y comunitaria, nos cuenta que el programa les da las herramientas necesarias para tomar el control. Dice que se crea un ambiente de apoyo entre los participantes, donde se comparten experiencias y se animan mutuamente a seguir adelante. ¡Eso es importante, mae! Tener un grupito que te entienda y te impulse es oro colado, sobre todo cuando estás pasando por un momento difícil.
Y los resultados, ¿cómo van? Pues miren, han visto una reducción en la necesidad de medicamentos, incluyendo la insulina. ¡Imagínense el ahorro para el sistema de salud! También han prevenido algunas complicaciones que podrían haberle costado caro a la gente. Esto se traduce en una mejor calidad de vida, más autonomía y, en general, más felicidad para quienes participan. ¡Qué chiva!
Pero ojo, que esto no es magia. Detrás de todo esto hay un equipo multidisciplinario que trabaja en sincronía: nutricionistas, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros y terapeutas físicos. Todos poniendo granito de arena para asegurar que cada paciente reciba la atención completa que necesita. Karla Quesada Huertas, la nutricionista coordinadora, explica que hacen estudios de composición corporal, analizan la sangre, diseñan planes de alimentación personalizados y hasta enseñan a identificar los diferentes tipos de alimentos para incluirlos en la dieta. ¡Una verdadera escuela de cuidado personal!
Don Carlos Luis Fonseca, un participante del programa que ya llegó a los 76 años, dice que PINEC cambió su vida por completo. Según él, ahora disfruta de una calidad de vida que antes ni siquiera imaginaba. Asegura que gracias a la información recibida, a los cambios en su alimentación y estilo de vida, hoy está feliz y sonriente. Una historia inspiradora que demuestra que nunca es tarde para cambiar y buscar el bienestar. ¡Un ejemplo para todos nosotros!
En resumen, el programa PINEC se ha convertido en una herramienta esencial para combatir las enfermedades crónicas en Costa Rica. Ha demostrado que la educación en salud, combinada con un enfoque integral y personalizado, puede marcar una gran diferencia en la vida de las personas. Pero dime, ¿crees que programas como PINEC deberían expandirse a otros hospitales y centros de salud del país? ¿Qué otras medidas crees que serían efectivas para promover hábitos de vida saludables y prevenir enfermedades crónicas en nuestra sociedad?
La idea es simple pero efectiva: combinar la atención médica tradicional con educación personalizada. Imaginen, ya saben, el doctor explicándole paso a paso qué onda con los niveles de azúcar, cómo cuidarse con la comida, y hasta cómo evitar esos malos momentos que le pueden pasar a cualquiera con diabetes. No es solo recetar pastillas y mandarle pa’ casa, ¡de eso estábamos hartos! Desde febrero del 2022, este brete va viento en popa, y la gente está enganchándose al programa.
El programa divide a los pacientes en dos categorías: los que tienen diabetes pura (categoría 1) y los que sufren del síndrome metabólico (categoría 2). Ambos grupos reciben el mismo trato: educación intensiva, chequeos constantes y un seguimiento muy personal. Dicen que cada quien recibe la información que necesita para entender su enfermedad y, lo más importante, cómo manejarla. Además, buscan romper con esos mitos que andan circulando sobre la diabetes, porque hay tanta paja suelta que da risa… ¡y peligro!
La doctora Margarita Arroyo, que es especialista en medicina familiar y comunitaria, nos cuenta que el programa les da las herramientas necesarias para tomar el control. Dice que se crea un ambiente de apoyo entre los participantes, donde se comparten experiencias y se animan mutuamente a seguir adelante. ¡Eso es importante, mae! Tener un grupito que te entienda y te impulse es oro colado, sobre todo cuando estás pasando por un momento difícil.
Y los resultados, ¿cómo van? Pues miren, han visto una reducción en la necesidad de medicamentos, incluyendo la insulina. ¡Imagínense el ahorro para el sistema de salud! También han prevenido algunas complicaciones que podrían haberle costado caro a la gente. Esto se traduce en una mejor calidad de vida, más autonomía y, en general, más felicidad para quienes participan. ¡Qué chiva!
Pero ojo, que esto no es magia. Detrás de todo esto hay un equipo multidisciplinario que trabaja en sincronía: nutricionistas, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros y terapeutas físicos. Todos poniendo granito de arena para asegurar que cada paciente reciba la atención completa que necesita. Karla Quesada Huertas, la nutricionista coordinadora, explica que hacen estudios de composición corporal, analizan la sangre, diseñan planes de alimentación personalizados y hasta enseñan a identificar los diferentes tipos de alimentos para incluirlos en la dieta. ¡Una verdadera escuela de cuidado personal!
Don Carlos Luis Fonseca, un participante del programa que ya llegó a los 76 años, dice que PINEC cambió su vida por completo. Según él, ahora disfruta de una calidad de vida que antes ni siquiera imaginaba. Asegura que gracias a la información recibida, a los cambios en su alimentación y estilo de vida, hoy está feliz y sonriente. Una historia inspiradora que demuestra que nunca es tarde para cambiar y buscar el bienestar. ¡Un ejemplo para todos nosotros!
En resumen, el programa PINEC se ha convertido en una herramienta esencial para combatir las enfermedades crónicas en Costa Rica. Ha demostrado que la educación en salud, combinada con un enfoque integral y personalizado, puede marcar una gran diferencia en la vida de las personas. Pero dime, ¿crees que programas como PINEC deberían expandirse a otros hospitales y centros de salud del país? ¿Qué otras medidas crees que serían efectivas para promover hábitos de vida saludables y prevenir enfermedades crónicas en nuestra sociedad?
