Ay, pata qué lío. Resulta que para conseguir una ayudita del gobierno, un tico tendría que tocar más puertas que un vendedor de raspao en agosto. La verdad, parece sacado de una novela, pero es la cruda realidad que nos toca vivir, especialmente a aquellos que necesitan del apoyo estatal para salir adelante.
La jefa del IMAS, Yorleny León, soltó la bomba explicando que la maraña de instituciones es tal que te puedes perder en el intento. Imagínate, si tienes un abuelo enfermo y unos chamacos pequeños, vas a tener que darle vueltas al IMAS, al PANI y a quién más aparezca en el camino. Un verdadero martirio, diay.
Para solucionar este problemón, proponen crear un superministerio, una especie de centro neurálgico donde se unan todas estas dependencias. La idea es que, en lugar de peregrinar de oficina en oficina, uno pueda llegar a un solo lugar y que le atiendan todos sus necesidades. Suena lindo en teoría, ¿verdad?
Pero ojo, que esto no es nuevo. Ya presentaron un proyecto hace un par de años, el 23.346, que buscaba transformar el IMAS en el Instituto de Desarrollo Humano e Inclusión Social (IDHIS). Sin embargo, se quedó varado en la Asamblea Legislativa, sin avanzar ni una vara. Parece que la política a veces va más lenta que una tortuga caminando en terreno accidentado.
¿Y cuánto nos costaría toda esta movida? Pues, según la propia León, bastante. Tenemos unas 17 instituciones sociales que gastan cerca de 800 millones de colones al año, y todas ellas tienen sus propias oficinas de Recursos Humanos, Contraloría, etc. Un duplicado de esfuerzos que, según ella, se podría ahorrar con un único ministerio.
Claro que no todo el mundo está contento con la idea. El Coltras, por ejemplo, dice que esto debilita las instituciones y pone en riesgo los derechos de las personas vulnerables. Otros, como Conapam y Conapdis, temen que se les quite presupuesto y que se invisibilice a grupos específicos como los adultos mayores y las personas con discapacidad. ¡Qué torta!
Hasta la Defensoria de los Habitantes ha metido cuchara, señalando que hay problemas de planificación y falta de coordinación entre los programas sociales. Ellos sugieren centralizar todo en el IMAS, buscando más eficiencia y transparencia. Pero vaya que cada quien defiende su parcela, diay... Al final, parece que estamos atrapados en un brete burocrático del que cuesta salir.
Entonces, ¿será posible simplificar realmente el acceso a la ayuda social en Costa Rica? ¿O seguiremos dando vueltas en círculos, perdiendo tiempo y dinero mientras las personas más necesitadas siguen esperando? Díganos qué piensa usted, ¿cree que un superministerio sería la solución o simplemente otro despilfarro de recursos públicos?
La jefa del IMAS, Yorleny León, soltó la bomba explicando que la maraña de instituciones es tal que te puedes perder en el intento. Imagínate, si tienes un abuelo enfermo y unos chamacos pequeños, vas a tener que darle vueltas al IMAS, al PANI y a quién más aparezca en el camino. Un verdadero martirio, diay.
Para solucionar este problemón, proponen crear un superministerio, una especie de centro neurálgico donde se unan todas estas dependencias. La idea es que, en lugar de peregrinar de oficina en oficina, uno pueda llegar a un solo lugar y que le atiendan todos sus necesidades. Suena lindo en teoría, ¿verdad?
Pero ojo, que esto no es nuevo. Ya presentaron un proyecto hace un par de años, el 23.346, que buscaba transformar el IMAS en el Instituto de Desarrollo Humano e Inclusión Social (IDHIS). Sin embargo, se quedó varado en la Asamblea Legislativa, sin avanzar ni una vara. Parece que la política a veces va más lenta que una tortuga caminando en terreno accidentado.
¿Y cuánto nos costaría toda esta movida? Pues, según la propia León, bastante. Tenemos unas 17 instituciones sociales que gastan cerca de 800 millones de colones al año, y todas ellas tienen sus propias oficinas de Recursos Humanos, Contraloría, etc. Un duplicado de esfuerzos que, según ella, se podría ahorrar con un único ministerio.
Claro que no todo el mundo está contento con la idea. El Coltras, por ejemplo, dice que esto debilita las instituciones y pone en riesgo los derechos de las personas vulnerables. Otros, como Conapam y Conapdis, temen que se les quite presupuesto y que se invisibilice a grupos específicos como los adultos mayores y las personas con discapacidad. ¡Qué torta!
Hasta la Defensoria de los Habitantes ha metido cuchara, señalando que hay problemas de planificación y falta de coordinación entre los programas sociales. Ellos sugieren centralizar todo en el IMAS, buscando más eficiencia y transparencia. Pero vaya que cada quien defiende su parcela, diay... Al final, parece que estamos atrapados en un brete burocrático del que cuesta salir.
Entonces, ¿será posible simplificar realmente el acceso a la ayuda social en Costa Rica? ¿O seguiremos dando vueltas en círculos, perdiendo tiempo y dinero mientras las personas más necesitadas siguen esperando? Díganos qué piensa usted, ¿cree que un superministerio sería la solución o simplemente otro despilfarro de recursos públicos?