¡Ay, Dios mío! Quién lo diría, ¿verdad, compas? Resulta que en Bogotá, Colombia, la cosa anduvo más caliente que gallina asada. Una misa tranquila se convirtió en un agarrón tremendo cuando unos bacanes entraron a la iglesia Santo Tomás Moro, en pleno barrio Timiza, armados con cuchillos. Imagínate la impresión, diay, en medio de la oración… ¡Un verdadero brochazo!
Según cuentan los testimonios, un muchacho, desesperao’ y huyendo de unos perseguidores, corrió pa’ dentro del templo buscando protección. Y ¿adivinen dónde se metió? ¡Detrás del altar, usando al Padre Hernando Moreno como escudo humano! El pobre padre, atorado en medio de la refriega, tuvo que improvisar pa' protegerse y a la gente. Este mae es pura fibra.
El Padre Moreno, hablando con RCN, nos cuenta cómo pasó el asunto. Dijo que el muchacho entró corriendo, seguramente buscando amparo, pues atrás le pisaban encima con ganas. El sacristán, con su labia bien afiná', le dijo “A misa no se entra con gorra”, pero parece que eso no fue suficiente pa’ calmar la situación. ¡Imagínate la cara del padre diciéndole eso en medio de tanto tumulto!
Pero la historia no termina ahí, ¿eh? Parece que todo empezó por una vaina ridícula: ¡el robo de una gorra de marca! Sí, así como lo oyes, compa. Un pinche chunche de esos que valen más que un mes de salario mínimo generó este batallón. Menos mal que la gente del barrio, esos sí que saben actuar, ayudaron a retener a uno de los agresores hasta que llegó la poli. ¡Qué barra!
La Policía Metropolitana de Bogotá llegó rápido al rescate y logró capturar a cinco menores de edad y a un adulto, quienes ahora enfrentarán las consecuencias de sus actos. Incautaron hasta un cuchillo que una de las jovencitas llevaba escondido en su bolso. ¡Menuda sal! Esto refleja una preocupante crisis de respeto, no solo hacia los lugares sagrados, sino hacia la autoridad, como bien lo comentó Armando Vergara, el veedor de la policía.
Y esto no es la primera vez que pasa, ¿sabes? En septiembre pasado ocurrió algo parecido en otra iglesia de Kennedy. Uno anda pensando, ¿qué se está pasando con estos bacanos? Parece que ya no hay límites ni respeto por nada. Los líderes comunitarios dicen que los jóvenes andan portando cuchillos como si fueran accesorios de moda, reflejo, según ellos, de miedo y falta de valores. ¡Qué torta!
El Padre Moreno, aunque todavía conmocionado, envió un mensaje de tranquilidad y reflexión: “La iglesia es un lugar de paz, no de violencia. Pero lo que vivimos nos recuerda que nadie está exento de la inseguridad que azota a nuestra ciudad.” Y qué razón tiene, compa. Necesitamos todos ponernos las pilas y buscar soluciones pa’ mejorar la seguridad y educar a nuestros hijos en el respeto y la convivencia.
Ahora te pregunto, mi querido lector: ¿Crees que la violencia juvenil es un problema creciente en nuestras sociedades y qué medidas crees que podríamos tomar para revertir esta tendencia y devolverle el respeto a los espacios sagrados?
Según cuentan los testimonios, un muchacho, desesperao’ y huyendo de unos perseguidores, corrió pa’ dentro del templo buscando protección. Y ¿adivinen dónde se metió? ¡Detrás del altar, usando al Padre Hernando Moreno como escudo humano! El pobre padre, atorado en medio de la refriega, tuvo que improvisar pa' protegerse y a la gente. Este mae es pura fibra.
El Padre Moreno, hablando con RCN, nos cuenta cómo pasó el asunto. Dijo que el muchacho entró corriendo, seguramente buscando amparo, pues atrás le pisaban encima con ganas. El sacristán, con su labia bien afiná', le dijo “A misa no se entra con gorra”, pero parece que eso no fue suficiente pa’ calmar la situación. ¡Imagínate la cara del padre diciéndole eso en medio de tanto tumulto!
Pero la historia no termina ahí, ¿eh? Parece que todo empezó por una vaina ridícula: ¡el robo de una gorra de marca! Sí, así como lo oyes, compa. Un pinche chunche de esos que valen más que un mes de salario mínimo generó este batallón. Menos mal que la gente del barrio, esos sí que saben actuar, ayudaron a retener a uno de los agresores hasta que llegó la poli. ¡Qué barra!
La Policía Metropolitana de Bogotá llegó rápido al rescate y logró capturar a cinco menores de edad y a un adulto, quienes ahora enfrentarán las consecuencias de sus actos. Incautaron hasta un cuchillo que una de las jovencitas llevaba escondido en su bolso. ¡Menuda sal! Esto refleja una preocupante crisis de respeto, no solo hacia los lugares sagrados, sino hacia la autoridad, como bien lo comentó Armando Vergara, el veedor de la policía.
Y esto no es la primera vez que pasa, ¿sabes? En septiembre pasado ocurrió algo parecido en otra iglesia de Kennedy. Uno anda pensando, ¿qué se está pasando con estos bacanos? Parece que ya no hay límites ni respeto por nada. Los líderes comunitarios dicen que los jóvenes andan portando cuchillos como si fueran accesorios de moda, reflejo, según ellos, de miedo y falta de valores. ¡Qué torta!
El Padre Moreno, aunque todavía conmocionado, envió un mensaje de tranquilidad y reflexión: “La iglesia es un lugar de paz, no de violencia. Pero lo que vivimos nos recuerda que nadie está exento de la inseguridad que azota a nuestra ciudad.” Y qué razón tiene, compa. Necesitamos todos ponernos las pilas y buscar soluciones pa’ mejorar la seguridad y educar a nuestros hijos en el respeto y la convivencia.
Ahora te pregunto, mi querido lector: ¿Crees que la violencia juvenil es un problema creciente en nuestras sociedades y qué medidas crees que podríamos tomar para revertir esta tendencia y devolverle el respeto a los espacios sagrados?
