¡Ay, Dios mío, qué bronca! Resulta que unos científicos de acá mismo, de la UCR y la Escuela San Francisco de Asís, descubrieron algo bien raro y preocupante: el famoso ‘gusano gigante del riñón’, el *Dioctophyme renale*, que hasta ahora solo conocíamos de Sudamérica, le dio para instalarse acá en nuestro terruño. ¿Se imaginan? Un gusancito así, viviendo tranquilamente dentro de un riñón... ¡Da escalofríos!
La movida comenzó con un perrito bulldog francés, apenas con tres añitos, que llegó a una clínica particular en San José presentando un panorama bien feo: fiebre, vómitos, flojo como un trapo, problemas con las plaquetas y los riñones funcionando casi nada. Los doctores, después de hacerle pruebas y exámenes de lo más avanzados, encontraron la sorpresa: este parásito enorme, midiendo alrededor de 25 santímetros, agarrado al pobre riñón.
Para confirmar que no estaban soñando, mandaron muestras al laboratorio de patología veterinaria de San Francisco de Asís, donde el doctor Josué Campos, manudo en estos temas de parasitología, revisó el espécimen con lupa. También colaboraron los compañeros de la UCR, liderados por la doctora Alicia Rojas, y gente del TEC, porque esto requirió un esfuerzo multidisciplinario de lujo. ¡Un brete de cerebritos trabajando juntos para resolver este problemón!
Según explican los expertos, este *Dioctophyme renale* vive de la pena de sus huéspedes. Se pega al riñón y ahí va destruyendo el tejido poco a poco, causando toda clase de complicaciones. El pobre perrito estaba sufriendo sangre en la orina, flacura extrema, dolores de barriga y, si no hubiera actuado rápido, se habría ido al traste con la función renal. Lo bueno es que lograron detectarlo a tiempo.
Y aquí viene lo interesante: este gusano no se adquiere precisamente fácil. Necesita pasar por varias etapas en diferentes animales acuáticos, como oligoquetos, peces y ranas. Eso significa que, aunque esté presente en nuestros ríos y lagunas, no necesariamente implica que vaya a infectar a nuestras mascotas o a nosotros mismos. Pero sí hay que estar alerta, diay.
Lo que sí preocupa es que encontrarlo aquí en Costa Rica indica que existen las condiciones ambientales adecuadas para que este gusano prospere. Esto abre la puerta a que pueda afectar también a otros animales salvajes, como pumas, coyotes y venados, que se alimentan de esos animales acuáticos. ¡Imaginen la cadena de contagios! Por eso, los especialistas hacen un llamado a los veterinarios para que estén atentos a este parásito cuando diagnostiquen problemas renales en animales y, sobre todo, a educar a los dueños sobre cómo prevenirlo.
Afortunadamente, no hay riesgos de contagio directo entre personas o de animales a humanos, a menos que consumamos pescado, rana o cualquier otra criatura acuática cruda o mal cocinada. ¡Así que cuidado con esas tortillas de pescado calleceras, chunches! Siempre asegúrese de que estén bien hechas para evitar sorpresas desagradables. Y recuerden, mantener a sus mascotas desparasitadas es clave para prevenir brotes y proteger su salud.
Esta scoperta nos deja pensando: ¿Con el cambio climático y la alteración de los ecosistemas, estamos abriendo las puertas a nuevos parásitos y enfermedades que antes no existían por acá? ¿Será que debemos tomar medidas más drásticas para proteger nuestra fauna silvestre y nuestros recursos hídricos, para evitar que situaciones como esta se vuelvan más frecuentes? Compartan sus opiniones en el foro, ¡me interesa saber qué piensan ustedes!
La movida comenzó con un perrito bulldog francés, apenas con tres añitos, que llegó a una clínica particular en San José presentando un panorama bien feo: fiebre, vómitos, flojo como un trapo, problemas con las plaquetas y los riñones funcionando casi nada. Los doctores, después de hacerle pruebas y exámenes de lo más avanzados, encontraron la sorpresa: este parásito enorme, midiendo alrededor de 25 santímetros, agarrado al pobre riñón.
Para confirmar que no estaban soñando, mandaron muestras al laboratorio de patología veterinaria de San Francisco de Asís, donde el doctor Josué Campos, manudo en estos temas de parasitología, revisó el espécimen con lupa. También colaboraron los compañeros de la UCR, liderados por la doctora Alicia Rojas, y gente del TEC, porque esto requirió un esfuerzo multidisciplinario de lujo. ¡Un brete de cerebritos trabajando juntos para resolver este problemón!
Según explican los expertos, este *Dioctophyme renale* vive de la pena de sus huéspedes. Se pega al riñón y ahí va destruyendo el tejido poco a poco, causando toda clase de complicaciones. El pobre perrito estaba sufriendo sangre en la orina, flacura extrema, dolores de barriga y, si no hubiera actuado rápido, se habría ido al traste con la función renal. Lo bueno es que lograron detectarlo a tiempo.
Y aquí viene lo interesante: este gusano no se adquiere precisamente fácil. Necesita pasar por varias etapas en diferentes animales acuáticos, como oligoquetos, peces y ranas. Eso significa que, aunque esté presente en nuestros ríos y lagunas, no necesariamente implica que vaya a infectar a nuestras mascotas o a nosotros mismos. Pero sí hay que estar alerta, diay.
Lo que sí preocupa es que encontrarlo aquí en Costa Rica indica que existen las condiciones ambientales adecuadas para que este gusano prospere. Esto abre la puerta a que pueda afectar también a otros animales salvajes, como pumas, coyotes y venados, que se alimentan de esos animales acuáticos. ¡Imaginen la cadena de contagios! Por eso, los especialistas hacen un llamado a los veterinarios para que estén atentos a este parásito cuando diagnostiquen problemas renales en animales y, sobre todo, a educar a los dueños sobre cómo prevenirlo.
Afortunadamente, no hay riesgos de contagio directo entre personas o de animales a humanos, a menos que consumamos pescado, rana o cualquier otra criatura acuática cruda o mal cocinada. ¡Así que cuidado con esas tortillas de pescado calleceras, chunches! Siempre asegúrese de que estén bien hechas para evitar sorpresas desagradables. Y recuerden, mantener a sus mascotas desparasitadas es clave para prevenir brotes y proteger su salud.
Esta scoperta nos deja pensando: ¿Con el cambio climático y la alteración de los ecosistemas, estamos abriendo las puertas a nuevos parásitos y enfermedades que antes no existían por acá? ¿Será que debemos tomar medidas más drásticas para proteger nuestra fauna silvestre y nuestros recursos hídricos, para evitar que situaciones como esta se vuelvan más frecuentes? Compartan sus opiniones en el foro, ¡me interesa saber qué piensan ustedes!