¡Ay, Dios mío! La alegría se les acabó rápido a los alumnos de undécimo grado del Colegio Bilingüe Sonny en Cartago. Resulta que estaban listos para el baile de graduación, preparándose con rifas y todo el rollo para tener una noche inolvidable… pero se toparon con un despache monumental que los dejó con la boca abierta y el evento cancelado.
La cosa pinta fea porque, aparentemente, unos ¢20 millones que se juntaron con sudor y lágrimas para esa fiesta se esfumaron. Dicen que el problema empezó cuando la empresa Full Party, encargada de organizar el banquete y toda la producción, no recibió ni un peso. Seamos honestos, eso nadie lo aguanta, diay.
En medio del relajo, aparece un tal Calderón, el encargado de las cuentas del comité organizador y el contacto directo con la productora. Este señor, cuñado del ex jugador de la Liga y la Selección, Luis Marín, desapareció como humo días antes de que se diera cuenta del lío. Una verdadera maraña, mándale saludos.
Según información que corre, los padres de familia, obviamente enfadísimos, van a presentar una denuncia formal ante el Organismo de Investigación Judicial (OIJ). Buscan recuperar los fondos perdidos y saber qué pasó realmente con esa plata, porque esto huele raro, muy raro, chunche. Ya están juntando todos los papeles, comprobantes y transferencias para entregarle al OIJ y ayudar en la investigación.
Para ponerlos en contexto, la secuencia de los hechos va así: Primero, el lunes pasado la familia de Calderón reportó su desaparición en las redes sociales, causando preocupación generalizada. Luego, se supo que estaba internado en el Hospital de Heredia, aunque nadie da muchos detalles sobre su estado. Claro, ahora todo tiene más sentido, pero igual, ¡qué torta!
Este baile era como la cereza del pastel para esos jóvenes, el cierre de una etapa importante en su vida escolar. Imagínate la decepción, acumulando esperanzas y preparativos durante meses para terminar con esta pesadilla financiera. Eso sí que duele, parce. Además, afecta la reputación del colegio y genera incertidumbre en otros comités organizadores, porque si esto le pasa a ellos, ¡la vara se complica para todos!
Y hablando de complicaciones, la productora Full Party también está con un brete. Han perdido tiempo, recursos e imagen por culpa de esta situación. Seguro que ahora andan buscando cómo recuperarse económicamente y limpiar su nombre, porque esto les pegó duro, sin duda alguna. No es fácil lidiar con estas situaciones, mándeles fuerza.
Bueno, pues ahí lo tienen: una historia digna de telenovela tica. Un engaño, una desaparición, sueños rotos y una denuncia en puerta. Ahora me pregunto, ¿cree usted que es justo que los responsables paguen por este daño y se asegure que estos jóvenes tengan la oportunidad de celebrar su graduación como se merecen, o cree que hay otros factores que deberían considerarse en este caso?
La cosa pinta fea porque, aparentemente, unos ¢20 millones que se juntaron con sudor y lágrimas para esa fiesta se esfumaron. Dicen que el problema empezó cuando la empresa Full Party, encargada de organizar el banquete y toda la producción, no recibió ni un peso. Seamos honestos, eso nadie lo aguanta, diay.
En medio del relajo, aparece un tal Calderón, el encargado de las cuentas del comité organizador y el contacto directo con la productora. Este señor, cuñado del ex jugador de la Liga y la Selección, Luis Marín, desapareció como humo días antes de que se diera cuenta del lío. Una verdadera maraña, mándale saludos.
Según información que corre, los padres de familia, obviamente enfadísimos, van a presentar una denuncia formal ante el Organismo de Investigación Judicial (OIJ). Buscan recuperar los fondos perdidos y saber qué pasó realmente con esa plata, porque esto huele raro, muy raro, chunche. Ya están juntando todos los papeles, comprobantes y transferencias para entregarle al OIJ y ayudar en la investigación.
Para ponerlos en contexto, la secuencia de los hechos va así: Primero, el lunes pasado la familia de Calderón reportó su desaparición en las redes sociales, causando preocupación generalizada. Luego, se supo que estaba internado en el Hospital de Heredia, aunque nadie da muchos detalles sobre su estado. Claro, ahora todo tiene más sentido, pero igual, ¡qué torta!
Este baile era como la cereza del pastel para esos jóvenes, el cierre de una etapa importante en su vida escolar. Imagínate la decepción, acumulando esperanzas y preparativos durante meses para terminar con esta pesadilla financiera. Eso sí que duele, parce. Además, afecta la reputación del colegio y genera incertidumbre en otros comités organizadores, porque si esto le pasa a ellos, ¡la vara se complica para todos!
Y hablando de complicaciones, la productora Full Party también está con un brete. Han perdido tiempo, recursos e imagen por culpa de esta situación. Seguro que ahora andan buscando cómo recuperarse económicamente y limpiar su nombre, porque esto les pegó duro, sin duda alguna. No es fácil lidiar con estas situaciones, mándeles fuerza.
Bueno, pues ahí lo tienen: una historia digna de telenovela tica. Un engaño, una desaparición, sueños rotos y una denuncia en puerta. Ahora me pregunto, ¿cree usted que es justo que los responsables paguen por este daño y se asegure que estos jóvenes tengan la oportunidad de celebrar su graduación como se merecen, o cree que hay otros factores que deberían considerarse en este caso?