¡Ay, Dios mío, qué bronca! La presidenta del Inamu, Yerlin Zúñiga, tuvo que enfrentarse a los diputados en la comisión de Ingresos y Gastos Públicos, y digamos que no salió airosa. Le preguntaron de dónde sacó la información de que 14 mujeres estaban listas para denunciar al director del OIJ, Randall Zúñiga, y bueno, la respuesta fue… confusa, para decir lo menos. Parece que se jaló una torta con ese dato, diay.
Todo empezó el 29 de octubre pasado, durante una conferencia en Casa Presidencial donde Zúñiga soltó la bomba. Afirmó que habría 14 mujeres dispuestas a presentar denuncias por delitos sexuales contra el jefe de la Policía Judicial. Desde entonces, el tema ha sido pura controversia. Los diputados, especialmente Kattia Cambronero, han estado presionando para saber de dónde surgió esa cifra tan específica y, sobre todo, por qué se divulgó públicamente.
La diputada Cambronero le recriminó a Zúñiga que las denuncias debían seguir un proceso legal establecido y que, hasta la fecha, no existe ningún registro formal de esas 14 denuncias. “¿De dónde saca usted el dato de las 14 mujeres que iban a denunciar, siendo que las denuncias tienen que pasar primero por un proceso legal?”, le espetó Cambronero, dejando claro que le parecía raro el manejo de la información. ¡Claro que sí, mae! Esto huele a chamaco.
Y la respuesta de Zúñiga no ayudó mucho. Simplemente dijo que la información venía “supuestamente” de un medio de comunicación. ¡Un medio de comunicación! Pero, ¿cuál?, se preguntan todos. Al parecer, ni siquiera ella recordaba el nombre exacto del medio, lo cual levantó aún más sospechas. ¡Qué pena ajena! Uno esperaría mayor rigor en estos temas, sobre todo cuando se trata de acusaciones tan graves.
Lo más preocupante, según Cambronero, es que el Inamu, como institución encargada de proteger a las víctimas de violencia de género, debería resguardar la confidencialidad. “Si deben proteger a las víctimas, ¿cómo dice que hay 14 mujeres que van a denunciar? ¿No le parece que es un tema delicado, siendo usted la presidenta del Inamu?” –con razón la diputada estaba molesta, pues es totalmente cierto. Poner en riesgo la seguridad e integridad de potenciales víctimas es inaceptable, chunche.
Además, Cambronero señaló que, a la fecha, solo existen tres denuncias formales contra Randall Zúñiga, lo que sugiere que la información proporcionada por la presidenta del Inamu pudo haber influido negativamente en el proceso judicial. Podría haberse contaminado la investigación, y eso es gravísimo. Realmente, si alguien puso en riesgo el caso, fue la propia Yerlin Zúñiga, ¡qué pesar!
La insistencia de Cambronero para que Zúñiga revelara el nombre del medio de comunicación resultó infructuosa. La jerarca se limitó a decir que “no lo precisaba en ese momento”. Ante esto, la diputada incluso le preguntó si se refería a Operación Pacifista Anti-Corrupción (OPA). ¡Imagínate el clímax! Pero, como si fuera poco, Zúñiga optó por guardar silencio ante esa pregunta directa. En fin, un brete para la presidenta del Inamu, vaya.
Ahora bien, más allá de lo que pasó en la comisión, preocupa que el Inamu no haya respondido a las consultas de los medios de comunicación sobre este tema. Se espera transparencia y apertura, pero parece que hubo una estrategia deliberada de mantener el silencio. Definitivamente, este caso plantea interrogantes sobre cómo manejan la información sensible desde el Inamu. Entonces, digo yo, ¿creen ustedes que la presidenta del Inamu debería renunciar debido a esta situación o deberían darle otra oportunidad para aclarar la verdad?
Todo empezó el 29 de octubre pasado, durante una conferencia en Casa Presidencial donde Zúñiga soltó la bomba. Afirmó que habría 14 mujeres dispuestas a presentar denuncias por delitos sexuales contra el jefe de la Policía Judicial. Desde entonces, el tema ha sido pura controversia. Los diputados, especialmente Kattia Cambronero, han estado presionando para saber de dónde surgió esa cifra tan específica y, sobre todo, por qué se divulgó públicamente.
La diputada Cambronero le recriminó a Zúñiga que las denuncias debían seguir un proceso legal establecido y que, hasta la fecha, no existe ningún registro formal de esas 14 denuncias. “¿De dónde saca usted el dato de las 14 mujeres que iban a denunciar, siendo que las denuncias tienen que pasar primero por un proceso legal?”, le espetó Cambronero, dejando claro que le parecía raro el manejo de la información. ¡Claro que sí, mae! Esto huele a chamaco.
Y la respuesta de Zúñiga no ayudó mucho. Simplemente dijo que la información venía “supuestamente” de un medio de comunicación. ¡Un medio de comunicación! Pero, ¿cuál?, se preguntan todos. Al parecer, ni siquiera ella recordaba el nombre exacto del medio, lo cual levantó aún más sospechas. ¡Qué pena ajena! Uno esperaría mayor rigor en estos temas, sobre todo cuando se trata de acusaciones tan graves.
Lo más preocupante, según Cambronero, es que el Inamu, como institución encargada de proteger a las víctimas de violencia de género, debería resguardar la confidencialidad. “Si deben proteger a las víctimas, ¿cómo dice que hay 14 mujeres que van a denunciar? ¿No le parece que es un tema delicado, siendo usted la presidenta del Inamu?” –con razón la diputada estaba molesta, pues es totalmente cierto. Poner en riesgo la seguridad e integridad de potenciales víctimas es inaceptable, chunche.
Además, Cambronero señaló que, a la fecha, solo existen tres denuncias formales contra Randall Zúñiga, lo que sugiere que la información proporcionada por la presidenta del Inamu pudo haber influido negativamente en el proceso judicial. Podría haberse contaminado la investigación, y eso es gravísimo. Realmente, si alguien puso en riesgo el caso, fue la propia Yerlin Zúñiga, ¡qué pesar!
La insistencia de Cambronero para que Zúñiga revelara el nombre del medio de comunicación resultó infructuosa. La jerarca se limitó a decir que “no lo precisaba en ese momento”. Ante esto, la diputada incluso le preguntó si se refería a Operación Pacifista Anti-Corrupción (OPA). ¡Imagínate el clímax! Pero, como si fuera poco, Zúñiga optó por guardar silencio ante esa pregunta directa. En fin, un brete para la presidenta del Inamu, vaya.
Ahora bien, más allá de lo que pasó en la comisión, preocupa que el Inamu no haya respondido a las consultas de los medios de comunicación sobre este tema. Se espera transparencia y apertura, pero parece que hubo una estrategia deliberada de mantener el silencio. Definitivamente, este caso plantea interrogantes sobre cómo manejan la información sensible desde el Inamu. Entonces, digo yo, ¿creen ustedes que la presidenta del Inamu debería renunciar debido a esta situación o deberían darle otra oportunidad para aclarar la verdad?
