Bueno, para todos los que ya tenían el ride montado para el Pacífico Central o Sur, mejor le ponen atención a esta vara. Resulta que las autoridades, específicamente los cargas del MIO-CIMAR de la UCR, acaban de soltar una advertencia que no es para tomarse a la ligera. Estamos hablando de que el oleaje podría levantar hasta tres metros de altura desde ya y hasta el viernes. Tres metros, maes. Eso no es para ir a jugar con la tabla de boogie o a tomarse selfies en la orillita. Esto es serio y puede poner en jaque a cualquiera que se crea más vivo que el mar.
Diay, ¿y de dónde salió este oleaje tan bravo si el cielo está despejado? Aquí es donde la cosa se pone interesante. Según el informe, todo este despiche es por una "marejada de fondo". En tico para que todos entendamos: no es el viento de aquí el que está agitando el agua. Es una energía que viaja miles de kilómetros desde tormentas en el sur del continente y llega a nuestras costas con una fuerza increíble. Es como un leñazo que viene de lejos. Por eso, una playa que usualmente es una piscina, como Manuel Antonio o Dominicalito, puede convertirse en una trampa mortal en cuestión de horas. La vara con estas marejadas es que son engañosas; el peligro no se ve a simple vista hasta que ya es muy tarde.
Y aquí viene la parte que de verdad me pone los pelos de punta: las corrientes de resaca. Con este oleaje, la probabilidad de que se formen estas corrientes es altísima. Para el que no sabe, una corriente de resaca es como una banda transportadora invisible que lo agarra a uno y lo jala mar adentro a una velocidad que ni Michael Phelps podría contrarrestar. Es la causa número uno de ahogamientos en nuestras playas. Es esa situación en la que uno está con el agua en la cintura y, en un parpadeo, ya no toca el fondo y ve la costa cada vez más lejos. Así que, en serio, no se jalen la torta de meterse "solo un poquito" si ven que el mar está picado o si hay rótulos de advertencia. La vida no tiene repetición.
Las zonas que están en la mira son prácticamente todas las que amamos del Pacífico Central y Sur: Puntarenas centro, Quepos, Dominical, Uvita, Golfito y toda la Península de Osa. ¡Qué sal para los que tenían el paseo planeado o para los pescadores artesanales que dependen de su brete diario! Un oleaje así significa que muchas embarcaciones pequeñas simplemente no pueden salir, y los tours de turismo se van al traste. Es un golpe para la economía local, pero es mil veces preferible cancelar un tour que terminar en una noticia de sucesos. La recomendación es clara: hasta el viernes, la playa se ve de leeejos, con un fresquito en la mano y desde un lugar seguro.
En resumen, el mensaje es uno y es muy simple: respétenle al mar. El mar no anda jugando, y cuando se pone así de imponente, lo único que queda es admirarlo desde una distancia prudente. Estos fenómenos nos recuerdan que, por más que desarrollemos la costa, la naturaleza siempre va a tener la última palabra. La prevención es la única herramienta que tenemos. Cuidémonos entre todos, pasemos la voz y evitemos una tragedia que se puede prevenir con un poco de cabeza fría y haciendo caso a los que saben.
Ahora, abro el foro para ustedes: Aparte de la regla de oro de no meterse al agua, ¿qué otras mañas o consejos tienen para pasarla bien en la playa cuando el mar está así de peligroso? ¿Algún mae pescador, guía turístico o surfer veterano que quiera compartir algún secreto para identificar el peligro o alguna historia (de susto o de sabiduría) con una corriente de resaca?
Diay, ¿y de dónde salió este oleaje tan bravo si el cielo está despejado? Aquí es donde la cosa se pone interesante. Según el informe, todo este despiche es por una "marejada de fondo". En tico para que todos entendamos: no es el viento de aquí el que está agitando el agua. Es una energía que viaja miles de kilómetros desde tormentas en el sur del continente y llega a nuestras costas con una fuerza increíble. Es como un leñazo que viene de lejos. Por eso, una playa que usualmente es una piscina, como Manuel Antonio o Dominicalito, puede convertirse en una trampa mortal en cuestión de horas. La vara con estas marejadas es que son engañosas; el peligro no se ve a simple vista hasta que ya es muy tarde.
Y aquí viene la parte que de verdad me pone los pelos de punta: las corrientes de resaca. Con este oleaje, la probabilidad de que se formen estas corrientes es altísima. Para el que no sabe, una corriente de resaca es como una banda transportadora invisible que lo agarra a uno y lo jala mar adentro a una velocidad que ni Michael Phelps podría contrarrestar. Es la causa número uno de ahogamientos en nuestras playas. Es esa situación en la que uno está con el agua en la cintura y, en un parpadeo, ya no toca el fondo y ve la costa cada vez más lejos. Así que, en serio, no se jalen la torta de meterse "solo un poquito" si ven que el mar está picado o si hay rótulos de advertencia. La vida no tiene repetición.
Las zonas que están en la mira son prácticamente todas las que amamos del Pacífico Central y Sur: Puntarenas centro, Quepos, Dominical, Uvita, Golfito y toda la Península de Osa. ¡Qué sal para los que tenían el paseo planeado o para los pescadores artesanales que dependen de su brete diario! Un oleaje así significa que muchas embarcaciones pequeñas simplemente no pueden salir, y los tours de turismo se van al traste. Es un golpe para la economía local, pero es mil veces preferible cancelar un tour que terminar en una noticia de sucesos. La recomendación es clara: hasta el viernes, la playa se ve de leeejos, con un fresquito en la mano y desde un lugar seguro.
En resumen, el mensaje es uno y es muy simple: respétenle al mar. El mar no anda jugando, y cuando se pone así de imponente, lo único que queda es admirarlo desde una distancia prudente. Estos fenómenos nos recuerdan que, por más que desarrollemos la costa, la naturaleza siempre va a tener la última palabra. La prevención es la única herramienta que tenemos. Cuidémonos entre todos, pasemos la voz y evitemos una tragedia que se puede prevenir con un poco de cabeza fría y haciendo caso a los que saben.
Ahora, abro el foro para ustedes: Aparte de la regla de oro de no meterse al agua, ¿qué otras mañas o consejos tienen para pasarla bien en la playa cuando el mar está así de peligroso? ¿Algún mae pescador, guía turístico o surfer veterano que quiera compartir algún secreto para identificar el peligro o alguna historia (de susto o de sabiduría) con una corriente de resaca?