¡Ay, Dios mío! Aquí estamos otra vez, hablando de si nos toca vivir tranquilos o si vamos a andar viendo la espalda cada cinco minutos. La diputada Pilar Cisneros soltó unas verdades que hicieron temblar hasta el café tinto – literalmente, porque en mi casa tuvimos que parar la conversación para procesar lo que dijo.
La cosa está así: el Congreso lleva parado un proyecto para meterle bala, perdón, para aumentar las penas a los sicarios. Unos 40 añitos de cana le quieren poner a quien trabaje para matar gente por encargo. Pero parece que algunos legisladores andan más preocupados por los derechos de los matones que por los nuestros, ¿me entienden?
Y ahí entra la Cisneros, soltando que si los sicarios no tienen piedad, nosotros tampoco tenemos por qué andar regalándole oportunidades a esos tipos. Dice que es una plaga peligrosa, y la verdad, pa' qué les voy a mentir, ella tiene razón. Nosotros, los ciudadanos, necesitamos sentirnos seguros en nuestras propias casas, en la calle, en cualquier brete.
Recordó también que el mundo entero está sudando la gota gorda con el tema del narcotráfico. Que hasta países que siempre se habían creído invencibles, como Finlandia, Bélgica o Holanda, ahora tienen que lidiar con esto. Aquí en Latinoamérica somos campeones en homicidios con armas de fuego, y eso no es precisamente un motivo de celebración, chunches.
La diputada pintó un cuadro bien feo, la verdad: nuestras calles tiñéndose de rojo, la vida valiendo menos que un caramelo. Y dice que esta crisis necesita soluciones rápidas y contundentes, y que si alguien se pone a jugar a ser técnico, se va a encontrar con la furia del pueblo. Porque diay, ya la paciencia está que se agota.
El proyecto que tanto revuelo causó ya había pasado por el primer debate, con 38 diputados apoyándolo. ¡Pero mira!, unos cuantos se pusieron a hacerle vaca y pidieron una consulta a la Sala Constitucional, lo que básicamente lo congeló todo. ¡Qué pelada! Parece que algunos prefieren ver cómo se nos va la vida en sangre antes que tomar medidas drásticas.
Todo esto pasa en un momento histórico – para mal, claro – porque estamos cerrando el gobierno de Don Rodri con cifras de violencia que dan escalofríos. Más de 3,200 asesinatos en estos años, y si seguimos igual, el 2025 podría superar el recordazo de 907 homicidios del año pasado. ¡Eso sí que es que nos vamos al traste!
Pa’ terminar, digámoslo claro: la inseguridad nos está comiendo vivo. Tenemos que exigir a nuestros representantes que hagan algo, ¡ya!, antes de que sea demasiado tarde. Ahora les pregunto a ustedes, mis queridos foristas: ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar para recuperar la paz en nuestro país? ¿Deberían imponerse leyes más duras, aunque signifiquen sacrificar ciertos principios constitucionales?
La cosa está así: el Congreso lleva parado un proyecto para meterle bala, perdón, para aumentar las penas a los sicarios. Unos 40 añitos de cana le quieren poner a quien trabaje para matar gente por encargo. Pero parece que algunos legisladores andan más preocupados por los derechos de los matones que por los nuestros, ¿me entienden?
Y ahí entra la Cisneros, soltando que si los sicarios no tienen piedad, nosotros tampoco tenemos por qué andar regalándole oportunidades a esos tipos. Dice que es una plaga peligrosa, y la verdad, pa' qué les voy a mentir, ella tiene razón. Nosotros, los ciudadanos, necesitamos sentirnos seguros en nuestras propias casas, en la calle, en cualquier brete.
Recordó también que el mundo entero está sudando la gota gorda con el tema del narcotráfico. Que hasta países que siempre se habían creído invencibles, como Finlandia, Bélgica o Holanda, ahora tienen que lidiar con esto. Aquí en Latinoamérica somos campeones en homicidios con armas de fuego, y eso no es precisamente un motivo de celebración, chunches.
La diputada pintó un cuadro bien feo, la verdad: nuestras calles tiñéndose de rojo, la vida valiendo menos que un caramelo. Y dice que esta crisis necesita soluciones rápidas y contundentes, y que si alguien se pone a jugar a ser técnico, se va a encontrar con la furia del pueblo. Porque diay, ya la paciencia está que se agota.
El proyecto que tanto revuelo causó ya había pasado por el primer debate, con 38 diputados apoyándolo. ¡Pero mira!, unos cuantos se pusieron a hacerle vaca y pidieron una consulta a la Sala Constitucional, lo que básicamente lo congeló todo. ¡Qué pelada! Parece que algunos prefieren ver cómo se nos va la vida en sangre antes que tomar medidas drásticas.
Todo esto pasa en un momento histórico – para mal, claro – porque estamos cerrando el gobierno de Don Rodri con cifras de violencia que dan escalofríos. Más de 3,200 asesinatos en estos años, y si seguimos igual, el 2025 podría superar el recordazo de 907 homicidios del año pasado. ¡Eso sí que es que nos vamos al traste!
Pa’ terminar, digámoslo claro: la inseguridad nos está comiendo vivo. Tenemos que exigir a nuestros representantes que hagan algo, ¡ya!, antes de que sea demasiado tarde. Ahora les pregunto a ustedes, mis queridos foristas: ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar para recuperar la paz en nuestro país? ¿Deberían imponerse leyes más duras, aunque signifiquen sacrificar ciertos principios constitucionales?