¡Ay, papá! Quién no sueña con vestir el uniforme azul del OIJ y perseguir a los chorizos de la noche a mañana. Pero ojo, que meterse ahí no es como jugar al FIFA; requiere más que ganas y un par de videos de policías gringos persiguiendo maleantes. Mauricio Fonseca, el jefe de la Administración, nos abrió los ojos sobre todo el rollo que hay detrás de ingresar al Organismo de Investigación Judicial, y vaya que hay brete.
Resulta que ahora el proceso es abierto y permanente, así que ya no hay que estar pendiente de convocatorias especiales. Esto es bueno porque cualquiera puede lanzarle vainas cuando quiera, pero también significa que la competencia es más dura. Puestos como custodio de detenidos, agente de protección (pa’ defender a las vítimas y testigos) e investigador... esos son los que andan buscando, según Fonseca.
Pero antes de empezar a soñar con capturas espectaculares, pa’ que no se le caiga el mandote, hay que ponerle atención a lo que dice Kembly Jiménez, jefa de Unidad de Potencial Interno de Administración. Dicen que muchísima gente se lanza sin tener ni idea, ofreciéndose con cursos de manejo sin tener la licencia siquiera. ¡Una torta total! Te descartan al toque, brete.
Entonces, ¿cómo hacer bien las cosas? Primero, regístrate online, crea tu usuario y llena el formulario. Luego, te contactan por correo pidiendo la cédula, la licencia y el título de bachiller. Después viene la prueba de conocimientos generales del OIJ y la psico laboral. ¡Prepárense! Después sí, entrevista y verificación de antecedentes… esperan a que vayan a revisar el barrio, los vecinos, los trabajos anteriores… ¡hasta la familia! No tengan malas ideas, eh.
Y hablando de malas ideas, pa’ que no se vayan al traste sus sueños, hay que tener cuidado con los juicios monitorios y las deudas pendientes. Si tienes la hoja de delincuencia manchada o has dejado prestamos sin pagar, olvídate. ¡Se acabó! El OIJ no anda con juegos.
Ahora, la parte más chuuuuucha: el compromiso. Si apruebas el curso básico, que cuesta más de diez millones de colones (¡una pila!), tienes que laburar allí por dos años y tres meses. Si renuncias antes, ¡te clavan la cuenta! Además, tienes que pagarte tú mismo el certificado de idoneidad mental y los exámenes médicos posteriores. ¡Es un churro!
Pero ojo, que no todo es sacrificio. Fonseca advierte que el trabajo no es como se ve en las series de Netflix. No esperen persecuciones a alta velocidad ni héroes galácticos. Verán escenas complicadas, no muy agradables. Además, pueden pedirles que trabajen en cualquier lugar del país, por necesidad de la institución. Así que si vivía en San José, prepárese para irse a Pococí o Limón, diay.
Así que ya saben, queridos aspirantes. Entrar al OIJ no es fácil, requiere preparación, constancia y un compromiso serio. Pero si realmente sienten la vocación de servir a la patria y atrapar a los delincuentes, ¡adelante! Ahora me pregunto, considerando el alto costo de formación y el compromiso de permanencia, ¿creen que el OIJ debería ofrecer becas o incentivos económicos a los nuevos investigadores para atraer talento?
Resulta que ahora el proceso es abierto y permanente, así que ya no hay que estar pendiente de convocatorias especiales. Esto es bueno porque cualquiera puede lanzarle vainas cuando quiera, pero también significa que la competencia es más dura. Puestos como custodio de detenidos, agente de protección (pa’ defender a las vítimas y testigos) e investigador... esos son los que andan buscando, según Fonseca.
Pero antes de empezar a soñar con capturas espectaculares, pa’ que no se le caiga el mandote, hay que ponerle atención a lo que dice Kembly Jiménez, jefa de Unidad de Potencial Interno de Administración. Dicen que muchísima gente se lanza sin tener ni idea, ofreciéndose con cursos de manejo sin tener la licencia siquiera. ¡Una torta total! Te descartan al toque, brete.
Entonces, ¿cómo hacer bien las cosas? Primero, regístrate online, crea tu usuario y llena el formulario. Luego, te contactan por correo pidiendo la cédula, la licencia y el título de bachiller. Después viene la prueba de conocimientos generales del OIJ y la psico laboral. ¡Prepárense! Después sí, entrevista y verificación de antecedentes… esperan a que vayan a revisar el barrio, los vecinos, los trabajos anteriores… ¡hasta la familia! No tengan malas ideas, eh.
Y hablando de malas ideas, pa’ que no se vayan al traste sus sueños, hay que tener cuidado con los juicios monitorios y las deudas pendientes. Si tienes la hoja de delincuencia manchada o has dejado prestamos sin pagar, olvídate. ¡Se acabó! El OIJ no anda con juegos.
Ahora, la parte más chuuuuucha: el compromiso. Si apruebas el curso básico, que cuesta más de diez millones de colones (¡una pila!), tienes que laburar allí por dos años y tres meses. Si renuncias antes, ¡te clavan la cuenta! Además, tienes que pagarte tú mismo el certificado de idoneidad mental y los exámenes médicos posteriores. ¡Es un churro!
Pero ojo, que no todo es sacrificio. Fonseca advierte que el trabajo no es como se ve en las series de Netflix. No esperen persecuciones a alta velocidad ni héroes galácticos. Verán escenas complicadas, no muy agradables. Además, pueden pedirles que trabajen en cualquier lugar del país, por necesidad de la institución. Así que si vivía en San José, prepárese para irse a Pococí o Limón, diay.
Así que ya saben, queridos aspirantes. Entrar al OIJ no es fácil, requiere preparación, constancia y un compromiso serio. Pero si realmente sienten la vocación de servir a la patria y atrapar a los delincuentes, ¡adelante! Ahora me pregunto, considerando el alto costo de formación y el compromiso de permanencia, ¿creen que el OIJ debería ofrecer becas o incentivos económicos a los nuevos investigadores para atraer talento?
