¡Aguante! La Supe, como cariñosamente le decimos a Sugeval, acaba de darle el visto bueno a Latin American Kraft Investments Inc. (LAKI) para ofrecer bonos corporativos por unos jugosos cien millones de dólares. Esto significa que ahora pueden rifar sus papales en el mercado costarricense y atraer billetes frescos. Un movida interesante, ¿eh?
Para ponerle pausa al asunto, LAKI no es precisamente una fábrica de tortillas. Se trata de un holding panameño con oficinas en El Salvador y Guatemala que vive de los dividendos de otras compañías. Estas, a su vez, andan metidas en temas de empaques: cartón corrugado, etiquetas, hasta plásticos. En pocas palabras, les hacen la vida fácil a muchas empresas que necesitan embalaje, desde la chiquita hasta la grande.
Según Tomás Soley, big boss de la Sugeval, esta aprobación es un espaldarazo al sistema financiero tico. Dice que demuestra la confianza que tienen en nuestras leyes y reglas del juego. Además, argumenta que esto abre el grifo al financiamiento para las empresas nacionales y nos pone en el mapa internacional. Un discurso bonito, vamos a reconocerlo, pero queda ver si realmente se traduce en beneficios tangibles para la gente trabajadora.
Ahora bien, ¿qué planea hacer LAKI con estos billetes? Parece que quieren invertir en expandir sus operaciones, pagar algunas deudas y hasta comprar otras empresas que encajen con sus intereses. Hablan de crecer el capital de trabajo, echarle mano al ‘capex’ – que pa' los que no estamos en el brete, eso significa inversión en maquinaria y equipos – y buscar fusiones estratégicas. Todo suena muy técnico, pero la idea es simple: ganar más plata.
Y ojo, porque LAKI no es un negrito apagafuegos. Tiene filiales en casi toda Latinoamérica, incluyendo Honduras, Nicaragua, Panamá, México, República Dominicana, Estados Unidos, Canadá e incluso Hong Kong. Tienen unas dieciocho plantas productivas echando humo en Guatemala, El Salvador, México, Honduras y Canadá. Eso sí que es moverla, diay.
Muchos economistas dicen que esto puede ser positivo para nuestro país, ya que atrae inversión extranjera y puede generar empleos. Otros, sin embargo, levantan una ceja y advierten que hay que estar pendientes de cómo se utiliza el dinero y si cumple con las normas ambientales y laborales. Porque no queremos que vengan a sacarle agua al río y dejarnos secos, ¿verdad?
Es importante recordar que el mercado de valores siempre tiene sus riesgos. Invertir en bonos de LAKI implica apostar por su éxito futuro, y nadie sabe qué sorpresas nos depara el camino. Hay que analizar bien la letra chica, investigar a fondo y, sobre todo, no meterse más de la cuenta. Porque como dice el dicho, 'más vale pájaro en mano que ciento volando'. Además, con la inflación y otros factores económicos, hay que tener cuidado de no irnos al traste buscando ganancias rápidas.
Entonces, ¿es esta una excelente oportunidad para impulsar nuestra economía o una apuesta arriesgada disfrazada de progreso? Con tanta movida alrededor de LAKI Inc., me pregunto: ¿Creen que esta inversión traerá beneficios reales a Costa Rica o será otra chincha que terminará por explotar en nuestras caras?
Para ponerle pausa al asunto, LAKI no es precisamente una fábrica de tortillas. Se trata de un holding panameño con oficinas en El Salvador y Guatemala que vive de los dividendos de otras compañías. Estas, a su vez, andan metidas en temas de empaques: cartón corrugado, etiquetas, hasta plásticos. En pocas palabras, les hacen la vida fácil a muchas empresas que necesitan embalaje, desde la chiquita hasta la grande.
Según Tomás Soley, big boss de la Sugeval, esta aprobación es un espaldarazo al sistema financiero tico. Dice que demuestra la confianza que tienen en nuestras leyes y reglas del juego. Además, argumenta que esto abre el grifo al financiamiento para las empresas nacionales y nos pone en el mapa internacional. Un discurso bonito, vamos a reconocerlo, pero queda ver si realmente se traduce en beneficios tangibles para la gente trabajadora.
Ahora bien, ¿qué planea hacer LAKI con estos billetes? Parece que quieren invertir en expandir sus operaciones, pagar algunas deudas y hasta comprar otras empresas que encajen con sus intereses. Hablan de crecer el capital de trabajo, echarle mano al ‘capex’ – que pa' los que no estamos en el brete, eso significa inversión en maquinaria y equipos – y buscar fusiones estratégicas. Todo suena muy técnico, pero la idea es simple: ganar más plata.
Y ojo, porque LAKI no es un negrito apagafuegos. Tiene filiales en casi toda Latinoamérica, incluyendo Honduras, Nicaragua, Panamá, México, República Dominicana, Estados Unidos, Canadá e incluso Hong Kong. Tienen unas dieciocho plantas productivas echando humo en Guatemala, El Salvador, México, Honduras y Canadá. Eso sí que es moverla, diay.
Muchos economistas dicen que esto puede ser positivo para nuestro país, ya que atrae inversión extranjera y puede generar empleos. Otros, sin embargo, levantan una ceja y advierten que hay que estar pendientes de cómo se utiliza el dinero y si cumple con las normas ambientales y laborales. Porque no queremos que vengan a sacarle agua al río y dejarnos secos, ¿verdad?
Es importante recordar que el mercado de valores siempre tiene sus riesgos. Invertir en bonos de LAKI implica apostar por su éxito futuro, y nadie sabe qué sorpresas nos depara el camino. Hay que analizar bien la letra chica, investigar a fondo y, sobre todo, no meterse más de la cuenta. Porque como dice el dicho, 'más vale pájaro en mano que ciento volando'. Además, con la inflación y otros factores económicos, hay que tener cuidado de no irnos al traste buscando ganancias rápidas.
Entonces, ¿es esta una excelente oportunidad para impulsar nuestra economía o una apuesta arriesgada disfrazada de progreso? Con tanta movida alrededor de LAKI Inc., me pregunto: ¿Creen que esta inversión traerá beneficios reales a Costa Rica o será otra chincha que terminará por explotar en nuestras caras?
