Ay, pata negra... Otra vez nos da un sustazo tremendo aquí en Costa Rica. Esta vez, la bronca llegó hasta Llanuras de Gaspar, Sarapiquí, donde un mae nicaragüense de 46 años se encontró cara a cara con una terciopelo y, bueno, la naturaleza siempre gana, ¿no? El pobre señor estaba trabajando tranquilamente cuando la serpiente decidió que era hora de darle una sorpresa desagradísima.
Según contaron los vecinos, el mae trabajaba en una finca de la zona y no hubo mucho más que hacer. Llegaron las ambulancias rapidito, claro, pero cuando los paramédicos llegaron al lugar, ya era demasiado tarde. No alcanzaron a reaccionarle, la mordedura hizo efecto en cuestión de minutos. Una lástima, porque con el antídoto, ahí le iban, pero el tiempo no espera a nadie, ni siquiera a los doctores.
Y es que Sarapiquí, mi gente, es pura selva, pura naturaleza. Vivimos pegaditos a los animales, les damos espacio y ellos, a veces, también nos dan –y no precisamente de la mejor manera. Con la temporada lluviosa, las serpientes se mueven buscando lugares más secos, invaden patios, fincas... y ahí es cuando empieza el problema. Las terciopelos, como sabemos, son las más peligrosas, tienen aguijón potente y son medio agresivas, ¡lo que no ayuda! Diay, qué miedo.
El Ministerio de Salud ha vuelto a soltar el mismo discurso de siempre: “extremar precauciones”. Como si fuera tan fácil andar por ahí pensando en cada rama seca, en cada hoja caída... Pero es verdad, hay que estar atentos. Especialmente ahora, que la lluvia no da tregua y los animalitos se sienten obligados a buscar nuevos territorios. Se han reportado más avistamientos de terciopelos en zonas urbanas, ¡qué carga! Imagínate trabajar tranquilo y de repente te topas con esa belleza venenosa…
Me pregunto si realmente entendemos la magnitud del problema. No es solamente una cuestión de “estar atentos”, sino de entender cómo interactuamos con la selva. Tenemos que educarnos, crear conciencia desde la escuela, enseñarles a los niños a respetar la naturaleza y a identificar los riesgos. Porque el mae que falleció no tenía la culpa, simplemente estaba haciendo su brete, buscando el pan de todos los días. Esto no puede seguir pasando, diay.
Además, es hora de analizar seriamente el acceso a la atención médica en zonas rurales. Sarapiquí es un cantón extenso, con caminos malos, y eso dificulta muchísimo llegar rápido al hospital. Cada minuto cuenta cuando se trata de una mordedura de serpiente, y esos minutos pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Hay que invertir en mejorar la infraestructura, capacitar más personal médico y asegurar que haya antídoto disponible en todos los centros de salud.
No quiero sonar alarmista, pero esto nos recuerda que vivimos en un ecosistema frágil, donde la convivencia con la fauna salvaje es inevitable. Y aunque somos seres humanos, tenemos que recordar que no somos dueños de la naturaleza, sino parte de ella. Tenemos que aprender a respetarla, a protegerla y a vivir en armonía con ella, porque al final, todos dependemos del mismo planeta.
En fin, un caso triste que nos hace reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza. ¿Qué medidas creen ustedes que se deberían tomar para prevenir futuros incidentes como este y garantizar una respuesta médica más rápida en zonas remotas de Costa Rica? ¡Compártanme sus ideas en el foro!
Según contaron los vecinos, el mae trabajaba en una finca de la zona y no hubo mucho más que hacer. Llegaron las ambulancias rapidito, claro, pero cuando los paramédicos llegaron al lugar, ya era demasiado tarde. No alcanzaron a reaccionarle, la mordedura hizo efecto en cuestión de minutos. Una lástima, porque con el antídoto, ahí le iban, pero el tiempo no espera a nadie, ni siquiera a los doctores.
Y es que Sarapiquí, mi gente, es pura selva, pura naturaleza. Vivimos pegaditos a los animales, les damos espacio y ellos, a veces, también nos dan –y no precisamente de la mejor manera. Con la temporada lluviosa, las serpientes se mueven buscando lugares más secos, invaden patios, fincas... y ahí es cuando empieza el problema. Las terciopelos, como sabemos, son las más peligrosas, tienen aguijón potente y son medio agresivas, ¡lo que no ayuda! Diay, qué miedo.
El Ministerio de Salud ha vuelto a soltar el mismo discurso de siempre: “extremar precauciones”. Como si fuera tan fácil andar por ahí pensando en cada rama seca, en cada hoja caída... Pero es verdad, hay que estar atentos. Especialmente ahora, que la lluvia no da tregua y los animalitos se sienten obligados a buscar nuevos territorios. Se han reportado más avistamientos de terciopelos en zonas urbanas, ¡qué carga! Imagínate trabajar tranquilo y de repente te topas con esa belleza venenosa…
Me pregunto si realmente entendemos la magnitud del problema. No es solamente una cuestión de “estar atentos”, sino de entender cómo interactuamos con la selva. Tenemos que educarnos, crear conciencia desde la escuela, enseñarles a los niños a respetar la naturaleza y a identificar los riesgos. Porque el mae que falleció no tenía la culpa, simplemente estaba haciendo su brete, buscando el pan de todos los días. Esto no puede seguir pasando, diay.
Además, es hora de analizar seriamente el acceso a la atención médica en zonas rurales. Sarapiquí es un cantón extenso, con caminos malos, y eso dificulta muchísimo llegar rápido al hospital. Cada minuto cuenta cuando se trata de una mordedura de serpiente, y esos minutos pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Hay que invertir en mejorar la infraestructura, capacitar más personal médico y asegurar que haya antídoto disponible en todos los centros de salud.
No quiero sonar alarmista, pero esto nos recuerda que vivimos en un ecosistema frágil, donde la convivencia con la fauna salvaje es inevitable. Y aunque somos seres humanos, tenemos que recordar que no somos dueños de la naturaleza, sino parte de ella. Tenemos que aprender a respetarla, a protegerla y a vivir en armonía con ella, porque al final, todos dependemos del mismo planeta.
En fin, un caso triste que nos hace reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza. ¿Qué medidas creen ustedes que se deberían tomar para prevenir futuros incidentes como este y garantizar una respuesta médica más rápida en zonas remotas de Costa Rica? ¡Compártanme sus ideas en el foro!
