¡Ay, Dios mío! Esto sí que es un bronco rollo. Un señor de 53 años, don Casanova, acabó echándose una siesta definitiva anoche en Upala, Alajuela, y todo porque se metió en el brete de querer mirar qué pasaba cuando estaban haciendo ruidos raros en una bodega. Parece sacado de novela, pero lamentablemente es tan cierto como las gallinas que ponen huevos.
Según nos cuentan los judiciales, cuatro tipos entraron a la bodega con malas intenciones, buscando llevarse unos cuantos chunches. Amenazaron a la gente que andaba por ahí, los agarraron de rehenes y les exigieron lana. Imagínate el susto que se tragaron, tremendo despiche. La cosa se puso fea rápido, y bueno, pasó lo que nadie quería que pasara.
Al parecer, mientras los ladrones hacían sus fechorías, se escuchó un estampido, un balazo que hizo temblar hasta los cimientos de la comunidad. Don Casanova, que vive cerquita de la bodega, salió corriendo a ver qué demonios estaba pasando. No se pudo quedar con los brazos cruzados, derecho era ir a chequear el chururrismo.
Y ahí, justo al asomarse, uno de los sospechosos, que estaba apostado afuera, lo vio y ¡pum!, le soltó un plomazo. Una bala perdida que impactó directamente en pobre don Casanova, dejándolo tirado en el suelo. ¡Qué pena, mae! Uno nunca sabe cuándo se va a acabar el arroz.
Los agentes del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) llegaron pitando, acordonaron la zona y comenzaron la investigación. Recogieron el cuerpo de don Casanova, que ya no daba señales de vida, y se lo mandaron a la medicatura forense para que determinen la causa exacta de la muerte. Ya saben, los trámites de rigor. Estarán buscando a esos vándalos, tratando de ponerle fin a esta tragedia, aunque conociendo cómo van las cosas, ¡qué torta!
Lo que más preocupa es la violencia que se está viviendo en nuestras comunidades. Cada día parece que la cosa se pone peor, y la gente anda con miedo de salir de casa. ¿Hasta cuándo vamos a tener que vivir así? Necesitamos que las autoridades hagan algo pronto, porque esto ya ni siquiera da risa, diay.
Ahora bien, hay que analizar también qué tipo de medidas de seguridad se deberían implementar en zonas rurales como Upala, que a veces quedan un poco olvidadas. Quizás aumentar la vigilancia policial, instalar cámaras de seguridad, o incluso crear programas de prevención del delito. Algo tienen que hacer, porque seguir así es dejar las puertas abiertas para que estos desgraciados sigan causando daño.
En fin, una historia terrible que deja un sabor amargo en la boca. Se lleva una vida inocente, y encima llena de incertidumbre a toda una familia. Lo único que podemos hacer ahora es enviar nuestras condolencias a los seres queridos de don Casanova y esperar que los responsables paguen por este acto cobarde. Ahora, mi pregunta para ustedes es: ¿creen que la inseguridad en Costa Rica ha llegado a un punto irreversible y qué soluciones concretas proponen para combatirla?
Según nos cuentan los judiciales, cuatro tipos entraron a la bodega con malas intenciones, buscando llevarse unos cuantos chunches. Amenazaron a la gente que andaba por ahí, los agarraron de rehenes y les exigieron lana. Imagínate el susto que se tragaron, tremendo despiche. La cosa se puso fea rápido, y bueno, pasó lo que nadie quería que pasara.
Al parecer, mientras los ladrones hacían sus fechorías, se escuchó un estampido, un balazo que hizo temblar hasta los cimientos de la comunidad. Don Casanova, que vive cerquita de la bodega, salió corriendo a ver qué demonios estaba pasando. No se pudo quedar con los brazos cruzados, derecho era ir a chequear el chururrismo.
Y ahí, justo al asomarse, uno de los sospechosos, que estaba apostado afuera, lo vio y ¡pum!, le soltó un plomazo. Una bala perdida que impactó directamente en pobre don Casanova, dejándolo tirado en el suelo. ¡Qué pena, mae! Uno nunca sabe cuándo se va a acabar el arroz.
Los agentes del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) llegaron pitando, acordonaron la zona y comenzaron la investigación. Recogieron el cuerpo de don Casanova, que ya no daba señales de vida, y se lo mandaron a la medicatura forense para que determinen la causa exacta de la muerte. Ya saben, los trámites de rigor. Estarán buscando a esos vándalos, tratando de ponerle fin a esta tragedia, aunque conociendo cómo van las cosas, ¡qué torta!
Lo que más preocupa es la violencia que se está viviendo en nuestras comunidades. Cada día parece que la cosa se pone peor, y la gente anda con miedo de salir de casa. ¿Hasta cuándo vamos a tener que vivir así? Necesitamos que las autoridades hagan algo pronto, porque esto ya ni siquiera da risa, diay.
Ahora bien, hay que analizar también qué tipo de medidas de seguridad se deberían implementar en zonas rurales como Upala, que a veces quedan un poco olvidadas. Quizás aumentar la vigilancia policial, instalar cámaras de seguridad, o incluso crear programas de prevención del delito. Algo tienen que hacer, porque seguir así es dejar las puertas abiertas para que estos desgraciados sigan causando daño.
En fin, una historia terrible que deja un sabor amargo en la boca. Se lleva una vida inocente, y encima llena de incertidumbre a toda una familia. Lo único que podemos hacer ahora es enviar nuestras condolencias a los seres queridos de don Casanova y esperar que los responsables paguen por este acto cobarde. Ahora, mi pregunta para ustedes es: ¿creen que la inseguridad en Costa Rica ha llegado a un punto irreversible y qué soluciones concretas proponen para combatirla?