¡Ay, Dios mío! Resulta que la vieja confiable Ruta 32, esa que nos conecta con Limón y sus playas paradisíacas, tuvo un buen meneo hace poco. Una roca descomunal, dicen que pesaba unas 2.500 toneladas, decidió soltarse de cuajo justo en el kilómetro 31. ¡Imagínate la bronca! Por suerte, nadie salió herido, pero el tremendo brete sí dejó a mucha gente preocupada y con el bolsillo tembloroso.
Según las autoridades, este percance inesperado va a pintar una factura considerable para el Estado. Estamos hablando de unos $200.000, casi cien millones de colones al cambio actual. Aunque el viceministro de Infraestructura, Pablo Camacho, dice que es un estimado, un rango entre $120.000 y $200.000, la verdad es que cualquier cifra te deja boquiabierto. ¡Una torta! A ver cómo justifican esto a los contribuyentes.
Lo bueno es que parece que ya tienen el plan en marcha. Los fondos provienen del Proeri, ese programa de emergencia para reconstruir y fortalecer la infraestructura del país. Ya contraron a Exploinsa, una empresa especializada, para encargarse del trabajo. Se trata de remover esa mole de piedra, y para eso, van a tener que recurrir a algunos explosivos industriales. Espero que tengan todas las medidas de seguridad necesarias, porque dinamitar piedras nunca es cosita sencilla.
Primero, se van a encargar de perforar la roca, haciendo unos huecos estratégicos. Luego, colocarán los explosivos y... ¡boom! Ahí veremos cómo sale la cosa. Después de la detonación, vendrá la tarea de limpieza, recogiendo todos los pedregales que queden regados por ahí. Con un poco de suerte, el tráfico volverá a fluir normalmente este viernes 14 de noviembre. Crucemos los dedos para que así sea, porque muchos dependen de esa ruta para trabajar y moverse.
Ahora bien, me pregunto si alguien se puso a pensar qué causó este deslizamiento. ¿Fue pura mala suerte, o hay algo más detrás? ¿Falta de mantenimiento, erosión, o tal vez incluso algún movimiento tectónico peculiar? A veces, estas cosas pasan por no darle la importancia debida a la prevención y al cuidado de nuestras carreteras. Es un llamado de atención para que se pongan las pilas y revisen bien toda la infraestructura del país.
Y hablando de dinero, ¿cree usted que $200.000 es un precio justo por limpiar este desastre? Algunos dirían que es un regalo, otros que podrían haberlo hecho más barato. Lo cierto es que estos proyectos siempre salen caros, y a veces uno se pregunta dónde se va a parar el tingo. Además, ¿cuánto tiempo más vamos a tener que lidiar con problemas similares en la 32? Esa carretera siempre ha sido un dolor de cabeza para los viajeros.
Quizás sería buena idea invertir en tecnología más avanzada para detectar posibles riesgos geológicos en nuestras rutas. Un estudio serio del terreno podría prevenir futuros incidentes como este. No es suficiente con taparle el roto, hay que ir a la raíz del problema. Y mientras tanto, toca esperar lo peor y rezarle a Dios para que no haya más sorpresas desagradables en la carretera. A fin de cuentas, viajar por Costa Rica puede ser una aventura, pero a veces, preferimos que sea una aventura segura y tranquila.
En fin, con todo este lío, me queda preguntándome: ¿Usted cree que el gobierno debería priorizar la inversión en mantenimiento preventivo de las carreteras o esperar a que ocurran tragedias como esta para reaccionar? ¿Y qué medidas piensa que deberían tomar para evitar que este tipo de situaciones se repitan en el futuro?
Según las autoridades, este percance inesperado va a pintar una factura considerable para el Estado. Estamos hablando de unos $200.000, casi cien millones de colones al cambio actual. Aunque el viceministro de Infraestructura, Pablo Camacho, dice que es un estimado, un rango entre $120.000 y $200.000, la verdad es que cualquier cifra te deja boquiabierto. ¡Una torta! A ver cómo justifican esto a los contribuyentes.
Lo bueno es que parece que ya tienen el plan en marcha. Los fondos provienen del Proeri, ese programa de emergencia para reconstruir y fortalecer la infraestructura del país. Ya contraron a Exploinsa, una empresa especializada, para encargarse del trabajo. Se trata de remover esa mole de piedra, y para eso, van a tener que recurrir a algunos explosivos industriales. Espero que tengan todas las medidas de seguridad necesarias, porque dinamitar piedras nunca es cosita sencilla.
Primero, se van a encargar de perforar la roca, haciendo unos huecos estratégicos. Luego, colocarán los explosivos y... ¡boom! Ahí veremos cómo sale la cosa. Después de la detonación, vendrá la tarea de limpieza, recogiendo todos los pedregales que queden regados por ahí. Con un poco de suerte, el tráfico volverá a fluir normalmente este viernes 14 de noviembre. Crucemos los dedos para que así sea, porque muchos dependen de esa ruta para trabajar y moverse.
Ahora bien, me pregunto si alguien se puso a pensar qué causó este deslizamiento. ¿Fue pura mala suerte, o hay algo más detrás? ¿Falta de mantenimiento, erosión, o tal vez incluso algún movimiento tectónico peculiar? A veces, estas cosas pasan por no darle la importancia debida a la prevención y al cuidado de nuestras carreteras. Es un llamado de atención para que se pongan las pilas y revisen bien toda la infraestructura del país.
Y hablando de dinero, ¿cree usted que $200.000 es un precio justo por limpiar este desastre? Algunos dirían que es un regalo, otros que podrían haberlo hecho más barato. Lo cierto es que estos proyectos siempre salen caros, y a veces uno se pregunta dónde se va a parar el tingo. Además, ¿cuánto tiempo más vamos a tener que lidiar con problemas similares en la 32? Esa carretera siempre ha sido un dolor de cabeza para los viajeros.
Quizás sería buena idea invertir en tecnología más avanzada para detectar posibles riesgos geológicos en nuestras rutas. Un estudio serio del terreno podría prevenir futuros incidentes como este. No es suficiente con taparle el roto, hay que ir a la raíz del problema. Y mientras tanto, toca esperar lo peor y rezarle a Dios para que no haya más sorpresas desagradables en la carretera. A fin de cuentas, viajar por Costa Rica puede ser una aventura, pero a veces, preferimos que sea una aventura segura y tranquila.
En fin, con todo este lío, me queda preguntándome: ¿Usted cree que el gobierno debería priorizar la inversión en mantenimiento preventivo de las carreteras o esperar a que ocurran tragedias como esta para reaccionar? ¿Y qué medidas piensa que deberían tomar para evitar que este tipo de situaciones se repitan en el futuro?