¡Ay, pata! Imaginen mi cara cuando me enteré de esto. Después de años perdidos en manos de un coleccionista medio obsesionado allá en Estados Unidos, ¡13 piezas prehispánicas de nuestro país volvieron a casa! El Museo Nacional está de manteles largos, y nosotros, los ticos, deberíamos estarlo también.
La movida se remonta al año 2014, cuando el mismísimo FBI, sí, esos mismos, allanaron una finca en Indiana perteneciente a Don C. Miller. Resulta que el tipo este había acumulado una colección gigantesca de artefactos de diferentes partes del mundo, ¡y algunas eran bien nuestras! Se habla de alrededor de 42 mil objetos, incluyendo restos humanos, ¡una torta monumental!
Lo bueno es que, gracias a la colaboración entre Costa Rica, Estados Unidos y el FBI, lograron identificar que 13 de esas piezas pertenecen a nuestro rico patrimonio cultural. Entre ellas hay rocas talladas y cerámicas ancestrales, verdades que cuentan historias de nuestros antepasados indígenas hace siglos. Que chimba poder reconectar con nuestras raíces así, diay.
Según contaron desde el Museo Nacional, la identificación de estas piezas no fue fácil. El tal Miller no tenía ni idea de dónde venían muchas cosas; pura mezcla de culturas de África, Asia, el Caribe y acá, en Latinoamérica. Un verdadero chunche de rarezas, pero con valor incalculable.
La Embajada de Estados Unidos jugó un papel clave en este rescate. Jennifer Savage, la encargada de negocios, dijo textualmente que “esta coordinación interrumpe redes ilícitas y fortalece la seguridad regional”. ¡Así mismo, mija! Ya era hora de que nuestros vecinos entendieran que robarle la cultura a un país es un delito grave, ¡y no nos vamos a quedar callados!
Pero la verdad es que este caso nos pone pa’ pensar. ¿Cómo es posible que tesoros nacionales terminen en colecciones privadas en otros países? Demuestra que el tráfico ilícito de bienes culturales sigue siendo un problema serio, un despiche que le quita la identidad a las naciones.
Grettel Monge, la directora del Museo Nacional, lo expresó perfecto: “La restitución representa un acto de justicia histórica y refuerza nuestra misión de proteger la memoria nacional”. ¡Totalmente de acuerdo! Y esperamos que este ejemplo sirva de inspiración para otras naciones que han sufrido pérdidas similares.
Ahora, la gran pregunta que quiero dejarles para el foro es: ¿Qué medidas creen ustedes que deberían tomarse a nivel nacional e internacional para evitar que estos robos culturales se repitan en el futuro? ¿Deberíamos endurecer las leyes, crear programas educativos, o fortalecer la cooperación entre países? ¡Vamos a debatir, mae!
La movida se remonta al año 2014, cuando el mismísimo FBI, sí, esos mismos, allanaron una finca en Indiana perteneciente a Don C. Miller. Resulta que el tipo este había acumulado una colección gigantesca de artefactos de diferentes partes del mundo, ¡y algunas eran bien nuestras! Se habla de alrededor de 42 mil objetos, incluyendo restos humanos, ¡una torta monumental!
Lo bueno es que, gracias a la colaboración entre Costa Rica, Estados Unidos y el FBI, lograron identificar que 13 de esas piezas pertenecen a nuestro rico patrimonio cultural. Entre ellas hay rocas talladas y cerámicas ancestrales, verdades que cuentan historias de nuestros antepasados indígenas hace siglos. Que chimba poder reconectar con nuestras raíces así, diay.
Según contaron desde el Museo Nacional, la identificación de estas piezas no fue fácil. El tal Miller no tenía ni idea de dónde venían muchas cosas; pura mezcla de culturas de África, Asia, el Caribe y acá, en Latinoamérica. Un verdadero chunche de rarezas, pero con valor incalculable.
La Embajada de Estados Unidos jugó un papel clave en este rescate. Jennifer Savage, la encargada de negocios, dijo textualmente que “esta coordinación interrumpe redes ilícitas y fortalece la seguridad regional”. ¡Así mismo, mija! Ya era hora de que nuestros vecinos entendieran que robarle la cultura a un país es un delito grave, ¡y no nos vamos a quedar callados!
Pero la verdad es que este caso nos pone pa’ pensar. ¿Cómo es posible que tesoros nacionales terminen en colecciones privadas en otros países? Demuestra que el tráfico ilícito de bienes culturales sigue siendo un problema serio, un despiche que le quita la identidad a las naciones.
Grettel Monge, la directora del Museo Nacional, lo expresó perfecto: “La restitución representa un acto de justicia histórica y refuerza nuestra misión de proteger la memoria nacional”. ¡Totalmente de acuerdo! Y esperamos que este ejemplo sirva de inspiración para otras naciones que han sufrido pérdidas similares.
Ahora, la gran pregunta que quiero dejarles para el foro es: ¿Qué medidas creen ustedes que deberían tomarse a nivel nacional e internacional para evitar que estos robos culturales se repitan en el futuro? ¿Deberíamos endurecer las leyes, crear programas educativos, o fortalecer la cooperación entre países? ¡Vamos a debatir, mae!