¡Ay, Dios mío! Esto sí que es movida, pura movida. Juan Carlos Hidalgo, el candidato del PUSC, sacudió el avispero con una propuesta que dejó a muchos con la boca abierta: vender el Banco de Costa Rica (BCR) para financiar la guerra contra el narcotráfico y la creciente ola de violencia que nos está afectando. ¡Imagínatelo! Después de tanto hablar de responsabilidad fiscal, ahora sale con esto. Pero vamos por partes, porque la cosa es compleja, mi pana.
Hidalgo, como recordaremos, ha sido un defensor acérrimo de la regla fiscal, argumentando que es clave para mantener la estabilidad económica del país y evitar caer en espirales de deuda como las que hemos vivido en décadas pasadas. Él siempre dice que los gobiernos socialcristianos le dieron un respiro a la economía, y que antes vivíamos un verdadero despache fiscal. Ahora quiere retomar esa senda, pero con este giro inesperado: recurrir a la venta de un banco estatal, ¡uno de los pilares de nuestra banca!
Pero ahí no termina la cosa. Hidalgo sostiene que la gravedad de la crisis de seguridad actual justifica medidas drásticas. Dice que necesitamos urgentemente fortalecer nuestras fuerzas policiales, dotarlas de mejores equipos y tecnología, e incluso aumentar significativamente su número. Y para eso, necesita una suma considerable de dinero, alrededor de dos mil millones de dólares, según sus estimaciones. Es una cifra que, señores míos, no se consigue precisamente mendigando en las esquinas.
La idea es crear un fideicomiso con los fondos provenientes de la venta del BCR, destinado exclusivamente a financiar iniciativas de seguridad ciudadana. Un “brete” de seguridad, como él mismo lo llama. Según las proyecciones, podríamos llegar a tener hasta 20 mil oficiales de policía, ¡una fuerza considerable! Eso sí, la venta del BCR depende del análisis de la cartera, porque como dicen por ahí, nadie sabe cuánto realmente va a valer la vaca hasta que no la ven pastar.
Ahora bien, la propuesta ha generado reacciones encontradas, para qué decir. Algunos sectores aplauden la audacia de Hidalgo, considerándola una medida desesperada pero necesaria ante la magnitud de la crisis. Argumentan que si el BCR es un activo que está perdiendo valor año tras año, mejor venderlo mientras aún pueda dar algún provecho, en lugar de aferrarnos a él como a una reliquia del pasado. Otros, en cambio, critican duramente la iniciativa, advirtiendo que la venta de un banco estatal sentaría un precedente peligroso y comprometería la soberanía nacional. Dicen que es regatearle al país para poder acabar con un problema que se viene arrastrando hace años.
Las críticas también se centran en la eficiencia del gobierno para manejar estos fondos. Muchos recuerdan episodios de corrupción y mal manejo de recursos públicos en el pasado, y temen que el dinero de la venta del BCR termine desviado o utilizado para fines distintos a los previstos. ¡Qué sal dado!, pensamos algunos. Porque si la plata desaparece o se utiliza para otras cosas, ¿qué ganamos?
Hidalgo, consciente de estas preocupaciones, insiste en que establecerá mecanismos de control estrictos para garantizar la transparencia y rendición de cuentas en el uso de los fondos. Promete que cada colón será auditado y que cualquier irregularidad será sancionada con rigor. Además, asegura que la venta del BCR no afectará negativamente a los ahorristas ni a los pequeños empresarios que dependen de la entidad bancaria. De hecho, dice que podrían salir beneficiados, porque con la nueva inyección de capital, el BCR podría modernizarse y ofrecer mejores servicios.
En fin, la propuesta de Hidalgo ha abierto un debate nacional apasionado y polarizado. Algunos ven en ella una solución innovadora y pragmática a la crisis de seguridad, mientras que otros la consideran una medida peligrosa y populista. Y tú, ¿qué piensas? ¿Consideras que la venta del BCR es un sacrificio justificable para mejorar la seguridad ciudadana, o prefieres buscar alternativas que no impliquen privatizar un patrimonio nacional? Déjanos tu opinión en los comentarios, ¡queremos saber qué te parece este brete!
Hidalgo, como recordaremos, ha sido un defensor acérrimo de la regla fiscal, argumentando que es clave para mantener la estabilidad económica del país y evitar caer en espirales de deuda como las que hemos vivido en décadas pasadas. Él siempre dice que los gobiernos socialcristianos le dieron un respiro a la economía, y que antes vivíamos un verdadero despache fiscal. Ahora quiere retomar esa senda, pero con este giro inesperado: recurrir a la venta de un banco estatal, ¡uno de los pilares de nuestra banca!
Pero ahí no termina la cosa. Hidalgo sostiene que la gravedad de la crisis de seguridad actual justifica medidas drásticas. Dice que necesitamos urgentemente fortalecer nuestras fuerzas policiales, dotarlas de mejores equipos y tecnología, e incluso aumentar significativamente su número. Y para eso, necesita una suma considerable de dinero, alrededor de dos mil millones de dólares, según sus estimaciones. Es una cifra que, señores míos, no se consigue precisamente mendigando en las esquinas.
La idea es crear un fideicomiso con los fondos provenientes de la venta del BCR, destinado exclusivamente a financiar iniciativas de seguridad ciudadana. Un “brete” de seguridad, como él mismo lo llama. Según las proyecciones, podríamos llegar a tener hasta 20 mil oficiales de policía, ¡una fuerza considerable! Eso sí, la venta del BCR depende del análisis de la cartera, porque como dicen por ahí, nadie sabe cuánto realmente va a valer la vaca hasta que no la ven pastar.
Ahora bien, la propuesta ha generado reacciones encontradas, para qué decir. Algunos sectores aplauden la audacia de Hidalgo, considerándola una medida desesperada pero necesaria ante la magnitud de la crisis. Argumentan que si el BCR es un activo que está perdiendo valor año tras año, mejor venderlo mientras aún pueda dar algún provecho, en lugar de aferrarnos a él como a una reliquia del pasado. Otros, en cambio, critican duramente la iniciativa, advirtiendo que la venta de un banco estatal sentaría un precedente peligroso y comprometería la soberanía nacional. Dicen que es regatearle al país para poder acabar con un problema que se viene arrastrando hace años.
Las críticas también se centran en la eficiencia del gobierno para manejar estos fondos. Muchos recuerdan episodios de corrupción y mal manejo de recursos públicos en el pasado, y temen que el dinero de la venta del BCR termine desviado o utilizado para fines distintos a los previstos. ¡Qué sal dado!, pensamos algunos. Porque si la plata desaparece o se utiliza para otras cosas, ¿qué ganamos?
Hidalgo, consciente de estas preocupaciones, insiste en que establecerá mecanismos de control estrictos para garantizar la transparencia y rendición de cuentas en el uso de los fondos. Promete que cada colón será auditado y que cualquier irregularidad será sancionada con rigor. Además, asegura que la venta del BCR no afectará negativamente a los ahorristas ni a los pequeños empresarios que dependen de la entidad bancaria. De hecho, dice que podrían salir beneficiados, porque con la nueva inyección de capital, el BCR podría modernizarse y ofrecer mejores servicios.
En fin, la propuesta de Hidalgo ha abierto un debate nacional apasionado y polarizado. Algunos ven en ella una solución innovadora y pragmática a la crisis de seguridad, mientras que otros la consideran una medida peligrosa y populista. Y tú, ¿qué piensas? ¿Consideras que la venta del BCR es un sacrificio justificable para mejorar la seguridad ciudadana, o prefieres buscar alternativas que no impliquen privatizar un patrimonio nacional? Déjanos tu opinión en los comentarios, ¡queremos saber qué te parece este brete!
