Yo sí tengo bandera - OPINIÓN - La Nación
En caso de que pasara por desapercibido aquí reproduzco este excelente artículo. Considero que refleja el sentir de la mayoría de nosotros los ticos.
Sobre el artículo de la periodista Andrea Aguilar publicado el 16 noviembre en la sección de Opinión de este diario e intitulado: “Yo no tengo bandera”, es mucho lo que puedo y tengo que decir en representación de los ticos que sí queremos y hemos querido a este país desde que abrimos los ojos y estamos felices de ser costarricenses.
Puedo decirle que yo, como muchos otros ticos, sí he comido dulce de tapa caliente, directo del trapiche y molido por bueyes, he montado a caballo por la sabana guanacasteca, he comido un churchill en el paseo de los turistas, he tomado guaro de un cacho en la pica de leña; sin duda que he visitado la casona de Santa Rosa (única vez que he visto armas de guerra de cerca y detrás de un vidrio), he comido rice and beans en el Caribe limonense, he amarrado tamales mientras me lloran los ojos por el humo del fuego de leña, tengo guarias en mi casa y, como, buen guanacasteco, conozco bien varias bombas y estoy orgulloso a más no poder de todo eso.
Beneficios. No solo he disfrutado de todo lo típico, lindo o característico de nuestro país; también he gozado de todos los beneficios que tanto nicas como ticos sin distinción recibimos en este país. Fui educado por las instituciones públicas de este país y me salvaron la vida en la Caja Costarricense del Seguro Social (como a muchos hermanos nicas antes, durante y después de la revolución de ese país, incluso como en la actualidad, mucho decir para un país xenófobo como el que asegura la señora Aguilar que tenemos).
Como buen costarricense, amistoso, generoso, emprendedor, orgulloso de nuestro pasado, de nuestra historia, de nuestra idiosincrasia y de nuestros logros como país, debo diferir de todo lo escrito en el artículo mencionado al inicio. El tico es servicial, cariñoso y buen amigo; la xenofobia generalizada, que según la autora de las líneas que aquí citamos, parece ser pandemia, no calza en la sociedad costarricense.
En nuestro país conviven personas de muchos orígenes, tanto centroamericanos, asiáticos en general, sudamericanos, norteamericanos y muchos africanos. A todos ellos los conozco y de todas esas etnias he recibido buenos comentarios por el cobijo y la acogida que les ha dado este pedacito de tierra y que les ha permitido convertirlo en su casa.
Situación difícil. Si bien estamos pasando en este momento una situación política difícil con Nicaragua eso no debe dar como consecuencia un repunte de la intolerancia que existe en Tiquicia –como en cualquier otro país del mundo– porque todos los ticos –incluido el más humilde– saben y entienden que no es culpa del pueblo nica lo que sucede, sino del Gobierno de Ortega, que es el máximo enemigo que tienen para progresar y salir de la situación tan difícil que atraviesan.
Está claro que el nacionalismo de los costarricenses se ha exaltado en los últimos días y hemos sacado a relucir nuestros símbolos nacionales y todos los signos externos que nos identifican y nos hacen ser “Pura vida”, pero el nacionalismo del tico nunca será usado para llamar a las armas. Por eso la señora Aguilar no encontró a ningún coterráneo dispuesto a derramar sangre, sea esta la propia o la de algún hermano nicaragüense.
El nacionalismo del tico invoca al derecho internacional, a las vías del diálogo y a la solución pacífica del conflicto, al respeto a nuestros derechos como país de tradición pacifista. Denota también el artículo en mención que la señora Aguilar no conoce mucho a los nicas. Dentro de los miles que viven y trabajan en este país hay empresarios, ingenieros, arquitectos, abogados y comerciantes, entre otros, que se desenvuelven con toda normalidad en nuestra sociedad y no como ella afirma, que solo ejecutan las labores que los ticos no quieren hacer.
Parece que conoce muy bien otras latitudes donde cae nieve o se escucha tango, pero no conoce muy bien el país del que habla. Yo sí tengo país, y si Dios me diera la oportunidad de escoger donde nacer de nuevo, escogería otra vez y sin dudarlo a Costa Rica.
Yo sí tengo bandera, y la tengo en la pared de mi cuarto desde hace mucho tiempo, y no es una, son dos: la de Costa Rica y la de Guanacaste.
Me da orgullo decir a viva voz que soy costarricense cada vez que hablo con alguien de otra nacionalidad y no me da vergüenza decir que no tenemos ejército. Las playas más bellas del mundo están en Guanacaste. El domingo recién pasado caminé a lo largo y ancho de ellas para asegurarme una vez más de ello. Y confieso que escribo estas líneas con el punto guanacasteco de fondo que me hace estremecer cada vez que lo escucho.
En caso de que pasara por desapercibido aquí reproduzco este excelente artículo. Considero que refleja el sentir de la mayoría de nosotros los ticos.