Cuando Rolando Araya perdió con Abel Pacheco en la primera ronda de las elecciones del 2002, algunos liberacionistas decían que las encuestas habían sido manipuladas para favorecer al PAC y quitarle votos a Liberación, porque de pronto el PAC comenzó a subir. Se decía, que en las encuestas publicadas por La Nación habían incluido de manera deliberada segmentos de población o lugares (San Pedro, Heredia) donde era más popular el PAC.
Eso fue una forma de no aceptar una derrota por parte de alguna gente de Liberación. También José Miguel Corrales dijo que se había dado un fraude en la elección de 1998 con la publicación de una encuesta 3 horas antes de cerrar las urnas donde ganaba Miguel Angel. En realidad, lo que ocurrió en esa ocasión, fue que muchos nos decidimos a votar a última hora a favor de Corrales para que el PUSC no ganara por mucha diferencia y no pudieran aplicar la agenda estrictamente neoliberal de Miguel Angel. Yo recuerdo haber votado a las 5:55 p.m., cuando estaban a punto de cerrar las urnas. Incluso un policía en un alarde de matonería me hizo sacado de la escuela porque estaba ordenando mis documentos.
Yo no creo en la manipulación de las encuestas porque, si esto ocurriera, no serían un negocio para las empresas encuestadoras.
Lo que ha ocurrido es que las encuestas han perdido capacidad predictiva por fenómenos como el voto últil (gente que se decide a última hora) y dificultades para obtener la opinión de mucha gente, sobre todo en dos extremos de la sociedad, la gente con mucho dinero y la gente muy pobre (la República publicó un reportaje al respecto).
También las encuestas pueden tener errores, como se analizó en un estudio publicado por la UCR con base en una encuesta de salida de las urnas en las elecciones pasadas. En esa encuesta se obtuvo que una cuarta parte de los votantes del PAC se habían decidido en la última semana, días antes de las elecciones.