Antipolítica
Constantino Urcuyo
Desaparecido el bipartidismo, reaparece la antipolítica, que es una reacción entendible en contra del oligopolio partidario. El llamado contra los políticos se originaba en la falta de apertura de las maquinarias partidarias anquilosadas que negaban el acceso a nuevos sectores y liderazgos.
El rechazo a la política no es nuevo, ocurre cuando esta no responde a las demandas ciudadanas.
La gente busca algo diferente: es el grito argentino : “Que se vayan todos” , o la manta en la universidad de Ecuador: “Que nos gobiernen las putas porque sus hijos fracasaron”. Las versiones más ilustradas piden a los sabios y a los incorruptibles.
El problema con estas posiciones es el virus antidemocrático que portan. En efecto, si se van todos, ¿quién gobierna?
Los estudiantes ecuatorianos tenían sustitutas, pero ¿se puede encargar el gobierno de un Estado a las meretrices?, dicho esto con el respeto que su dignidad humana merece.
El problema con los sabios es determinar la sabiduría que se necesita y quién los escoge. Con los moralistas, la experiencia histórica ha sido tremenda: mandan a todo el mundo a la hoguera y, al final, resultan también pecadores.
La democracia imperfecta, infiltrada por la corrupción, la ambición, los celos y la demagogia es capaz de funcionar en medio de todos los pecados capitales, gracias a una lógica, sintetizada por un dicho anglosajón: “Devils checking devils.”
Simple y pesimista, el hombre es lobo para el hombre, aceptémoslo y que cada quien vigile a su prójimo.
Apostar a la bondad innata de los hombres lleva siempre a resultados desastrosos: al terror en la Revolución francesa en nombre de la libertad y al archipiélago de Goulag en nombre de los proletarios oprimidos.
La política democrática es difícil, puede conducir a perversiones, pero me quedo con ella, la prefiero al autoritarismo en nombre de la solidaridad social o de la eficiencia económica.
Excelente artículo, los problemas de la democracia tienen una vía para su resolución: Más democracia, cualquier otra via lleva al desastre, la historia lo ha demostrado una y otra vez.
Constantino Urcuyo
Desaparecido el bipartidismo, reaparece la antipolítica, que es una reacción entendible en contra del oligopolio partidario. El llamado contra los políticos se originaba en la falta de apertura de las maquinarias partidarias anquilosadas que negaban el acceso a nuevos sectores y liderazgos.
El rechazo a la política no es nuevo, ocurre cuando esta no responde a las demandas ciudadanas.
La gente busca algo diferente: es el grito argentino : “Que se vayan todos” , o la manta en la universidad de Ecuador: “Que nos gobiernen las putas porque sus hijos fracasaron”. Las versiones más ilustradas piden a los sabios y a los incorruptibles.
El problema con estas posiciones es el virus antidemocrático que portan. En efecto, si se van todos, ¿quién gobierna?
Los estudiantes ecuatorianos tenían sustitutas, pero ¿se puede encargar el gobierno de un Estado a las meretrices?, dicho esto con el respeto que su dignidad humana merece.
El problema con los sabios es determinar la sabiduría que se necesita y quién los escoge. Con los moralistas, la experiencia histórica ha sido tremenda: mandan a todo el mundo a la hoguera y, al final, resultan también pecadores.
La democracia imperfecta, infiltrada por la corrupción, la ambición, los celos y la demagogia es capaz de funcionar en medio de todos los pecados capitales, gracias a una lógica, sintetizada por un dicho anglosajón: “Devils checking devils.”
Simple y pesimista, el hombre es lobo para el hombre, aceptémoslo y que cada quien vigile a su prójimo.
Apostar a la bondad innata de los hombres lleva siempre a resultados desastrosos: al terror en la Revolución francesa en nombre de la libertad y al archipiélago de Goulag en nombre de los proletarios oprimidos.
La política democrática es difícil, puede conducir a perversiones, pero me quedo con ella, la prefiero al autoritarismo en nombre de la solidaridad social o de la eficiencia económica.
Excelente artículo, los problemas de la democracia tienen una vía para su resolución: Más democracia, cualquier otra via lleva al desastre, la historia lo ha demostrado una y otra vez.