CUANDO se considera la religión, muchas personas dicen: ‘En todas las religiones hay algo bueno,’ o: ‘Todas las religiones son solo diferentes caminos que llevan a Dios.’
Es fácil entender por qué algunas personas hallarían algo bueno en casi cualquier religión, pues la mayoría de ellas hablan acerca del amor y enseñan que el asesinato, el robo y la mentira son cosas malas. Algunos grupos religiosos han enviado misioneros a poner en función hospitales y ayudar a los pobres. Y especialmente en los últimos dos siglos éstos han participado en la traducción y distribución de la Biblia, lo cual ha permitido que más personas se beneficien de la Palabra de Dios. (2 Timoteo 3:16) Sin embargo, conviene que nos preguntemos: ¿Cómo consideran Jehová y Jesucristo a las diferentes religiones?
Personas que creen que hay algo bueno en toda religión consideran que es tener una mente estrecha el creer que Dios no aceptaría a la mayoría de las personas sin importar la religión que tengan. Pero Jesús, quien conocía y reflejaba el pensamiento de su Padre, tomó un punto de vista diferente. (Juan 1:18; 8:28, 29) Ninguno de nosotros consideraría razonable el acusar de mentalidad estrecha al Hijo de Dios. Considere lo que él dijo en el Sermón del Monte:
“Entren por la puerta angosta; porque ancho y espacioso es el camino que conduce a la destrucción, y muchos son los que entran por él; mientras que angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la vida, y pocos son los que la hallan.”—Mateo 7:13, 14.
¿Qué se necesita para estar en ese camino angosto y tener la aprobación de Dios? Algunas personas, en armonía con el espíritu liberal o ecuménico moderno, contestarían: ‘Simplemente haga lo bueno y evite lastimar a otros,’ o: ‘Todo lo que se necesita es aceptar a Jesús como Señor.’ Pero Jesús dijo que se necesita mucho más:
“No todo el que me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino de los cielos, sino el que HACE LA VOLUNTAD DE MI PADRE que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no [es cierto que] . . . en tu nombre ejecutamos muchas obras poderosas?’ Y sin embargo, entonces les confesaré: ¡Nunca los conocí! Apártense de mí, obreros del desafuero.”—Mateo 7:21-23.
Es verdad que Jesús aconsejó contra el juzgar las faltas de poca importancia de otros. (Mateo 7:3-5; Romanos 14:1-4) Pero en cuanto al asunto vital de la religión, ejemplificó la necesidad de adherirse a la Biblia, y de hacer la voluntad del Padre. Jesús condenó prácticas y enseñanzas que estaban en conflicto con la Palabra de Dios. ¿Por qué? Porque sabía que el Diablo usa la religión para hacer que la gente caiga en su lazo. (2 Corintios 4:4) El recurso usual de Satanás es la falsedad, pero presentada de manera que parezca atractiva. (Génesis 3:4, 5; 1 Timoteo 4:1-3) Hasta entre los que afirman ser cristianos hay líderes religiosos que cumplen con los deseos del Diablo. (2 Corintios 11:13-15) Sus enseñanzas presentan en falsos colores los caminos amorosos y generosos de Jehová. Entonces, ¿extraña el que Jesús desenmascarara a los líderes o caudillos religiosos cuyas enseñanzas eran contrarias a las Escrituras?—Mateo 15:1-20; 23:1-38.
Se pudiera decir que muchas personas han heredado su religión. Otras sencillamente siguen a la mayoría que los rodea. Pero hasta si esto se hace con sinceridad, puede poner a la persona en el ‘camino ancho que conduce a la destrucción.’ (Juan 16:2; Proverbios 16:25) El apóstol Pablo (también llamado Saulo) había sido celoso en su religión, hasta llegar al punto de perseguir a los cristianos. Sin embargo, para ser aceptable a Dios tuvo que convertirse a un nuevo camino de adoración. (1 Timoteo 1:12-16; Hechos 8:1-3; 9:1, 2) Más tarde, escribió por inspiración que algunas personas muy religiosas de entonces tenían un “celo por Dios; mas no conforme a conocimiento exacto.” (Romanos 10:2) ¿Tiene usted conocimiento exacto de la voluntad de Dios manifestada en la Biblia? ¿Está usted obrando en armonía con ese conocimiento?
No tome esto a la ligera, quizás pensando que si usted no se halla con toda precisión en la senda correcta Dios comprenderá, sin que usted tenga que hacer cambios. Las Escrituras declaran que la voluntad de Dios es que la gente ‘llegue a un conocimiento exacto de la verdad,’ y entonces viva en armonía con ese conocimiento. (1 Timoteo 2:3, 4; Santiago 4:17) Dios predijo que en los “últimos días” muchas personas ‘tendrían una forma de devoción piadosa mas resultarían falsas a su poder.’ Mandó: “De éstos apártate.”—2 Timoteo 3:1-5.