Moidock: la autobiografía no autorizada.
Así que todo empezó porque rechacé una muchacha en el colegio, la cual, sin siquiera haber salido conmigo, ya mostraba ciertos signos de una persona no muy amable. Resultó que por eso se disgustó, y alguien que fue compañero mío del colegio con los humos muy altos, pues comenzó a decir que yo era gay.
Aunque yo dijera lo contrario y que la rechacé porque no la quería por no ser tan amable, la voz se corrió y todo era por el vacilón, así que no importaba lo que yo dijera. Una vez que el vacilón llegó a lo máximo, es ahí, estimado lector, donde empieza la parte entretenida de esta historia.
Esta parte comienza con que aquellos que “me descubrieron”, se endiosaron con todo este asunto, haciéndose extremadamente populares. Entonces comenzaron con actitudes como si fueran estrellas de Hollywood, y comenzaron a creerse intocables y personas de algún tipo de exclusividad.
Resulta que yo era un año mayor que ellos. Pues para aumentar su popularidad comenzaron con lo que se les está regresando ahora: sus famosas teorías.
Deseo aclarar antes, que lo sigue a continuación no está exactamente en el orden que pasó, o pasaron mientras pasaban otras.
Comenzaron diciendo a los cuatro vientos que yo, estando en el colegio ya estaba viejo y que mi edad era de 26 años, pero que aparentaba menos. Esto lo siguió y lo siguieron en las salidas con todos los “amigos” que hicieron gracias a su popularidad, su consigna, que eran mejores porque estaban más jóvenes.
Hasta que, un día, cuando llegaron a los 28-29 se les acabó el que yo “estaba viejo” cuando en una salida de popularidad, alguien les preguntó qué edad tenían. Ahí como que se dieron cuenta de que ya no estaban en el colegio, sin embargo, eso no les ha impedido a los 30 y tantos todavía seguir creyéndose los populares en los pasillos colegiales.
El karma regresa: después de todos estos años, yo me veo mucho más joven que ellos. Aunque tengo 35, la gente todavía me calcula unos 25-27.
Durante estos años de popularidad colegial extendida, tuvieron sus oportunidades para sacar más “cosas sucias de mí”. Cosas que han ido cayendo por su propio peso, y desde siempre cada “victoria” mía, era el fin del mundo y eran consideradas un “problema” por sus seguidores a quienes iban a informar sus majestades para pedirles consejos.
Un ejemplo común, es que yo a veces dormía de día, a lo que sacaron su famosa teoría de que yo era un vago que no tenía nada que hacer. Todo andaba muy bien, subieron mucho la popularidad con eso, hasta que cayó un día, al darse cuenta la gente que yo trabajaba muy tarde a veces (hasta las 2 de la mañana) para entregar trabajos de diseño publicitario así como también trabajos en video y efectos especiales. Además de tener trabajos ocasionales nocturnos, lo que me daba el derecho de a veces dormir tarde durante el día.
Una vez, tuvieron la maravillosa idea de tratar de hackearme la computadora donde yo hacía trabajos. No sólo para hacer daño o robarme trabajos y seguro presentarlos como de ellos en algún lado, sino que también para ver si había algo para incriminarme de algo allí. Notando cosas extrañas en la computadora, decidí instalar un “firewall” y un programa inspector de paquetes, para usar cada vez que me conectara a internet (eran los tiempos de internet por vía telefónica).
Y “voilá”, el firewall y el inspector de paquetes comenzaron a detectar intentos de intrusión dentro de la computadora (era una Macintosh). Sabiendo que soy adepto en lo que a computación se refiere, decidieron probar suerte, qué mal, mi firewall y mi inspector de paquetes me daban su IP y el método que estaban usando para hackearme la computadora.
La acción que tomé fue la siguiente: enviarles hacia el mismo IP en que se conectaban un regalito. El cual, provocaba que la computadora les diera una pantalla azul y les borrara la computadora.
Así les borré unas cinco (lo sé porque gente dentro de sus mismas filas que me conocían como realmente soy me lo decían), sin embargo, eso no los detuvo de volver a intentar al par de días de la misma manera. Simplemente seguí borrándoles y dejando inservibles sus máquinas, por un par de semanas, hasta que finalmente sus disco duros no pudieron aguantar más el que los borrara.
Luego notaron que yo no camino digamos de manera exactamente normal, las teorías de esto abundaban. Sin embargo, la simple explicación es la cicatriz de 30 centímetros que tengo en la pierna izquierda, y que no es secreto desde que estaba en el kínder. Es en este punto, donde les dejo que hagan teorías sobre el porqué de la cicatriz, cualquier cosa es válida para hacerse más popular.
Empecé a tener algunas salidas con mujeres, obviamente, al Cuartel General no le servía eso. Y lo mantenían en el más alto secreto de estado. Ya que pues, su reputación y odio que sembraban se basaba en tratar de seguir manteniendo que yo era gay.
Así que, bueno, para ellos cada vez que yo salía con una muchacha, era siempre una prima de veintitantos años que yo llevaba de la mano o la cintura y/o besaba. Obviamente me veían saliendo a algún lado con antiguos compañeros de colegio y/o trabajo o familiar y de inmediato corrían la voz de que yo andaba con novio nuevo. Mientras que, por supuesto, requerían de milimétricas pruebas y certificaciones de abogado para cuando yo tenía novia. Igual, dejo a la imaginación del lector, el espacio para que haga sus propias teorías.
Un defecto de personalidad que tengo, es que yo soy tacaño para comprar ropa, por lo que es común verme algo puesto durante un tiempo. Curiosamente, parte de ese defecto es que, para lo que son aparatos electrónicos, videojuegos y otras cosas “geek”, no me duele gastar dinero.
En fin, de allí salió la siguiente teoría: que yo era pobre y que debía hacerse mofa de eso, y ellos pretender a jugar que eran de mayor clase que yo. Obviamente, pues no lo eran, ya que para tener mejores cosas que yo, debían recibir contribuciones de quienes le seguían (¡y se las daban!).
Así que, para tener más ropa y cosas que yo, necesitaban de ayudas y contribuciones, aunque no fuera mucho lo que obtuvieran, estaban en mayor posición económica según ellos. Cualquier cosa que yo comprara, era el fin del mundo, porque ellos tenían que tenerla también, o algo mejor. Así que, no quedaba más que pedir “contribuciones”.
Se burlaban mucho de mi Sega Genesis (que por cierto ahora vale dinero para un coleccionista), mientras que ellos tiraban el Super Nintendo a la basura, porque las contribuciones les ayudaban a tener lo más nuevo en ese momento. Cuando me compré un Dreamcast (cuando en sus tiempos era lo máximo en consolas), fué el apocalipsis y casi el fin del mundo.
La crema y nata debía tener sólo lo mejor, y parecía que las contribuciones iban bajando como para poder ayudar en eso.
Por algún lado, metido también entre el nacimiento de las famosas teorías surgió una de las más interesantes: alrededor de los años 2005-2007 se me veía “hablando solo en la calle”, por lo que yo debía estar zafado de la cabeza.
Quizá, en realidad, fue mi culpa. Traer reproductores de MP3 miniatura y los kit de manos libres para mi teléfono móvil por internet en un momento en que no eran muy conocidos o populares en Costa Rica, pudo haber atraído algunas miradas de personas. Las cuales, no estaban tan al tanto de la tecnología que era nueva en ese momento.
¿Qué hacer para obtener más contribuciones de los fieles seguidores cada vez que una teoría caía?
Entramos al misticismo. Así es, entraron en el mundo de las fuerzas mágicas y ahora eran místicos, unos cuantos libros de magia y nuestros estimables personajes podían ver el futuro. ¿Qué vieron exactamente? Pues, que si ellos podían “ganarme”, ellos podrían conquistar el país y ser grandes gobernantes, puesto que su gran visión del futuro así se los dijo.
Unos cuantos “rituales”, y manejaron las fuerzas astrales del universo, libres para hacer su gran conquista. ¿Qué les deparaba su gran futuro?, se preguntarán. Pues ser grandes personalidades en el país con gran poder, serían los gobernantes de todo Costa Rica, todos tendrían que darles respeto y pagarles impuestos a ellos.
Se preguntará usted, estimado lector: “¿quién caería en eso?”. Mucha gente, aparentemente. Con ofrecimientos de altos puestos entre quienes les seguían y ayudaran, incluido el pago de tributos hacia ellos mismos, lograron que durante un tiempo mucha gente les diera dinero para poder continuar con los “rituales”.
¿Qué era el objetivo de estos rituales? Pues nada más y nada menos que invocar las energías astrales para su favor. Después de cada “ritual” se hacían más y más poderosos como dioses, y así podrían conseguir su objetivo de gobernar el país. Se complementaban con visiones místicas del futuro donde se veían rodeados del amor y seguimiento incondicional del país. A estas visiones se les agregaba, obviamente, las grandes recompensas a quienes más cercanamente les ayudaron a llegar allí.
Tanto se endiosaron estas figuras, que comenzaron a pedir a la gente que les rodeaba que les invocara como dioses cuando tenían problemas, así como lo lee, estimado lector, a quien le admiro haber llegado hasta esta parte de este relato.
Durante este tiempo, me dio por comenzar a coleccionar espadas (he tenido épocas en que he coleccionado diferentes tipos de cosas). Una mirada de un fiel seguidor, y las deidades entraron en pánico. ¿Para qué querría yo una espada de aluminio?
La solución la encontrarían en lo que les dijeran las fuerzas místicas, obviamente. De acuerdo a la visión provista por parte de las mismas: la pequeña espada de aluminio que yo acaba de comprar, era para mi liberación.
Yo tomaría mi espada mística de aluminio, el metal elegido por mi maldad, y haría guerra contra ellos. Les iría a matar, y acabar con todo lo bueno que ellos representaban (recuerden: yo soy el malvado acá). Como caballero envuelto en una armadura, cabalgando hacia el campo de batalla, yo haría guerra contra ellos, reuniría gente a mi favor y les asesinaría en una guerra.
También, según ellos, veían visiones de mi persona convirtiéndose en un dragón literalmente durante mis sueños, el cual, saldría a hacer guerra contra ellos y tomaría venganza. Hasta este punto, usted, amigo lector se preguntará: ¿quién seguiría creyendo tal historia digna de un libro fantástico?
Lamentablemente, mucha gente. Bajo la amenaza de mi creciente colección de espadas de aluminio (no tuve más de siete), la guerra se acercaba más y más. Por lo que, pedían más contribuciones para reunir las fuerzas astrales, y así, evitarla. Incluso, llegando a hacer discursos para quienes les seguían, sobre cómo debían estar mucho más unidos. Más que nada, en esos oscuros tiempos de guerra y sangre que se avecinaban.
“Entrenamientos”, por parte de sus deidades, también fueron parte de esos días para pelear, para el momento en que yo saliera a pelear, armado con mis espadas y el deseo de destruir la bondad que ellos representaban.
Ningún lugar estaba seguro, ni el cine, ni el centro comercial, ni el mercado central de la provincia, ni mucho menos la misa dominical (que según ellos iba a manchar con mi presencia), cualquier lugar donde yo estuviese, podían convertirse en el escenario donde yo comenzaría mi guerra, sacando mis espadas y matando sus seguidores en una masacre sin precedentes.
Pasó el tiempo, y la anunciada guerra, no pasaba. Mientras yo iba y venía del trabajo a la casa y viceversa, y salidas con amistades y familiares, la guerra se veía cada vez más lejos. Las deidades no bajaban la guardia.
Incluso, mi más grande logro diario, el cual es caminar de cinco a seis kilómetros diarios desde hace acá algún tiempo, desde el trabajo a mi casa, era un signo de que algo iba a pasar. ¿Por qué una persona como yo haría eso? Debe ser simplemente porque estaba loco, no debía haber otra explicación.
Nada tiene que ver con que el doctor me haya dicho que hiciera algún tipo de ejercicio, ni porque tampoco adoro caminar. Por supuesto que no, eso se debe de dejar a alguna nueva teoría.
Pasó más el tiempo y las cosas ya no eran como antes. ¿Qué pasaba? ¿Por qué el poder de sus deidades se hacía menos y menos?
No se sabe, se dice que la gente que les seguía perdió fe en ellos gradualmente, y les fueron dejando. Yo, me atrevo a pensar, que tal vez, al fin se dieron cuenta de la incómoda situación en que se habían metido. Pero eso se lo dejo a criterio de cada quién.
¿Qué les quedaba a sus deidades hacer para seguir y mantener lo que les quedaba de popularidad?
Al fin revelar su verdadera intención: ellos en realidad habían nacido condenados, y que, durante el juicio final, serían echados a las llamas del averno. Su misión era simplemente venir a la Tierra, y hacerme la vida imposible. Por lo que, para lograr su cometido, la gente debía seguirles todavía y darles donaciones.
Crea usted o no en el karma, querido lector, éstas personas aún muy conocidas, han perdido mucho o todo de lo que construyeron. Castillos construidos en el aire, han caído, amistades hechas con falsedades, perdidas. Toda, sino gran parte de su credibilidad yace ahora por el suelo.
Yo, por mi parte, estimado lector, doy por terminado mi heroico relato. Un relato, tristemente verosímil. Un relato cargado de engaño, decepción, drama y comedia.
Un circo sobre nada.