En muchas ocasiones nosotros nos aferramos a amores malos, simplemente por mero gusto, costumbre o hasta pinceladas de efímero placer, que no pasa de una noche. Y a veces por muy bueno que sea la relación íntima con alguien o por cualquier razón, nosotros como personas debemos valorar nuestra presencia y lo que aportamos a la otra persona. De no hacerlo, corremos el riesgo, de estar atrapados en una mala relación, y nos perdemos de buenas experiencias.
Es por eso, que necesitamos donar que la gente que no quiere estar, que no se quiere citarse; que tome revoloteo, que parta, que se marche. No podemos proseguir asidos a los ausentes, sin embargo sus grosores están acá, sus mentes divagan en un océano de adoraciones, en las cuales nosotros; ahora no estamos. Y es que lo cierto, es que cuando esto ocurre, debemos delegar que ellos mismos, se marchen por el porcentaje de sus propias potencias, o lo que es lo mismo: “si juegan a perdernos, hay que legar que ganen”, puesto que de nada sirve estar con un cariño que ahora no está acá, hola, Marco Antonio, por aquí y hoy en día quiero escoltar esta cautela que escribí, espero que te guste.
A los que juegan a perderte déjales ganar, pues no valoraron el tremendo amor que significaste. A los que juegan a perderte, permíteles un mundo carente de ti, de anhelos escondidos, de sueños sin cumplir y de noches frías. De tardes sin tus besos, sin domingos sin tus caricias. Porque tú no perdiste, él está sin ti.
Déjale lograr, tú sobrevivirás, encontrarás tu recinto entre el amanecer; ahora no te derrumbarás al advertir la ingenuidad. Porque no hay ninguno en el espacio tan fuerte como tú. Al anochecer volverás a principiar. Si juega a perderte, déjalo allá, no sufras más afecto, no desgarres tu espíritu, pensando en lo que de tu edad se fue. Este te buscará entre los desperdicios de su incomunicación, ahí adonde ahora no estás tú. Ya no tendrás que sobrevivir mintiéndote, diciéndote que este afecto es bendito; incluso cuando por internamente tu quid, sufre. Pues recuerda, que el interior, le pertenece a la sonrisa que le hace sonreír. A los que juegan a perderte, déjales conseguir, dado que tú eres demasiado gusto para tanta desaparición, para tan pasividad para tanto desamor, y para tanta negación de calina y promesas dulces.
Es por eso, que necesitamos donar que la gente que no quiere estar, que no se quiere citarse; que tome revoloteo, que parta, que se marche. No podemos proseguir asidos a los ausentes, sin embargo sus grosores están acá, sus mentes divagan en un océano de adoraciones, en las cuales nosotros; ahora no estamos. Y es que lo cierto, es que cuando esto ocurre, debemos delegar que ellos mismos, se marchen por el porcentaje de sus propias potencias, o lo que es lo mismo: “si juegan a perdernos, hay que legar que ganen”, puesto que de nada sirve estar con un cariño que ahora no está acá, hola, Marco Antonio, por aquí y hoy en día quiero escoltar esta cautela que escribí, espero que te guste.
A los que juegan a perderte déjales ganar, pues no valoraron el tremendo amor que significaste. A los que juegan a perderte, permíteles un mundo carente de ti, de anhelos escondidos, de sueños sin cumplir y de noches frías. De tardes sin tus besos, sin domingos sin tus caricias. Porque tú no perdiste, él está sin ti.
Déjale lograr, tú sobrevivirás, encontrarás tu recinto entre el amanecer; ahora no te derrumbarás al advertir la ingenuidad. Porque no hay ninguno en el espacio tan fuerte como tú. Al anochecer volverás a principiar. Si juega a perderte, déjalo allá, no sufras más afecto, no desgarres tu espíritu, pensando en lo que de tu edad se fue. Este te buscará entre los desperdicios de su incomunicación, ahí adonde ahora no estás tú. Ya no tendrás que sobrevivir mintiéndote, diciéndote que este afecto es bendito; incluso cuando por internamente tu quid, sufre. Pues recuerda, que el interior, le pertenece a la sonrisa que le hace sonreír. A los que juegan a perderte, déjales conseguir, dado que tú eres demasiado gusto para tanta desaparición, para tan pasividad para tanto desamor, y para tanta negación de calina y promesas dulces.