En realidad tiene como base el razonamiento de que la fe no es un mecanismo para llegar a la verdad. Lo cual es obvio. Por que una y otra vez los cristianos cuando dialogan con ateos siempre quedan en rídiculo. Siempre. Una, dos, mil veces. Siempre pasa lo mismo. De hecho, uno podría preguntarse porque siempre que alguien que cree en la cigueña lo aplasta alguíen que cree que los humanos nos reproducimos teniendo relaciones sexuales.