¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez, hablando de la creciente violencia en el país. Primero fue Fabricio Alvarado, soltando la bomba de un posible “estado de excepción” a finales de agosto, y ahora nos sale Laura Fernández con la idea de levantar las garantías individuales en las zonas más peligrosas. Parece que la cosa está bien caliente, mi gente.
La propuesta de Fernández, presentada durante su reciente plan de gobierno, busca, según ella, “sacar informalidad de la circulación” y aplicar la ley con más rigor en barrios donde la delincuencia anda haciendo de las suyas. Imaginen la escena: policía allanando casas con órdenes especiales porque sí, basándose en qué dicen que la “inteligencia policial” detectó que ahí andan cosas raras. Suena a película, ¿verdad?
Pero ojo, que esto no es un juego. Esto viene a tocar fibras sensibles, directamente nuestras libertades individuales, esas que tanto costó ganar. Recordemos que la Constitución Política nos ampara con derechos básicos como la libertad de movimiento, el derecho a la intimidad, la inviolabilidad del domicilio... Cosas que damos por sentadas, pero que pueden desaparecer tan rápido como un pan bendito en la boca de un nene hambrientito.
Y para entender bien la gravedad de la situación, miren estos números: llevamos ya casi 700 homicidios este año, superando ampliamente el conteo del año pasado. ¡Esto es de locura! El OIJ estima que podríamos llegar fácilmente a los 900 al final del año, y ni se descarta superar los fatídicos 907 del 2023, el año más sangriento de nuestra historia. Ya la cosa está salada, diay.
En medio de este panorama oscuro, las autoridades gritan a los cuatro vientos que necesitan más plata para la policía, más personal, más control territorial. Pero parece que nadie se anima a ir al meollo del asunto: ¿cómo frenar la raíz de este problema? ¿Solo con más balas y más leyes restrictivas, sin abordar las causas sociales que alimentan esta espiral de violencia? ¡Qué brete!
La oposición, representada por figuras como Montserrat Ruíz, ha sido rápida en criticar la propuesta de Fernández, advirtiendo que no podemos sacrificar nuestras libertades en nombre de la seguridad. “Las garantías individuales no son un lujo, son el escudo que protege nuestra democracia”, dijo Ruíz en redes sociales. Y vaya que tiene razón. Caer en el autoritarismo nunca es la solución, aunque la desesperación pueda nublar nuestros juicios.
Mientras tanto, expertos en criminología, como Tania Molina, señalan que levantar las garantías en ciertos barrios simplemente no va a solucionar el problema. Lo único que lograría, según ella, es crear un ambiente de mayor tensión y desconfianza entre la población y las fuerzas de seguridad. Además, abren paso a posibles abusos de autoridad y arbitrariedades policiales. ¡Qué torta sería eso!
Entonces, díganme ustedes, mi gente: ¿Estamos dispuestos a renunciar a algunas de nuestras libertades fundamentales para sentirnos un poquito más seguros? ¿Creen que levantar las garantías individuales, aunque sea en zonas específicas, es una medida efectiva para combatir la delincuencia, o es solo una cortina de humo que nos aleja de las soluciones reales? Dejen sus comentarios abajo, quiero saber qué piensan de toda esta vaina…
La propuesta de Fernández, presentada durante su reciente plan de gobierno, busca, según ella, “sacar informalidad de la circulación” y aplicar la ley con más rigor en barrios donde la delincuencia anda haciendo de las suyas. Imaginen la escena: policía allanando casas con órdenes especiales porque sí, basándose en qué dicen que la “inteligencia policial” detectó que ahí andan cosas raras. Suena a película, ¿verdad?
Pero ojo, que esto no es un juego. Esto viene a tocar fibras sensibles, directamente nuestras libertades individuales, esas que tanto costó ganar. Recordemos que la Constitución Política nos ampara con derechos básicos como la libertad de movimiento, el derecho a la intimidad, la inviolabilidad del domicilio... Cosas que damos por sentadas, pero que pueden desaparecer tan rápido como un pan bendito en la boca de un nene hambrientito.
Y para entender bien la gravedad de la situación, miren estos números: llevamos ya casi 700 homicidios este año, superando ampliamente el conteo del año pasado. ¡Esto es de locura! El OIJ estima que podríamos llegar fácilmente a los 900 al final del año, y ni se descarta superar los fatídicos 907 del 2023, el año más sangriento de nuestra historia. Ya la cosa está salada, diay.
En medio de este panorama oscuro, las autoridades gritan a los cuatro vientos que necesitan más plata para la policía, más personal, más control territorial. Pero parece que nadie se anima a ir al meollo del asunto: ¿cómo frenar la raíz de este problema? ¿Solo con más balas y más leyes restrictivas, sin abordar las causas sociales que alimentan esta espiral de violencia? ¡Qué brete!
La oposición, representada por figuras como Montserrat Ruíz, ha sido rápida en criticar la propuesta de Fernández, advirtiendo que no podemos sacrificar nuestras libertades en nombre de la seguridad. “Las garantías individuales no son un lujo, son el escudo que protege nuestra democracia”, dijo Ruíz en redes sociales. Y vaya que tiene razón. Caer en el autoritarismo nunca es la solución, aunque la desesperación pueda nublar nuestros juicios.
Mientras tanto, expertos en criminología, como Tania Molina, señalan que levantar las garantías en ciertos barrios simplemente no va a solucionar el problema. Lo único que lograría, según ella, es crear un ambiente de mayor tensión y desconfianza entre la población y las fuerzas de seguridad. Además, abren paso a posibles abusos de autoridad y arbitrariedades policiales. ¡Qué torta sería eso!
Entonces, díganme ustedes, mi gente: ¿Estamos dispuestos a renunciar a algunas de nuestras libertades fundamentales para sentirnos un poquito más seguros? ¿Creen que levantar las garantías individuales, aunque sea en zonas específicas, es una medida efectiva para combatir la delincuencia, o es solo una cortina de humo que nos aleja de las soluciones reales? Dejen sus comentarios abajo, quiero saber qué piensan de toda esta vaina…