¡Ay, Dios mío, qué bronca! La Asamblea Legislativa parecía un circo este jueves, señores. Los arroceros, esos que siempre andan encima de los políticos buscando sus cositas, llegaron con todo contra el diputado Alexander Barrantes. Parece que el asunto del Fonarroz se les vino encima y decidieron descargar toda la frustración con carteles que… bueno, digamos que no eran precisamente flores.
Todo empezó con las 50 mociones de reiteración que Barrantes le metió al proyecto del Fonarroz durante el debate en primer debate. Imagínense la escena: diputados discutiendo, los arroceros pegados a la barra pública, y de repente, ¡boom! Aparecen los carteles. Uno decía “borracho”, otro “vaya a Alcohólicos Anónimos”, y para colmo, le dibujaron la cara al pobre diputado en el cuerpo de un boxeador, con el título de ‘King Manazos’. ¡Una verdadera torta!
Y no es que Barrantes esté pasando por un buen momento, chunches. La semana pasada protagonizó un choque en un parqueo público, y los videos que circularon por WhatsApp mostraron al diputado en medio de una pelea, discutiendo acalorado con otro señor. Dicen que estaba ‘pasao’, como decimos acá, bien descontrolado. Así que, ya ven, los arroceros no andaban inventando cosas, tenían material de sobra para alimentar su indignación.
Lo que siguió fue un verdadero escándalo en el Plenario. La diputada Daniel Vargas, compañera de partido de Barrantes, explotó en cólera, calificando la manifestación de “ofensiva” y exigiendo a la Presidencia que no lo permitiera. Se armó un brete, diay. Vargas defendió el derecho a manifestarse, pero dejó claro que había límites, que eso de atacar a las personas directamente ya es otra cosa.
Hasta la diputada Pilar Cisneros se sumó a la crítica, diciendo que “la gente puede venir a protestar, pero eso de los insultos no lo podemos permitir”. Le soltó unas frases duras a la presidenta de la Asamblea, Vanessa Castro, pidiéndole que pusiera orden, porque sino, “carece de competencias cuando quiera poner orden mañana”. ¡Imagínense el ambiente! Un churro, señores, un churro.
Castro, tratando de apaciguar las aguas, pidió a los arroceros que retiraran los rótulos más ofensivos. Pero como diríamos aquí, “no todos entienden de buenos modales”. Algunos diputados liberacionistas, como Luis Fernando Mendoza y Dinorah Barquero, e incluso la diputada independiente Kattia Cambronero, defendieron a los arroceros, argumentando que “ellos son el soberano y nosotros tenemos que escucharlos, porque ellos nos pusieron aquí”. Pues ahí lo tienen, la política pura.
Finalmente, los arroceros cedieron un poco y quitaron algunos de los carteles más agresivos, aunque se quedaron plantados en la barra pública, observando cómo avanzaba el debate del proyecto de ley. Al final del día, el Fonarroz sigue en el aire, Barrantes está en el ojo del huracán, y los arroceros demostraron que saben defender sus intereses… a veces, con métodos poco ortodoxos, vamos a decirlo así. Es que la agricultura es dura, y estos señores no se andan con rodeos, bretes que hasta para pedirle al gobierno van a hacer ruido.
Con todo este rollo, me pregunto: ¿hasta dónde llega el derecho a la protesta? ¿Deberían haber permitido los carteles con mensajes tan fuertes, o era justo detenerlos para mantener el decoro de la Asamblea? ¿Creen que esto afectará seriamente la aprobación del Fonarroz, o es solo una tempestad en un vaso de agua?
Todo empezó con las 50 mociones de reiteración que Barrantes le metió al proyecto del Fonarroz durante el debate en primer debate. Imagínense la escena: diputados discutiendo, los arroceros pegados a la barra pública, y de repente, ¡boom! Aparecen los carteles. Uno decía “borracho”, otro “vaya a Alcohólicos Anónimos”, y para colmo, le dibujaron la cara al pobre diputado en el cuerpo de un boxeador, con el título de ‘King Manazos’. ¡Una verdadera torta!
Y no es que Barrantes esté pasando por un buen momento, chunches. La semana pasada protagonizó un choque en un parqueo público, y los videos que circularon por WhatsApp mostraron al diputado en medio de una pelea, discutiendo acalorado con otro señor. Dicen que estaba ‘pasao’, como decimos acá, bien descontrolado. Así que, ya ven, los arroceros no andaban inventando cosas, tenían material de sobra para alimentar su indignación.
Lo que siguió fue un verdadero escándalo en el Plenario. La diputada Daniel Vargas, compañera de partido de Barrantes, explotó en cólera, calificando la manifestación de “ofensiva” y exigiendo a la Presidencia que no lo permitiera. Se armó un brete, diay. Vargas defendió el derecho a manifestarse, pero dejó claro que había límites, que eso de atacar a las personas directamente ya es otra cosa.
Hasta la diputada Pilar Cisneros se sumó a la crítica, diciendo que “la gente puede venir a protestar, pero eso de los insultos no lo podemos permitir”. Le soltó unas frases duras a la presidenta de la Asamblea, Vanessa Castro, pidiéndole que pusiera orden, porque sino, “carece de competencias cuando quiera poner orden mañana”. ¡Imagínense el ambiente! Un churro, señores, un churro.
Castro, tratando de apaciguar las aguas, pidió a los arroceros que retiraran los rótulos más ofensivos. Pero como diríamos aquí, “no todos entienden de buenos modales”. Algunos diputados liberacionistas, como Luis Fernando Mendoza y Dinorah Barquero, e incluso la diputada independiente Kattia Cambronero, defendieron a los arroceros, argumentando que “ellos son el soberano y nosotros tenemos que escucharlos, porque ellos nos pusieron aquí”. Pues ahí lo tienen, la política pura.
Finalmente, los arroceros cedieron un poco y quitaron algunos de los carteles más agresivos, aunque se quedaron plantados en la barra pública, observando cómo avanzaba el debate del proyecto de ley. Al final del día, el Fonarroz sigue en el aire, Barrantes está en el ojo del huracán, y los arroceros demostraron que saben defender sus intereses… a veces, con métodos poco ortodoxos, vamos a decirlo así. Es que la agricultura es dura, y estos señores no se andan con rodeos, bretes que hasta para pedirle al gobierno van a hacer ruido.
Con todo este rollo, me pregunto: ¿hasta dónde llega el derecho a la protesta? ¿Deberían haber permitido los carteles con mensajes tan fuertes, o era justo detenerlos para mantener el decoro de la Asamblea? ¿Creen que esto afectará seriamente la aprobación del Fonarroz, o es solo una tempestad en un vaso de agua?