¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez con el lío de Puerto Caldera. Resulta que la Contraloría General anda echándose la potra con el Incop, mientras el puerto, dicen, va camino a irse al traste. Ya saben, la historia de nunca acabar, llena de tecnicismos y demoras que nos hacen sudar frío a todos los que dependemos del comercio exterior.
La bronca, como bien sabemos, viene de que Caldera necesita una modernización urgente. El ministro Tovar soltó la bomba diciendo que el lugar está en ‘colapso’, y vaya que se nota. Camiones atascados hasta donde alcanza la vista, contenedores apilados como si fueran torres, y precios de importación y exportación por las nubes. Un verdadero fiestón… ¡pero no del bueno!
Según la Contraloría, ellos ya hicieron su parte hace meses, resolvieron el recurso de objeción el 5 de agosto y ahora le están dando la patada al balón al Incop. Dicen que el problema son las innumerables objeciones que las empresas privadas van presentando, cada una más complicada que la anterior. Y ahí es donde entra la cuestión de los tiempos, porque cada objeción tiene que ser atendida en plazos definidos, lo que alarga aún más el proceso.
Pero ojo, que el Incop no se queda callado. Ellos contraargumentan diciendo que la Contraloría anda frenando el proceso desde el 2020 y que les piden que asuman su responsabilidad. Además, señalan que las empresas han encontrado hasta faltas de ortografía en el pliego de condiciones. ¡Imagínate! Objeciones frívolas, dice el ministro, que solo sirven para alargar los plazos. Parece sacado de una novela, ¿verdad?
Y ni hablar de los empresarios, que ya están desesperados. Trece cámaras empresariales emitieron un comunicado conjunto, advirtiendo que la situación es crítica y que la modernización de Caldera es vital para la competitividad del país. Piden que la Contraloría agilice los procesos y que la concesión se adjudique antes de que termine el 2026. Porque si no, dice la vaina, las consecuencias podrían ser peores que encontrarle gallinas peladas en el arroz.
Las organizaciones empresariales, desde Uccaep hasta Amcham, están poniendo toda la carne al asador, mostrando su disposición de colaborar con el Incop para sacar adelante este proyecto. Pero la verdad es que la incertidumbre pesa como una piedra. Cada día que pasa, los sobrecostos logísticos aumentan, y eso termina afectándonos a todos, desde el vendedor ambulante hasta el dueño de una gran empresa.
El problema es que estamos a pocos años de que expire la concesión actual, en 2026. El tiempo apremia, y las excusas ya no sirven. Necesitamos soluciones rápidas y efectivas, no más dilaciones ni juegos de culparse unos a otros. Es hora de que la Contraloría y el Incop pongan sus diferencias a un lado y trabajen juntos por el bien del país, antes de que Caldera se convierta en un recuerdo triste.
Con todo este batallar, me surge una pregunta: ¿Crees tú que realmente podemos esperar una solución rápida para el problema de Caldera, o esto se seguirá arrastrando indefinidamente, afectando la economía nacional? ¡Comentá abajo qué piensas!
La bronca, como bien sabemos, viene de que Caldera necesita una modernización urgente. El ministro Tovar soltó la bomba diciendo que el lugar está en ‘colapso’, y vaya que se nota. Camiones atascados hasta donde alcanza la vista, contenedores apilados como si fueran torres, y precios de importación y exportación por las nubes. Un verdadero fiestón… ¡pero no del bueno!
Según la Contraloría, ellos ya hicieron su parte hace meses, resolvieron el recurso de objeción el 5 de agosto y ahora le están dando la patada al balón al Incop. Dicen que el problema son las innumerables objeciones que las empresas privadas van presentando, cada una más complicada que la anterior. Y ahí es donde entra la cuestión de los tiempos, porque cada objeción tiene que ser atendida en plazos definidos, lo que alarga aún más el proceso.
Pero ojo, que el Incop no se queda callado. Ellos contraargumentan diciendo que la Contraloría anda frenando el proceso desde el 2020 y que les piden que asuman su responsabilidad. Además, señalan que las empresas han encontrado hasta faltas de ortografía en el pliego de condiciones. ¡Imagínate! Objeciones frívolas, dice el ministro, que solo sirven para alargar los plazos. Parece sacado de una novela, ¿verdad?
Y ni hablar de los empresarios, que ya están desesperados. Trece cámaras empresariales emitieron un comunicado conjunto, advirtiendo que la situación es crítica y que la modernización de Caldera es vital para la competitividad del país. Piden que la Contraloría agilice los procesos y que la concesión se adjudique antes de que termine el 2026. Porque si no, dice la vaina, las consecuencias podrían ser peores que encontrarle gallinas peladas en el arroz.
Las organizaciones empresariales, desde Uccaep hasta Amcham, están poniendo toda la carne al asador, mostrando su disposición de colaborar con el Incop para sacar adelante este proyecto. Pero la verdad es que la incertidumbre pesa como una piedra. Cada día que pasa, los sobrecostos logísticos aumentan, y eso termina afectándonos a todos, desde el vendedor ambulante hasta el dueño de una gran empresa.
El problema es que estamos a pocos años de que expire la concesión actual, en 2026. El tiempo apremia, y las excusas ya no sirven. Necesitamos soluciones rápidas y efectivas, no más dilaciones ni juegos de culparse unos a otros. Es hora de que la Contraloría y el Incop pongan sus diferencias a un lado y trabajen juntos por el bien del país, antes de que Caldera se convierta en un recuerdo triste.
Con todo este batallar, me surge una pregunta: ¿Crees tú que realmente podemos esperar una solución rápida para el problema de Caldera, o esto se seguirá arrastrando indefinidamente, afectando la economía nacional? ¡Comentá abajo qué piensas!