¡Ay, Dios mío! Esto se puso caliente, chavos. Resulta que Rodrigo Chaves, nuestro presidente, no va a asistir a la sesión del Congreso donde iban a discutir si le quitan o no la inmunidad. Según la Presidencia, él no quiere “prestarse a intereses politiqueros”. Claramente, la cosa está pegajosa, como un pan dulce con miel.
Para ponerlos al día, esto viene de allá atrás, cuando salió a luz un audio bastante comprometedor de Vanessa Castro, la vicepresidenta de la Asamblea. En el audio, se escucha que ella y unas asesoras estaban hablando de cómo evitar que hubiera votación porque, según dicen, la oposición no tenía los votos necesarios para echarlo. Un toquete, vamos.
Y ojo, que esto no es cualquier vaina. La inmunidad presidencial es como tener un escudo legal que te protege mientras estás en el puesto. Te permite trabajar sin que te anden persiguiendo por cualquier cosita. Pero cuando se levanta, el Tribunal Supremo de Elecciones puede retomar esas quince denuncias que ya tiene sobre él y, si lo encuentran culpable, ¡pum!, lo pueden destituir y dejarlo cuatro años sin poder postularse a ningún cargo público. ¡Una bronca gorda!
La acusación principal es de “beligerancia política”, que en cristiano significa usar plata pública o hacer campañas políticas para favorecer a alguien. El tema es que la Fiscalía lo está investigando por eso mismo, y ahora quieren avanzar con el caso. Imagínense el revuelo si le quitan la inmunidad... ¡Se armaría la pachanga!
Ahora bien, la oposición necesitaba 38 votos para quitarle el fuero, pero parece que andaban cortos. El PUSC, que tiene nueve diputados, es clave en este juego. Antes, cinco de esos diputados votaron en contra de levantarle la inmunidad por otro asunto, una especie de conchudeo, y desde entonces, la fracción anda más callada que monje rezando. Ya nadie sabe qué van a hacer, qué les da más pena.
Pero no todo es para la oposición. Liberación Nacional, el Frente Amplio, el Partido Liberal Progresista y algunos diputados independientes estarían listos para darle el visto bueno a levantar la inmunidad, sumando alrededor de 34 votos. Nueva República, esos siempre negativos, ya dijeron que no van a votar a favor, y tampoco podemos contar con el apoyo de Pilar Cisneros, una oficialista que anda con cuidado. Una situación bien complicada, como buscar aguacate en Navidad.
El presidente, antes de anunciar que no iba a ir a la sesión, mandó un mensaje a los diputados advirtiéndoles que si votan para quitarle la inmunidad, habrá consecuencias y un gran rechazo popular. Amenazitas, vaya. Como dice mi abuela, “el que amenaza, dispara”. Veremos quién tiene razón al final de la película. Este brete se avecina largo y turbulento, mis queridos lectores, ¡que no nos falte palomita para ver el espectáculo!
Entonces, chavos, me pregunto: ¿Creen que la decisión de Chaves de no asistir a la sesión es una estrategia inteligente para ganarse la simpatía popular o simplemente una forma de evitar enfrentarse a una derrota inevitable? Déjenme sus opiniones en los comentarios, ¡quiero saber qué piensan ustedes sobre esta controversia nacional!
Para ponerlos al día, esto viene de allá atrás, cuando salió a luz un audio bastante comprometedor de Vanessa Castro, la vicepresidenta de la Asamblea. En el audio, se escucha que ella y unas asesoras estaban hablando de cómo evitar que hubiera votación porque, según dicen, la oposición no tenía los votos necesarios para echarlo. Un toquete, vamos.
Y ojo, que esto no es cualquier vaina. La inmunidad presidencial es como tener un escudo legal que te protege mientras estás en el puesto. Te permite trabajar sin que te anden persiguiendo por cualquier cosita. Pero cuando se levanta, el Tribunal Supremo de Elecciones puede retomar esas quince denuncias que ya tiene sobre él y, si lo encuentran culpable, ¡pum!, lo pueden destituir y dejarlo cuatro años sin poder postularse a ningún cargo público. ¡Una bronca gorda!
La acusación principal es de “beligerancia política”, que en cristiano significa usar plata pública o hacer campañas políticas para favorecer a alguien. El tema es que la Fiscalía lo está investigando por eso mismo, y ahora quieren avanzar con el caso. Imagínense el revuelo si le quitan la inmunidad... ¡Se armaría la pachanga!
Ahora bien, la oposición necesitaba 38 votos para quitarle el fuero, pero parece que andaban cortos. El PUSC, que tiene nueve diputados, es clave en este juego. Antes, cinco de esos diputados votaron en contra de levantarle la inmunidad por otro asunto, una especie de conchudeo, y desde entonces, la fracción anda más callada que monje rezando. Ya nadie sabe qué van a hacer, qué les da más pena.
Pero no todo es para la oposición. Liberación Nacional, el Frente Amplio, el Partido Liberal Progresista y algunos diputados independientes estarían listos para darle el visto bueno a levantar la inmunidad, sumando alrededor de 34 votos. Nueva República, esos siempre negativos, ya dijeron que no van a votar a favor, y tampoco podemos contar con el apoyo de Pilar Cisneros, una oficialista que anda con cuidado. Una situación bien complicada, como buscar aguacate en Navidad.
El presidente, antes de anunciar que no iba a ir a la sesión, mandó un mensaje a los diputados advirtiéndoles que si votan para quitarle la inmunidad, habrá consecuencias y un gran rechazo popular. Amenazitas, vaya. Como dice mi abuela, “el que amenaza, dispara”. Veremos quién tiene razón al final de la película. Este brete se avecina largo y turbulento, mis queridos lectores, ¡que no nos falte palomita para ver el espectáculo!
Entonces, chavos, me pregunto: ¿Creen que la decisión de Chaves de no asistir a la sesión es una estrategia inteligente para ganarse la simpatía popular o simplemente una forma de evitar enfrentarse a una derrota inevitable? Déjenme sus opiniones en los comentarios, ¡quiero saber qué piensan ustedes sobre esta controversia nacional!