¡Aguante, pura vida y tremenda noticia para el país! Resulta que Costa Rica, esa chincha que siempre da sorpresas, ha dado un giro histórico en sus exportaciones. Olvidémonos de los viejos tiempos donde solo mandábamos café, banano y carne – que sí, eran importantes – porque ahora somos una máquina exportadora de cosas que ni nos imaginábamos. Según PROCOMER, hemos pasado de mandar cuatro productos básicos en los ‘80 a ofrecer más de 4.000 bienes y servicios a unos 150 países en 2024. ¡Un changüí, señores!
¿Cómo llegamos a esto, se preguntarán? Pues parece que alguien le puso empeño al brete. PROCOMER explica que esto es producto de cuatro décadas de decisiones bien pensadas, tanto por parte del gobierno como del sector privado. No fue un día, sino una estrategia constante de innovación y adaptación a los mercados globales. Imagínense, hace poco más de treinta años, si le decías a alguien que íbamos a estar vendiendo software, chips electrónicos y hasta servicios de call center a medio mundo, te hubieran mirado como si estuvieras loco.
Y hablando de números, los datos son impresionantes. En la última década (2014-2024), nuestras exportaciones han crecido un 8% anual en promedio. Pero lo realmente interesante es que ese crecimiento no se basa en lo mismo de siempre. Ahora, la manufactura avanzada ocupa el 84% del sector industrial de bienes que exportamos, y los servicios que requieren mucha cabeza, tipo consultoría y tecnología, representan el 58% de lo que vendemos en ese rubro. Demuestra que nos estamos moviendo hacia actividades que exigen más cerebro y habilidades especiales.
Pero no todo es chamba intelectual. La exportación también ha generado muchísimos empleos. Para el 2024, casi 709.000 personas encontraron sustento gracias a esto. Y lo mejor de todo es que esos empleos no se quedan solamente en San José. Casi el 19% de la actividad exportadora ocurre fuera de la Gran Área Metropolitana, dando oportunidad a gente de otras partes del país. ¡Eso sí que es distribuír la riqueza, mi pana!
Laura López, gerente general de PROCOMER, lo resumió perfecto: “Pasar de cuatro productos a más de cuatro mil es prueba de que nuestra economía aprendió a reinventarse”. Es verdad, nos tocó adaptarnos a los cambios, ser creativos y buscar nuevos caminos. Este estudio demuestra que cuando nos ponemos las pilas, podemos competir con cualquiera, incluso con los más cargados.
Mirando hacia atrás, vemos que dejamos atrás la vieja dependencia de los productos tradicionales. Antes, más del 90% de lo que enviábamos al extranjero era café, banano… esas cositas. Hoy, la balanza se inclinó totalmente hacia lo nuevo, lo moderno. Esto nos permite responder rápido a lo que pide el mundo y aprovechar cualquier oportunidad que se presente. Por ejemplo, verán que tenemos una presencia muy fuerte en Norteamérica, Europa, Asia y Latinoamérica – mercados que buscan productos y servicios de alta calidad.
Ahora, la onda es el “nearshoring” – empresas extranjeras que trasladan sus operaciones acá. También hay que apostarle a la digitalización, a las energías limpias y a los servicios de tecnología. Costa Rica ya tiene la maquinaria lista para sacar provecho de estas tendencias, y eso es una gran ventaja. PROCOMER dice que estamos entrando en una nueva etapa, con una producción más variada y sofisticada. ¡Vamos a romperla, pura vida!
Con toda esta información, me pregunto: ¿cree usted que Costa Rica puede seguir creciendo en estos sectores de exportación sin perder su identidad cultural y valores fundamentales? ¿Cuál sería la mejor manera de asegurar que este crecimiento beneficie a todos los costarricenses, sin dejar a nadie atrás?
¿Cómo llegamos a esto, se preguntarán? Pues parece que alguien le puso empeño al brete. PROCOMER explica que esto es producto de cuatro décadas de decisiones bien pensadas, tanto por parte del gobierno como del sector privado. No fue un día, sino una estrategia constante de innovación y adaptación a los mercados globales. Imagínense, hace poco más de treinta años, si le decías a alguien que íbamos a estar vendiendo software, chips electrónicos y hasta servicios de call center a medio mundo, te hubieran mirado como si estuvieras loco.
Y hablando de números, los datos son impresionantes. En la última década (2014-2024), nuestras exportaciones han crecido un 8% anual en promedio. Pero lo realmente interesante es que ese crecimiento no se basa en lo mismo de siempre. Ahora, la manufactura avanzada ocupa el 84% del sector industrial de bienes que exportamos, y los servicios que requieren mucha cabeza, tipo consultoría y tecnología, representan el 58% de lo que vendemos en ese rubro. Demuestra que nos estamos moviendo hacia actividades que exigen más cerebro y habilidades especiales.
Pero no todo es chamba intelectual. La exportación también ha generado muchísimos empleos. Para el 2024, casi 709.000 personas encontraron sustento gracias a esto. Y lo mejor de todo es que esos empleos no se quedan solamente en San José. Casi el 19% de la actividad exportadora ocurre fuera de la Gran Área Metropolitana, dando oportunidad a gente de otras partes del país. ¡Eso sí que es distribuír la riqueza, mi pana!
Laura López, gerente general de PROCOMER, lo resumió perfecto: “Pasar de cuatro productos a más de cuatro mil es prueba de que nuestra economía aprendió a reinventarse”. Es verdad, nos tocó adaptarnos a los cambios, ser creativos y buscar nuevos caminos. Este estudio demuestra que cuando nos ponemos las pilas, podemos competir con cualquiera, incluso con los más cargados.
Mirando hacia atrás, vemos que dejamos atrás la vieja dependencia de los productos tradicionales. Antes, más del 90% de lo que enviábamos al extranjero era café, banano… esas cositas. Hoy, la balanza se inclinó totalmente hacia lo nuevo, lo moderno. Esto nos permite responder rápido a lo que pide el mundo y aprovechar cualquier oportunidad que se presente. Por ejemplo, verán que tenemos una presencia muy fuerte en Norteamérica, Europa, Asia y Latinoamérica – mercados que buscan productos y servicios de alta calidad.
Ahora, la onda es el “nearshoring” – empresas extranjeras que trasladan sus operaciones acá. También hay que apostarle a la digitalización, a las energías limpias y a los servicios de tecnología. Costa Rica ya tiene la maquinaria lista para sacar provecho de estas tendencias, y eso es una gran ventaja. PROCOMER dice que estamos entrando en una nueva etapa, con una producción más variada y sofisticada. ¡Vamos a romperla, pura vida!
Con toda esta información, me pregunto: ¿cree usted que Costa Rica puede seguir creciendo en estos sectores de exportación sin perder su identidad cultural y valores fundamentales? ¿Cuál sería la mejor manera de asegurar que este crecimiento beneficie a todos los costarricenses, sin dejar a nadie atrás?
