Diay maes, a veces uno se despierta, se hace un cafecito y lee una noticia que lo deja viendo para el ciprés. Hoy es uno de esos días. Resulta que los gringos, específicamente una gente que se llama la OFAC (Oficina de Control de Activos Extranjeros), sacaron su lista negra y le apuntaron con todo a Tiquicia. Y no, no es cualquier vara. Metieron en el mismo saco a gente que uno esperaría, como Alejandro Arias Monge, alias “Diablo”, y a otros nombres pesados del bajo mundo como “Pecho Rata” y “Turesky”. Hasta ahí, digamos que es parte del brete de la DEA. Pero la bomba, el verdadero cortocircuito, es ver en esa misma lista a Celso Gamboa, el exmagistrado, y para rematar, ¡al equipo de fútbol Limón Black Star! ¡Qué torta más monumental!
Para los que no están muy enterados del despiche, que te metan en la lista de la OFAC es básicamente una muerte financiera. Olvídense de transferencias, de usar tarjetas de crédito, de tener cuentas en dólares... de casi cualquier cosa. Significa que Estados Unidos congela cualquier activo, chunche o chereque que estas personas o empresas tengan bajo su jurisdicción. Pero la cosa se pone peor: la sanción se extiende como una mancha de aceite. Cualquier persona o empresa que se atreva a hacer negocios con ellos se arriesga a que también le congelen todo. En buen tico, les acaban de poner un candado gigante y botaron la llave en medio del Golfo de México. ¡Qué sal! Ahora todo su plan de negocios, legal o no, se fue al traste.
Analicemos el combo, porque es digno de una serie de Netflix. Por un lado, tenés a los capos de siempre, cuyo negocio, seamos honestos, no es precisamente la venta de copos. Que la DEA y el OIJ les sigan la pista no es ninguna sorpresa. Pero luego salta Celso Gamboa. Un exmagistrado de la República, un tipo que se movía en las más altas esferas del poder judicial. Que su nombre y su bufete de abogados, “Bufete Celso Gamboa & Asociados”, aparezcan aquí, es un golpe directo a la credibilidad de nuestras instituciones. Ya no es solo un asunto de narcos contra policías; es una señal de que la pudrición, supuestamente, llegó a lugares donde se debería impartir justicia. ¡Vieras qué mala vara!
Y cuando uno cree que ya lo vio todo, ¡PUM! Limón Black Star FC. Un equipo de fútbol. ¿Cómo es posible que un club deportivo termine en un documento oficial gringo asociado al narcotráfico y al lavado de dinero? Esta es la parte que a uno le vuela la cabeza. El fútbol, esa pasión que une a comunidades enteras, especialmente en una provincia tan querida y a la vez tan golpeada como Limón, ahora manchado de esta manera. Esto va más allá de un simple patrocinio; esto sugiere que, para los gringos, el equipo entero funcionaba como una pieza más en el engranaje de estas redes criminales. La afición y los jugadores que no tienen nada que ver en el asunto deben estar sintiendo que el mundo se les vino encima.
Al final del día, esta noticia es un baldazo de agua fría que nos obliga a ver la realidad. El OIJ ya confirmó que recibió la notificación de la DEA, así que esto es tan oficial como un gol en la final. La inclusión en la lista OFAC no es un juego; es una de las herramientas más poderosas de la política exterior estadounidense para asfixiar financieramente a quienes consideran una amenaza. Para los implicados, es el inicio de una pesadilla legal y económica de la que es casi imposible salir. Para el resto de nosotros, es la confirmación de que el narco y la corrupción han permeado esferas que ni nos imaginábamos, salpicando desde los tribunales hasta las canchas de fútbol. Un despiche total que apenas empezamos a dimensionar.
Para los que no están muy enterados del despiche, que te metan en la lista de la OFAC es básicamente una muerte financiera. Olvídense de transferencias, de usar tarjetas de crédito, de tener cuentas en dólares... de casi cualquier cosa. Significa que Estados Unidos congela cualquier activo, chunche o chereque que estas personas o empresas tengan bajo su jurisdicción. Pero la cosa se pone peor: la sanción se extiende como una mancha de aceite. Cualquier persona o empresa que se atreva a hacer negocios con ellos se arriesga a que también le congelen todo. En buen tico, les acaban de poner un candado gigante y botaron la llave en medio del Golfo de México. ¡Qué sal! Ahora todo su plan de negocios, legal o no, se fue al traste.
Analicemos el combo, porque es digno de una serie de Netflix. Por un lado, tenés a los capos de siempre, cuyo negocio, seamos honestos, no es precisamente la venta de copos. Que la DEA y el OIJ les sigan la pista no es ninguna sorpresa. Pero luego salta Celso Gamboa. Un exmagistrado de la República, un tipo que se movía en las más altas esferas del poder judicial. Que su nombre y su bufete de abogados, “Bufete Celso Gamboa & Asociados”, aparezcan aquí, es un golpe directo a la credibilidad de nuestras instituciones. Ya no es solo un asunto de narcos contra policías; es una señal de que la pudrición, supuestamente, llegó a lugares donde se debería impartir justicia. ¡Vieras qué mala vara!
Y cuando uno cree que ya lo vio todo, ¡PUM! Limón Black Star FC. Un equipo de fútbol. ¿Cómo es posible que un club deportivo termine en un documento oficial gringo asociado al narcotráfico y al lavado de dinero? Esta es la parte que a uno le vuela la cabeza. El fútbol, esa pasión que une a comunidades enteras, especialmente en una provincia tan querida y a la vez tan golpeada como Limón, ahora manchado de esta manera. Esto va más allá de un simple patrocinio; esto sugiere que, para los gringos, el equipo entero funcionaba como una pieza más en el engranaje de estas redes criminales. La afición y los jugadores que no tienen nada que ver en el asunto deben estar sintiendo que el mundo se les vino encima.
Al final del día, esta noticia es un baldazo de agua fría que nos obliga a ver la realidad. El OIJ ya confirmó que recibió la notificación de la DEA, así que esto es tan oficial como un gol en la final. La inclusión en la lista OFAC no es un juego; es una de las herramientas más poderosas de la política exterior estadounidense para asfixiar financieramente a quienes consideran una amenaza. Para los implicados, es el inicio de una pesadilla legal y económica de la que es casi imposible salir. Para el resto de nosotros, es la confirmación de que el narco y la corrupción han permeado esferas que ni nos imaginábamos, salpicando desde los tribunales hasta las canchas de fútbol. Un despiche total que apenas empezamos a dimensionar.