¡Ay, Dios mío! Este caso de la embajadora Catalina Crespo y el congresista Mario Díaz-Balart se le puso encima a Costa Rica. La Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Legislativa ya mandó llamar al canciller André Tinoco para que explique qué pasó con esas declaraciones que hizo la embajadora sobre una “audiencia” en el Congreso de Estados Unidos. Resulta que eso no era más que una juntadita con Díaz-Balart, y vaya lío que se armó.
Todo empezó hace unos días, cuando el congresista Díaz-Balart, un cabecita caliente conocido por meterse en asuntos latinoamericanos, solicitó información al Tribunal Supremo de Elecciones sobre el proceso de levantarle la inmunidad al presidente Chaves. Esto, como saben, ha generado un ambiente bastante tenso entre Costa Rica y algunos sectores del gobierno estadounidense. La embajadora Crespo, intentando apaciguar las aguas, salió con la cantaleta de que estaba invitada a una audiencia en el Congreso, cuando la verdad era otra muy distinta.
Y ahí es donde se jaló una torta, diay. En una entrevista con un medio, la embajadora soltó la sopa y confirmó lo que muchos sospechaban: no era una audiencia formal, sino un encuentro informal con Díaz-Balart para discutir precisamente el tema de la inmunidad presidencial. Esto generó fuertes críticas por parte de varios diputados, quienes consideran que la ambasadora no manejó bien la información y dañó la imagen de Costa Rica a nivel internacional. ¡Qué sal!
Luis Fernando Mendoza, diputado libertario y líder de la oposición, fue quien propuso la moción para convocar al canciller. Él argumenta que las declaraciones de Crespo fueron “desafortunadas e inapropiadas”. Según Mendoza, el lenguaje diplomático requiere de prudencia y cuidado, cualidades que evidentemente faltaron en esta ocasión. Además, añade que las acciones de Crespo han puesto a Costa Rica en una posición delicada frente a Estados Unidos, especialmente en momentos en que necesitamos mantener buenas relaciones.
Pero no todo fue acuerdo general. Los diputados oficialistas Daniel Vargas y Manuel Morales votaron en contra de la moción, expresando su desacuerdo con la forma en que se manejó el asunto. Vargas incluso manifestó sentirse molesto porque ni siquiera sabían sobre la moción hasta que se puso a votación. ¡Imagínate!, andar así, a ciegas, en un tema tan importante. Eso sí que es irse al traste en términos de transparencia.
Mientras tanto, en Washington D.C., el congresista Díaz-Balart bajó el tono en sus críticas hacia Chaves, después de reunirse con la embajadora. Publicó un mensaje en X (antes Twitter) diciendo que tuvo una “reunión positiva” con Crespo y que se enfoca en definir el presupuesto de cooperación para 2026. Parece que el chunche es revisar las prácticas internas de los países que reciben esos fondos… y Costa Rica, obviamente, está en la mira.
Este brete político-diplomático pone de manifiesto la importancia de la coordinación y la claridad en la comunicación entre nuestras representaciones en el extranjero y el Ministerio de Relaciones Exteriores. Un error de cálculo puede tener consecuencias significativas para Costa Rica, especialmente en un mundo globalizado donde la información viaja a la velocidad de la luz. Ahora, el canciller Tinoco deberá poner toda la carne al asador para explicar cómo se gestionó esta crisis y evitar que se agrave aún más.
Con todo este jaleo, me pregunto: ¿cree usted que el gobierno debería tomar medidas disciplinarias contra la embajadora Crespo, o considera que sus declaraciones fueron producto de un error honesto? ¿Y qué opina sobre la postura del congresista Díaz-Balart y su influencia en las relaciones bilaterales entre Costa Rica y Estados Unidos?
Todo empezó hace unos días, cuando el congresista Díaz-Balart, un cabecita caliente conocido por meterse en asuntos latinoamericanos, solicitó información al Tribunal Supremo de Elecciones sobre el proceso de levantarle la inmunidad al presidente Chaves. Esto, como saben, ha generado un ambiente bastante tenso entre Costa Rica y algunos sectores del gobierno estadounidense. La embajadora Crespo, intentando apaciguar las aguas, salió con la cantaleta de que estaba invitada a una audiencia en el Congreso, cuando la verdad era otra muy distinta.
Y ahí es donde se jaló una torta, diay. En una entrevista con un medio, la embajadora soltó la sopa y confirmó lo que muchos sospechaban: no era una audiencia formal, sino un encuentro informal con Díaz-Balart para discutir precisamente el tema de la inmunidad presidencial. Esto generó fuertes críticas por parte de varios diputados, quienes consideran que la ambasadora no manejó bien la información y dañó la imagen de Costa Rica a nivel internacional. ¡Qué sal!
Luis Fernando Mendoza, diputado libertario y líder de la oposición, fue quien propuso la moción para convocar al canciller. Él argumenta que las declaraciones de Crespo fueron “desafortunadas e inapropiadas”. Según Mendoza, el lenguaje diplomático requiere de prudencia y cuidado, cualidades que evidentemente faltaron en esta ocasión. Además, añade que las acciones de Crespo han puesto a Costa Rica en una posición delicada frente a Estados Unidos, especialmente en momentos en que necesitamos mantener buenas relaciones.
Pero no todo fue acuerdo general. Los diputados oficialistas Daniel Vargas y Manuel Morales votaron en contra de la moción, expresando su desacuerdo con la forma en que se manejó el asunto. Vargas incluso manifestó sentirse molesto porque ni siquiera sabían sobre la moción hasta que se puso a votación. ¡Imagínate!, andar así, a ciegas, en un tema tan importante. Eso sí que es irse al traste en términos de transparencia.
Mientras tanto, en Washington D.C., el congresista Díaz-Balart bajó el tono en sus críticas hacia Chaves, después de reunirse con la embajadora. Publicó un mensaje en X (antes Twitter) diciendo que tuvo una “reunión positiva” con Crespo y que se enfoca en definir el presupuesto de cooperación para 2026. Parece que el chunche es revisar las prácticas internas de los países que reciben esos fondos… y Costa Rica, obviamente, está en la mira.
Este brete político-diplomático pone de manifiesto la importancia de la coordinación y la claridad en la comunicación entre nuestras representaciones en el extranjero y el Ministerio de Relaciones Exteriores. Un error de cálculo puede tener consecuencias significativas para Costa Rica, especialmente en un mundo globalizado donde la información viaja a la velocidad de la luz. Ahora, el canciller Tinoco deberá poner toda la carne al asador para explicar cómo se gestionó esta crisis y evitar que se agrave aún más.
Con todo este jaleo, me pregunto: ¿cree usted que el gobierno debería tomar medidas disciplinarias contra la embajadora Crespo, o considera que sus declaraciones fueron producto de un error honesto? ¿Y qué opina sobre la postura del congresista Díaz-Balart y su influencia en las relaciones bilaterales entre Costa Rica y Estados Unidos?
