¡Ay, Dios mío! Parece que la cosa no mejora, mae. Las estadísticas laborales siguen dando vuelta en carreta y, sinceramente, da un cosito ver cómo nos quedamos rezagados con respecto a antes de la pandemia. El último reporte del INEC confirma lo que muchos estábamos pensando: la tasa de ocupación sigue sin levantar cabeza.
Según la Encuesta Continua de Empleo, estamos en un 51,9% de ocupación durante agosto, septiembre y octubre pasados. Eso significa que ni siquiera hemos alcanzado el 52,6% que teníamos en el mismo período del año anterior, aunque dicen que la diferencia no es tan grande como para alarmarse… ¡Pero a ver, quién nos va a creer eso!
Y si le metemos lupa, la comparación con los tiempos de prepandemia duele más: estábamos rondando el 54,7%! Estamos hablando de casi tres puntos porcentuales menos, una brecha que no se cierra y que, francamente, es preocupante. En números redondos, antes éramos unos 2.25 millones de personas trabajando; ahora, rondamos los 2.21 millones. Vamos, que estamos perdiendo terreno y no poco.
Ahora, claro, la población total ha crecido, así como la gente en edad de trabajar, pero eso no justifica que no estemos generando suficientes empleos nuevos. La OCDE ya nos mandó un toque, diciéndonos que tenemos una “débil creación de empleo”. ¡Mejor que nos lo digan ellos antes de que lleguemos a fondo!, porque esto frena el crecimiento económico, y nadie quiere eso.
Además, el Banco Central tampoco está precisamente celebrando la situación. Han alertado que la tasa de creación de empleo no ha regresado a los niveles anteriores a la pandemia, y eso es un problema serio. Piensen en esto: entre 2011 y 2019, alrededor del 40,5% de las personas pasaban del desempleo al empleo. Ahora, a inicios del 2024, apenas llegamos al 36,4%. ¡Qué sal!
Roger Madrigal, el jefe del Banco Central, dijo algo interesante la semana pasada: mencionó que hay mucha gente que simplemente “no quiere” trabajar, que ya se han jubilado o prefieren tomarse un descanso. Claro, pues bienvenido sea el retiro merecido, pero esa no es la única razón. Hay otras variables, como la oferta de empleos que no son atractivos o la falta de capacitación para ciertos sectores.
Lo positivo, y ahí sí hay que darle crédito, es que los salarios reales están subiendo. Esto puede ayudar a impulsar el consumo interno, pero, como dice la OCDE, este efecto se ve “parcialmente contrarrestado por la débil creación de empleo”. Se entiende, ¿no? Más plata en el bolsillo, pero menos oportunidades de ganarla. A fin de cuentas, el brete es complicado.
En fin, parece que la recuperación laboral aún le falta recorrido. La economía tica sigue dando señales mixtas, con algunos aspectos alentadores y otros que nos hacen ponernos las pilas. Pero, díganme, ustedes qué piensan: ¿cree que Costa Rica podrá revertir esta tendencia y volver a crear empleos a buen ritmo, o nos vamos al traste con este panorama?
Según la Encuesta Continua de Empleo, estamos en un 51,9% de ocupación durante agosto, septiembre y octubre pasados. Eso significa que ni siquiera hemos alcanzado el 52,6% que teníamos en el mismo período del año anterior, aunque dicen que la diferencia no es tan grande como para alarmarse… ¡Pero a ver, quién nos va a creer eso!
Y si le metemos lupa, la comparación con los tiempos de prepandemia duele más: estábamos rondando el 54,7%! Estamos hablando de casi tres puntos porcentuales menos, una brecha que no se cierra y que, francamente, es preocupante. En números redondos, antes éramos unos 2.25 millones de personas trabajando; ahora, rondamos los 2.21 millones. Vamos, que estamos perdiendo terreno y no poco.
Ahora, claro, la población total ha crecido, así como la gente en edad de trabajar, pero eso no justifica que no estemos generando suficientes empleos nuevos. La OCDE ya nos mandó un toque, diciéndonos que tenemos una “débil creación de empleo”. ¡Mejor que nos lo digan ellos antes de que lleguemos a fondo!, porque esto frena el crecimiento económico, y nadie quiere eso.
Además, el Banco Central tampoco está precisamente celebrando la situación. Han alertado que la tasa de creación de empleo no ha regresado a los niveles anteriores a la pandemia, y eso es un problema serio. Piensen en esto: entre 2011 y 2019, alrededor del 40,5% de las personas pasaban del desempleo al empleo. Ahora, a inicios del 2024, apenas llegamos al 36,4%. ¡Qué sal!
Roger Madrigal, el jefe del Banco Central, dijo algo interesante la semana pasada: mencionó que hay mucha gente que simplemente “no quiere” trabajar, que ya se han jubilado o prefieren tomarse un descanso. Claro, pues bienvenido sea el retiro merecido, pero esa no es la única razón. Hay otras variables, como la oferta de empleos que no son atractivos o la falta de capacitación para ciertos sectores.
Lo positivo, y ahí sí hay que darle crédito, es que los salarios reales están subiendo. Esto puede ayudar a impulsar el consumo interno, pero, como dice la OCDE, este efecto se ve “parcialmente contrarrestado por la débil creación de empleo”. Se entiende, ¿no? Más plata en el bolsillo, pero menos oportunidades de ganarla. A fin de cuentas, el brete es complicado.
En fin, parece que la recuperación laboral aún le falta recorrido. La economía tica sigue dando señales mixtas, con algunos aspectos alentadores y otros que nos hacen ponernos las pilas. Pero, díganme, ustedes qué piensan: ¿cree que Costa Rica podrá revertir esta tendencia y volver a crear empleos a buen ritmo, o nos vamos al traste con este panorama?
