Ay, mi gente, parece que la controversia siempre la encuentra a doña Marta Esquivel. La exministra, que anda buscando catapultarse como diputada por Heredia, volvió a encender las alarmas con un rollo largo y movido en sus redes sociales. Esta vez, dice que hay un supuesto complot en marcha, apuntando directamente al Gobierno de Chaves y, pa’ colmo, al Poder Judicial. ¡Qué carga!
Como recordarán, la señora ha estado dando vueltas con este tema desde hace buen rato, alegando que las críticas hacia su gestión en la CCSS eran más que simples cuestionamientos. Según su versión, todo formaba parte de un plan maestro para tumbar a Chaves. Claro, la política es un brete, pero esto suena a novela.
En su publicación, Esquivel afirma haber sospechado desde el principio que había algo más detrás de las acciones en su contra. “Sabía que no era solo un ataque a Marta Esquivel,” escribió, “el verdadero fin era debilitar al gobierno de Rodrigo Chaves.” Vamos, como diciendo que la estaban usando como peón en un juego más grande. Suelo decirles, ¡tremenda vara!
Ahora bien, Esquivel también metió mano al tema de la Unidad de Costos en la CCSS. Dice tener dos estudios diferentes, uno oficial que califica de “matemáticamente inexistente” y otro que, según ella, es mucho mejor pero legalmente defectuoso. Y no se quedó ahí, lanzó dardos contra la Fiscalía, acusándolos de desacreditar pruebas sin rigor técnico. “A puro hígado”, sentenció. ¡Qué sal!
Además, repasó viejas historias, como la solicitud de un informe forense que, según ella, desacredita la labor de la Unidad de Costos. Dice que lo pidió hace casi un año y aún no le dan bola. Se queja de que la fiscalía prefiere “meter la basura debajo de la alfombra”. ¿Será cierto, mae?
Y como si no bastara, Esquivel resaltó una revelación mediática en la que el director suspendido del OIJ la catalogó como “una de las protegidas del presidente”. Ante esto, respondió con un lacónico “Vaya vaya. Sigue acreditándose el complot triangulado.” Como diríamos acá en el país, ¡qué vaina!
Pero la cereza del pastel, según Esquivel, fueron dos informes de auditoría interna con el mismo número, tema y firma, pero contenido diferente. Uno, dice, fue elaborado tres días hábiles después de la adjudicación, mientras que el otro –la versión digital– simplemente no logran encontrarlo en la Fiscalía. “Parece que el primer documento no era sólido”, señaló, invitando a la gente a buscar el informe en internet. Qué cosas pasan en estas instituciones, diay…
En resumen, la señora Esquivel nos pinta un panorama bastante turbio, lleno de conspiraciones y manejos oscuros. Ahora, dejando de lado las acusaciones y la polémica, me pregunto: ¿Cree usted que estas denuncias tienen fundamento o se trata de una estrategia política para ganar visibilidad en la campaña electoral? Déjeme saber su opinión en los comentarios; quiero escuchar lo que piensa la gente al respecto, ¡y a ver si calentito sale el sol sobre este asunto!
Como recordarán, la señora ha estado dando vueltas con este tema desde hace buen rato, alegando que las críticas hacia su gestión en la CCSS eran más que simples cuestionamientos. Según su versión, todo formaba parte de un plan maestro para tumbar a Chaves. Claro, la política es un brete, pero esto suena a novela.
En su publicación, Esquivel afirma haber sospechado desde el principio que había algo más detrás de las acciones en su contra. “Sabía que no era solo un ataque a Marta Esquivel,” escribió, “el verdadero fin era debilitar al gobierno de Rodrigo Chaves.” Vamos, como diciendo que la estaban usando como peón en un juego más grande. Suelo decirles, ¡tremenda vara!
Ahora bien, Esquivel también metió mano al tema de la Unidad de Costos en la CCSS. Dice tener dos estudios diferentes, uno oficial que califica de “matemáticamente inexistente” y otro que, según ella, es mucho mejor pero legalmente defectuoso. Y no se quedó ahí, lanzó dardos contra la Fiscalía, acusándolos de desacreditar pruebas sin rigor técnico. “A puro hígado”, sentenció. ¡Qué sal!
Además, repasó viejas historias, como la solicitud de un informe forense que, según ella, desacredita la labor de la Unidad de Costos. Dice que lo pidió hace casi un año y aún no le dan bola. Se queja de que la fiscalía prefiere “meter la basura debajo de la alfombra”. ¿Será cierto, mae?
Y como si no bastara, Esquivel resaltó una revelación mediática en la que el director suspendido del OIJ la catalogó como “una de las protegidas del presidente”. Ante esto, respondió con un lacónico “Vaya vaya. Sigue acreditándose el complot triangulado.” Como diríamos acá en el país, ¡qué vaina!
Pero la cereza del pastel, según Esquivel, fueron dos informes de auditoría interna con el mismo número, tema y firma, pero contenido diferente. Uno, dice, fue elaborado tres días hábiles después de la adjudicación, mientras que el otro –la versión digital– simplemente no logran encontrarlo en la Fiscalía. “Parece que el primer documento no era sólido”, señaló, invitando a la gente a buscar el informe en internet. Qué cosas pasan en estas instituciones, diay…
En resumen, la señora Esquivel nos pinta un panorama bastante turbio, lleno de conspiraciones y manejos oscuros. Ahora, dejando de lado las acusaciones y la polémica, me pregunto: ¿Cree usted que estas denuncias tienen fundamento o se trata de una estrategia política para ganar visibilidad en la campaña electoral? Déjeme saber su opinión en los comentarios; quiero escuchar lo que piensa la gente al respecto, ¡y a ver si calentito sale el sol sobre este asunto!
