¡Ay, Dios mío, qué brete nos cayó encima! Aquí estamos, Costa Rica, tierra de 'pura vida' y playas paradisíacas, pero con una realidad económica que está dando más pena que risa a nuestros empresarios. Parece que la gallina de los huevos de oro, el turismo, está tosiendo sangre, y todo por culpa de un colón que se cree muy listo y fuerte.
La Asociación Costarricense de Operadores de Turismo (ACOT) soltó la bomba hace unos días: la apreciación histórica del colón, favorecida por el Banco Central para mantener la inflación controlada (y ahí hay que darle crédito, porque inflacionarnos a ojo de perro muerto no le conviene a nadie), está haciendo mella en las finanzas de hoteles, tours y transportes. Al parecer, algunos ya andan pensando en cómo achicar la pincha, y eso, fiuh… ni me lo quiero imaginar.
Imaginen esto: un gringo llega aquí, cambia sus billetes verdes a colones y se lleva la sorpresa de que ahora puede comprar más cosas con la misma lana. Para él, ¡qué maravilla! Pero para el dueño del rancho donde se hospeda, el guía turístico que le muestra los volcanes y el taxista que lo traslada, la cosa es diferente. Ellos cobran en dólares, sí, pero tienen que pagar salarios, electricidad, combustible y todos esos gastos fijos en colones que siguen subiendo como cohete.
Y aquí viene el calambre: la diferencia entre cuánto dinero reciben en dólares y cuánto gastan en colones se está haciendo gigante. Según la ACOT, estamos hablando de pérdidas reales de hasta un 30%. Eso, mis queridos, es suficiente para tumbar cualquier negocio, grande o chico. Es un descalce financiero que está dejando a muchos operadores en la cuerda floja, luchando por sobrevivir en medio de esta tormenta.
Pero, ¿quién tiene la culpa? Bueno, ahí está el debate. El BCCR dice que está haciendo lo correcto para proteger la economía del país, manteniendo la inflación a raya. Y es cierto, tener precios estables es importante. Pero, ¿a qué costo? Parece que estamos sacrificando a un sector clave, el turismo, para que el capitalino pueda comprar frijoles baratos en el pulpería. Un poco injusto, ¿no creen?
Los dueños de los negocios no piden limosna, ¡diay! Lo que quieren son herramientas que les permitan navegar en estas aguas turbulentas. Cobituras cambiarias accesibles, créditos en dólares para aliviar la deuda y, sobre todo, una mesa de diálogo urgente con el gobierno para buscar soluciones creativas. Necesitamos una encerrona técnica seria, donde los expertos escuchen a los que realmente están en la calle, sudando la gota gorda para mantener a sus familias.
Estamos hablando de comunidades enteras que dependen del turismo para subsistir. Desde Guanacaste hasta Limón, miles de familias podrían verse afectadas si las pymes turísticas quiebran. Eso sí sería un problemón. Tenemos que entender que el turismo no es solo un negocio, es una forma de vida para muchas personas. Si dejamos que se vaya al traste, vamos a estar cavando nuestra propia tumba.
En resumen, tenemos una situación delicada: turistas felices porque el dólar está barato, empresarios desesperados porque no pueden cubrir sus costos y un gobierno que se debate entre controlar la inflación y proteger a un sector vital de la economía. ¿Será posible encontrar un punto de equilibrio antes de que sea demasiado tarde? ¿Debería el Banco Central reconsiderar su política cambiaria para apoyar al sector turístico o seguimos priorizando la estabilidad del colón aunque ello signifique poner en riesgo la sostenibilidad de nuestras comunidades turísticas y la salud financiera de miles de pequeños y medianos empresarios? ¡Den su opinión en el foro!
La Asociación Costarricense de Operadores de Turismo (ACOT) soltó la bomba hace unos días: la apreciación histórica del colón, favorecida por el Banco Central para mantener la inflación controlada (y ahí hay que darle crédito, porque inflacionarnos a ojo de perro muerto no le conviene a nadie), está haciendo mella en las finanzas de hoteles, tours y transportes. Al parecer, algunos ya andan pensando en cómo achicar la pincha, y eso, fiuh… ni me lo quiero imaginar.
Imaginen esto: un gringo llega aquí, cambia sus billetes verdes a colones y se lleva la sorpresa de que ahora puede comprar más cosas con la misma lana. Para él, ¡qué maravilla! Pero para el dueño del rancho donde se hospeda, el guía turístico que le muestra los volcanes y el taxista que lo traslada, la cosa es diferente. Ellos cobran en dólares, sí, pero tienen que pagar salarios, electricidad, combustible y todos esos gastos fijos en colones que siguen subiendo como cohete.
Y aquí viene el calambre: la diferencia entre cuánto dinero reciben en dólares y cuánto gastan en colones se está haciendo gigante. Según la ACOT, estamos hablando de pérdidas reales de hasta un 30%. Eso, mis queridos, es suficiente para tumbar cualquier negocio, grande o chico. Es un descalce financiero que está dejando a muchos operadores en la cuerda floja, luchando por sobrevivir en medio de esta tormenta.
Pero, ¿quién tiene la culpa? Bueno, ahí está el debate. El BCCR dice que está haciendo lo correcto para proteger la economía del país, manteniendo la inflación a raya. Y es cierto, tener precios estables es importante. Pero, ¿a qué costo? Parece que estamos sacrificando a un sector clave, el turismo, para que el capitalino pueda comprar frijoles baratos en el pulpería. Un poco injusto, ¿no creen?
Los dueños de los negocios no piden limosna, ¡diay! Lo que quieren son herramientas que les permitan navegar en estas aguas turbulentas. Cobituras cambiarias accesibles, créditos en dólares para aliviar la deuda y, sobre todo, una mesa de diálogo urgente con el gobierno para buscar soluciones creativas. Necesitamos una encerrona técnica seria, donde los expertos escuchen a los que realmente están en la calle, sudando la gota gorda para mantener a sus familias.
Estamos hablando de comunidades enteras que dependen del turismo para subsistir. Desde Guanacaste hasta Limón, miles de familias podrían verse afectadas si las pymes turísticas quiebran. Eso sí sería un problemón. Tenemos que entender que el turismo no es solo un negocio, es una forma de vida para muchas personas. Si dejamos que se vaya al traste, vamos a estar cavando nuestra propia tumba.
En resumen, tenemos una situación delicada: turistas felices porque el dólar está barato, empresarios desesperados porque no pueden cubrir sus costos y un gobierno que se debate entre controlar la inflación y proteger a un sector vital de la economía. ¿Será posible encontrar un punto de equilibrio antes de que sea demasiado tarde? ¿Debería el Banco Central reconsiderar su política cambiaria para apoyar al sector turístico o seguimos priorizando la estabilidad del colón aunque ello signifique poner en riesgo la sostenibilidad de nuestras comunidades turísticas y la salud financiera de miles de pequeños y medianos empresarios? ¡Den su opinión en el foro!
