¡Ay, Dios mío! Resulta que la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), esos señores que siempre andan revisando cómo estamos manejando la lana, nos dicen que tenemos que aflojarnos más el cinturón. Según ellos, la situación fiscal del país necesita un empujoncito, y ¿cómo lo dan? Pues sugiriendo que aumentemos los ingresos tributarios. En otras palabras, que saquen más plata de nuestros bolsillos, mae.
La verdad, esto no es ninguna sorpresa. Llevábamos rato sabiendo que nuestras finanzas públicas no estaban precisamente brillando. Pero escuchar a la OCDE decirlo tiene otro peso, ¿sabé? Como si viniera un gringo a decirnos cómo manejar nuestra propia casa. Fernando Rodríguez, el exviceministro de Hacienda, tampoco se quedó callado y dice que hay que revisar todas esas exoneraciones que tenemos, que ya suman más de dos billones de colones. ¡Una torta, pura torta!
Rodríguez, con toda la razón del mundo, plantea que el país se ha ido al traste con estas exoneraciones. Dice que podríamos mejorar el cobro de impuestos si usáramos métodos diferentes. Por ejemplo, propone aplicar mecanismos de devolución del IVA en la canasta básica. Imagínate, ¡podríamos estar recibiendo rebajas en las gallinas y el arroz! Aunque, siendo realistas, eso suena a chino mandarín.
Pero la cosa no termina ahí. También nos dicen que debemos mejorar la recaudación de los impuestos que ya existen. Porque, según parece, estamos perdiendo dinero en todos lados: el IVA, el selectivo de consumo, hasta el impuesto a los combustibles. La situación fiscal, como bien advierte Rodríguez, es frágil, se ha ido desgastando con recortes de gastos y ahora se complica con esta caída de ingresos. ¡Un brete, vaya!
Ahora bien, mientras la OCDE quiere que aumentemos los impuestos, también reconocen que necesitamos más recursos para cosas esenciales como la educación, la seguridad y programas sociales para ayudar a los que menos tienen. Ahí surge el problema, mae: ¿cómo demonios equilibramos la receta? Porque, ¿quién va a querer pagar más impuestos si sabe que la plata no se está usando eficientemente? Ese es el chunche, ahí está el nudo gordísimo.
Y ni hablar del crecimiento económico. La OCDE proyecta que vamos a crecer menos de lo esperado, debido a la incertidumbre internacional y, sobre todo, al tipo de cambio. Ya saben, el dólar pegándole duro al bolsillo del tico. Rodríguez dice que 2026 no pinta nada bien. Y la amenaza de que Estados Unidos imponga aranceles a nuestros productos exportables, especialmente los dispositivos electrónicos, tampoco ayuda en nada. ¡Qué sal!
Por supuesto, no todo está perdido. La OCDE también nos da algunas ideas, como abrir nuevos mercados a través de acuerdos comerciales y mejorar nuestra infraestructura portuaria. Nos recomiendan invertir en educación técnica y digital, formar gente capacitada en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Y, por último, nos sugieren que eliminemos las trabas burocráticas en el sector eléctrico. Son buenas ideas, claro, pero ponerlas en práctica requiere de una voluntad política que, en este país, a veces cuesta encontrar.
En fin, la OCDE nos ha dado sus recetas, pero la decisión final es nuestra. Ahora me pregunto, con tantas recomendaciones y problemas, ¿cree usted que Costa Rica está preparada para afrontar estos desafíos económicos y fiscales, o nos veremos obligados a andar apretándonos aún más el cinturón?
La verdad, esto no es ninguna sorpresa. Llevábamos rato sabiendo que nuestras finanzas públicas no estaban precisamente brillando. Pero escuchar a la OCDE decirlo tiene otro peso, ¿sabé? Como si viniera un gringo a decirnos cómo manejar nuestra propia casa. Fernando Rodríguez, el exviceministro de Hacienda, tampoco se quedó callado y dice que hay que revisar todas esas exoneraciones que tenemos, que ya suman más de dos billones de colones. ¡Una torta, pura torta!
Rodríguez, con toda la razón del mundo, plantea que el país se ha ido al traste con estas exoneraciones. Dice que podríamos mejorar el cobro de impuestos si usáramos métodos diferentes. Por ejemplo, propone aplicar mecanismos de devolución del IVA en la canasta básica. Imagínate, ¡podríamos estar recibiendo rebajas en las gallinas y el arroz! Aunque, siendo realistas, eso suena a chino mandarín.
Pero la cosa no termina ahí. También nos dicen que debemos mejorar la recaudación de los impuestos que ya existen. Porque, según parece, estamos perdiendo dinero en todos lados: el IVA, el selectivo de consumo, hasta el impuesto a los combustibles. La situación fiscal, como bien advierte Rodríguez, es frágil, se ha ido desgastando con recortes de gastos y ahora se complica con esta caída de ingresos. ¡Un brete, vaya!
Ahora bien, mientras la OCDE quiere que aumentemos los impuestos, también reconocen que necesitamos más recursos para cosas esenciales como la educación, la seguridad y programas sociales para ayudar a los que menos tienen. Ahí surge el problema, mae: ¿cómo demonios equilibramos la receta? Porque, ¿quién va a querer pagar más impuestos si sabe que la plata no se está usando eficientemente? Ese es el chunche, ahí está el nudo gordísimo.
Y ni hablar del crecimiento económico. La OCDE proyecta que vamos a crecer menos de lo esperado, debido a la incertidumbre internacional y, sobre todo, al tipo de cambio. Ya saben, el dólar pegándole duro al bolsillo del tico. Rodríguez dice que 2026 no pinta nada bien. Y la amenaza de que Estados Unidos imponga aranceles a nuestros productos exportables, especialmente los dispositivos electrónicos, tampoco ayuda en nada. ¡Qué sal!
Por supuesto, no todo está perdido. La OCDE también nos da algunas ideas, como abrir nuevos mercados a través de acuerdos comerciales y mejorar nuestra infraestructura portuaria. Nos recomiendan invertir en educación técnica y digital, formar gente capacitada en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Y, por último, nos sugieren que eliminemos las trabas burocráticas en el sector eléctrico. Son buenas ideas, claro, pero ponerlas en práctica requiere de una voluntad política que, en este país, a veces cuesta encontrar.
En fin, la OCDE nos ha dado sus recetas, pero la decisión final es nuestra. Ahora me pregunto, con tantas recomendaciones y problemas, ¿cree usted que Costa Rica está preparada para afrontar estos desafíos económicos y fiscales, o nos veremos obligados a andar apretándonos aún más el cinturón?
