Maes, hablemos paja un toque. Todos conocemos a alguien, o tal vez somos nosotros mismos, que le está dando durísimo al gym. La vara es que la presión por verse de cierta forma está por todo lado: que los cuadritos, que los brazos marcados, que el “look de verano” eterno. Y claro, en esa búsqueda, aparecen los “atajos milagrosos”. Unos chunches que prometen convertirlo a uno en Hulk de la noche a la mañana. Diay, suena tentador, ¿verdad? El problema es que el Ministerio de Salud acaba de tirar una alerta roja que deja claro que esto, más que un atajo, es un tiquete directo al hospital. ¡Qué torta con estos productos!, de verdad, porque lo que prometen en el frasco es un cuento de hadas comparado con el despiche que le pueden armar a uno en el cuerpo.
La bronca es con unas sustancias con nombres de robot de película de ciencia ficción: Ostarine, Testolone, Ibuta y Stenabol. Aparentemente, estos compuestos son el ingrediente estrella de varias marcas que se mueven como pan caliente en redes, en especial una llamada “Lawless Labs”. El nombre ya debería darnos una pista, ¿no? “Laboratorios sin ley”. ¡Por favor! El Ministerio de Salud fue clarísimo: esa gente no tiene ni un solo registro sanitario en el país, lo que significa que vender o comprar esa vara es completamente ilegal. Lo que hacen estos chunches, en especial los dos primeros (que son SARM), es imitar a la testosterona y a los esteroides para inflar los músculos. Básicamente, son unos impostores químicos que engañan al cuerpo.
Y aquí es donde el sueño del gimnasio se convierte en una pesadilla de sala de emergencias. Los efectos secundarios que mencionan las autoridades no son un juego. Estamos hablando de un riesgo altísimo de infartos y derrames cerebrales. ¿Se imaginan? Por querer unos bíceps más grandes, terminar con el corazón hecho un desastre. Pero la lista sigue y se pone peor: psicosis, alucinaciones, daño al hígado tan grave que puede terminar en insuficiencia aguda. Y para rematar, la ironía más cruel de todas: productos que se venden para mejorar el atractivo físico pueden causar disfunción sexual, infertilidad y hasta reducción testicular. O sea, el que se mete esto buscando un gane, se está jalando una torta monumental con su propia salud y futuro. ¡Qué salado!
Lo más peligroso de todo este asunto es la forma en que nos venden estos venenos. Uno se mete a Instagram o a cualquier tienda en línea y los ve promocionados como si fueran confites. Usan frases como “fórmula segura”, “ganancia muscular limpia” o “totalmente natural”. Es una trampa, maes. El Ministerio de Salud lo recalca: si un producto no tiene el sello de registro sanitario que uno puede verificar en la página oficial (registrelo.go.cr), usted no tiene la más mínima idea de qué se está metiendo al cuerpo. Pudo haber sido fabricado en un garaje, transportado sin cuidado o, peor aún, tener una composición completamente diferente a la que dice la etiqueta. Confiar en eso es como jugar a la ruleta rusa con su propio metabolismo.
Al final del día, la conclusión es bastante simple: no hay caminos fáciles que valgan la pena. Este tipo de “soluciones mágicas” casi siempre terminan siendo una estafa que se paga caro, y no con plata, sino con lo más valioso que tenemos. La alerta del Ministerio es un llamado de atención para todos: para los que van al gym, para los que venden suplementos y para los que simplemente vemos pasar estas modas. La salud no es un juego y, por querer ahorrarse un par de meses de buen brete y disciplina, a uno se le puede ir todo al traste. La verdad, me deja pensando en la presión social tan fuerte que existe para que la gente llegue a estos extremos.
Abro el foro para que hablemos de esto: ¿Ustedes conocen a alguien que se haya mandado con estos chunches o similares? ¿Qué opinan de esta vara de buscar atajos que terminan saliendo carísimos para la salud?
La bronca es con unas sustancias con nombres de robot de película de ciencia ficción: Ostarine, Testolone, Ibuta y Stenabol. Aparentemente, estos compuestos son el ingrediente estrella de varias marcas que se mueven como pan caliente en redes, en especial una llamada “Lawless Labs”. El nombre ya debería darnos una pista, ¿no? “Laboratorios sin ley”. ¡Por favor! El Ministerio de Salud fue clarísimo: esa gente no tiene ni un solo registro sanitario en el país, lo que significa que vender o comprar esa vara es completamente ilegal. Lo que hacen estos chunches, en especial los dos primeros (que son SARM), es imitar a la testosterona y a los esteroides para inflar los músculos. Básicamente, son unos impostores químicos que engañan al cuerpo.
Y aquí es donde el sueño del gimnasio se convierte en una pesadilla de sala de emergencias. Los efectos secundarios que mencionan las autoridades no son un juego. Estamos hablando de un riesgo altísimo de infartos y derrames cerebrales. ¿Se imaginan? Por querer unos bíceps más grandes, terminar con el corazón hecho un desastre. Pero la lista sigue y se pone peor: psicosis, alucinaciones, daño al hígado tan grave que puede terminar en insuficiencia aguda. Y para rematar, la ironía más cruel de todas: productos que se venden para mejorar el atractivo físico pueden causar disfunción sexual, infertilidad y hasta reducción testicular. O sea, el que se mete esto buscando un gane, se está jalando una torta monumental con su propia salud y futuro. ¡Qué salado!
Lo más peligroso de todo este asunto es la forma en que nos venden estos venenos. Uno se mete a Instagram o a cualquier tienda en línea y los ve promocionados como si fueran confites. Usan frases como “fórmula segura”, “ganancia muscular limpia” o “totalmente natural”. Es una trampa, maes. El Ministerio de Salud lo recalca: si un producto no tiene el sello de registro sanitario que uno puede verificar en la página oficial (registrelo.go.cr), usted no tiene la más mínima idea de qué se está metiendo al cuerpo. Pudo haber sido fabricado en un garaje, transportado sin cuidado o, peor aún, tener una composición completamente diferente a la que dice la etiqueta. Confiar en eso es como jugar a la ruleta rusa con su propio metabolismo.
Al final del día, la conclusión es bastante simple: no hay caminos fáciles que valgan la pena. Este tipo de “soluciones mágicas” casi siempre terminan siendo una estafa que se paga caro, y no con plata, sino con lo más valioso que tenemos. La alerta del Ministerio es un llamado de atención para todos: para los que van al gym, para los que venden suplementos y para los que simplemente vemos pasar estas modas. La salud no es un juego y, por querer ahorrarse un par de meses de buen brete y disciplina, a uno se le puede ir todo al traste. La verdad, me deja pensando en la presión social tan fuerte que existe para que la gente llegue a estos extremos.
Abro el foro para que hablemos de esto: ¿Ustedes conocen a alguien que se haya mandado con estos chunches o similares? ¿Qué opinan de esta vara de buscar atajos que terminan saliendo carísimos para la salud?
