Maes, seamos honestos. Cada agosto la vara es la misma: el comercio se vuelve loco, los restaurantes se llenan y las redes sociales se inundan de fotos con la frase “la mejor mamá del mundo”. Y todo bien, ¡qué chiva celebrar a las mamás! Pero a veces todo se siente como un guion, como si estuviéramos cumpliendo con el chunche de regalar flores y llevarlas a almorzar. Por eso, cuando me topé con una nota medio perdida de Trece Noticias sobre una adopción, me detuve en seco. Porque entre tanto ruido, esta historia era de las que de verdad importan. ¡Qué nivel de recordatorio sobre lo que realmente significa ser mamá!
La noticia en sí es súper directa: una mujer cumplió su sueño de ser madre adoptando no a uno, sino a dos niños. Y mae, detengámonos ahí un toque. Adoptar un niño ya es un acto de amor monumental. Adoptar dos, sabiendo lo que implica, es de otro planeta. Esta mamá es una carga. No porque haya hecho algo para salir en la portada de todos los periódicos, sino por la decisión silenciosa y valiente de abrirle su vida, su casa y su corazón a dos personas que necesitaban exactamente eso. Es una maternidad que no vino de la biología, sino de la pura voluntad y el cariño.
Ahora, hablemos de lo que la nota no dice. Todos aquí sabemos, o nos imaginamos, que adoptar en Costa Rica no es como ir a comprar el pan. El proceso con el PANI, el papeleo, las esperas… diay, es un brete que puede desanimar a cualquiera. Es un camino lleno de ansiedad, de burocracia y de momentos en los que seguro uno piensa que el plan se va a ir al traste. Por eso esta historia es doblemente admirable. Esta mujer no solo tuvo el deseo, sino que se enfrentó a todo ese sistema, que a veces parece diseñado para quitarle las ganas al más pintado, y salió del otro lado con sus dos hijos. Eso, para mí, le pone una capa extra de heroísmo a la vara.
Y es que esto va más allá del Día de la Madre. Esta noticia nos patea el tablero sobre lo que definimos como “familia”. Nos obliga a entender que la maternidad no es un asunto de ADN, sino de decisión. Es escoger amar, cuidar y formar a alguien por el resto de tu vida. Al final del día, mae, la familia es la que uno escoge y la que lo escoge a uno de vuelta. Es ese lazo que se construye con paciencia, con sustos, con risas y con la certeza de que uno está ahí para el otro. Y ver historias así, donde ese lazo se forma de la manera más pura, es demasiado tuanis. Es un respiro de aire fresco.
En fin, no quería dejar pasar esta nota porque me parece que encierra una lección gigante. Mientras muchos nos enredamos en discusiones pasajeras, hay gente ahí afuera cambiando el mundo de a poquitos, con decisiones que redefinen el amor. Un aplauso de pie para esta mamá y para todas las que, por la vía que sea, deciden tomar el brete más difícil y más a cachete del mundo. Ahora les pregunto a ustedes, maes: más allá de lo bonito de la historia, ¿qué creen que frena a más gente de adoptar en Costa Rica? ¿Es solo el despiche del papeleo o hay algo más de fondo en nuestra cultura que nos pone el freno?
La noticia en sí es súper directa: una mujer cumplió su sueño de ser madre adoptando no a uno, sino a dos niños. Y mae, detengámonos ahí un toque. Adoptar un niño ya es un acto de amor monumental. Adoptar dos, sabiendo lo que implica, es de otro planeta. Esta mamá es una carga. No porque haya hecho algo para salir en la portada de todos los periódicos, sino por la decisión silenciosa y valiente de abrirle su vida, su casa y su corazón a dos personas que necesitaban exactamente eso. Es una maternidad que no vino de la biología, sino de la pura voluntad y el cariño.
Ahora, hablemos de lo que la nota no dice. Todos aquí sabemos, o nos imaginamos, que adoptar en Costa Rica no es como ir a comprar el pan. El proceso con el PANI, el papeleo, las esperas… diay, es un brete que puede desanimar a cualquiera. Es un camino lleno de ansiedad, de burocracia y de momentos en los que seguro uno piensa que el plan se va a ir al traste. Por eso esta historia es doblemente admirable. Esta mujer no solo tuvo el deseo, sino que se enfrentó a todo ese sistema, que a veces parece diseñado para quitarle las ganas al más pintado, y salió del otro lado con sus dos hijos. Eso, para mí, le pone una capa extra de heroísmo a la vara.
Y es que esto va más allá del Día de la Madre. Esta noticia nos patea el tablero sobre lo que definimos como “familia”. Nos obliga a entender que la maternidad no es un asunto de ADN, sino de decisión. Es escoger amar, cuidar y formar a alguien por el resto de tu vida. Al final del día, mae, la familia es la que uno escoge y la que lo escoge a uno de vuelta. Es ese lazo que se construye con paciencia, con sustos, con risas y con la certeza de que uno está ahí para el otro. Y ver historias así, donde ese lazo se forma de la manera más pura, es demasiado tuanis. Es un respiro de aire fresco.
En fin, no quería dejar pasar esta nota porque me parece que encierra una lección gigante. Mientras muchos nos enredamos en discusiones pasajeras, hay gente ahí afuera cambiando el mundo de a poquitos, con decisiones que redefinen el amor. Un aplauso de pie para esta mamá y para todas las que, por la vía que sea, deciden tomar el brete más difícil y más a cachete del mundo. Ahora les pregunto a ustedes, maes: más allá de lo bonito de la historia, ¿qué creen que frena a más gente de adoptar en Costa Rica? ¿Es solo el despiche del papeleo o hay algo más de fondo en nuestra cultura que nos pone el freno?