Mae, seamos honestos. Cuando uno piensa en un operativo policial de alto riesgo, la primera imagen que se viene a la mente es la acción, el corre-corre, la adrenalina. Uno se imagina el antes y el durante, pero pocas veces nos detenemos a pensar en el “después” inmediato. ¿Qué pasa en ese momento crítico en que un oficial —o su compañero canino— cae herido en medio de un enfrentamiento? Ahí no hay tiempo para llamar al 911 y esperar a que llegue la ambulancia. Cada segundo cuenta y la primera atención, la que se da bajo fuego, es la que define todo. Es una realidad cruda para la que hay que estar más que preparado.
Pues diay, para atender esa vara, la Academia Nacional de Policía (ANP) se convirtió por una semana en el epicentro de un entrenamiento que, sinceramente, está a otro nivel. No estamos hablando de cualquier cursillo. Vinieron instructores directamente de la Guardia Nacional de Nuevo México, Estados Unidos —unos cargas en la materia—, para impartir el “Intercambio de Expertos en Atención Táctica de Víctimas de Combate y Víctimas K9”. El nombre es larguísimo y suena a película, pero el contenido es oro puro. Durante cinco días intensivos, oficiales de la Fuerza Pública, la Unidad Canina del SVA, la Policía de Fronteras y hasta la Penitenciaria estuvieron en un solo lugar, aprendiendo y sudando la gota gorda para dominar técnicas que salvan vidas.
Y aquí viene lo más chiva de todo el asunto. Esto no fue el típico curso de primeros auxilios donde te enseñan a poner una curita o hacer RCP. ¡Para nada! Aquí la vara era aprender a estabilizar a un herido, sea de dos o cuatro patas, en medio de un despiche, con la presión al máximo y recursos limitados. El enfoque era en el cuidado táctico, que es un mundo aparte. Y sí, leyeron bien: también a los K9. Porque para muchos de estos oficiales, su perro no es un “chunche” o una herramienta de trabajo; es su compañero, su binomio, otro agente en la línea de fuego. Que se les capacite para darle atención de emergencia a sus compañeros caninos con el mismo rigor que a un humano es, simplemente, ¡qué carga! Demuestra un respeto y una profesionalización que ya quisiéramos ver en muchísimas otras áreas.
Para que vean que la cosa va en serio, la propia directora de la Academia, Érika Madriz, lo dejó clarísimo. Dijo algo que resume perfecto el espíritu de este brete: “Este no fue un simple curso, fue una misión para salvar vidas”. Y tiene toda la razón. Lo que estos maes se llevaron no fue un diploma más para guindar en la pared, sino herramientas reales, conocimiento práctico que puede ser la diferencia literal entre la vida y la muerte. Es ese tipo de capacitación la que realmente eleva el estándar de nuestros cuerpos policiales. Es la prueba de que, más allá de los problemas y las críticas, hay gente trabajando duro por ser mejor y más eficiente cuando las papas queman.
Al final del día, es muy fácil tirarle a la policía cuando algo sale mal, y con frecuencia hay motivos para hacerlo. Pero varas como esta merecen un aplauso de pie. Esta colaboración con la Guardia Nacional de Nuevo México no solo fortalece las habilidades de nuestros oficiales, sino que también nos posiciona como un país que se toma en serio la seguridad y el bienestar de quienes nos protegen, incluyendo a sus valientes compañeros de cuatro patas. Ojalá veamos más iniciativas de este calibre. Por ahora, es una excelente noticia que nos da un respiro y un poco de fe en la institucionalidad.
Dicho todo esto, me encantaría saber qué piensan ustedes. Más allá de este entrenamiento, ¿qué otras áreas creen ustedes que son prioritarias para fortalecer a nuestros cuerpos policiales? ¿En qué más deberíamos estar invirtiendo para mejorar la seguridad? ¡Los leo!
Pues diay, para atender esa vara, la Academia Nacional de Policía (ANP) se convirtió por una semana en el epicentro de un entrenamiento que, sinceramente, está a otro nivel. No estamos hablando de cualquier cursillo. Vinieron instructores directamente de la Guardia Nacional de Nuevo México, Estados Unidos —unos cargas en la materia—, para impartir el “Intercambio de Expertos en Atención Táctica de Víctimas de Combate y Víctimas K9”. El nombre es larguísimo y suena a película, pero el contenido es oro puro. Durante cinco días intensivos, oficiales de la Fuerza Pública, la Unidad Canina del SVA, la Policía de Fronteras y hasta la Penitenciaria estuvieron en un solo lugar, aprendiendo y sudando la gota gorda para dominar técnicas que salvan vidas.
Y aquí viene lo más chiva de todo el asunto. Esto no fue el típico curso de primeros auxilios donde te enseñan a poner una curita o hacer RCP. ¡Para nada! Aquí la vara era aprender a estabilizar a un herido, sea de dos o cuatro patas, en medio de un despiche, con la presión al máximo y recursos limitados. El enfoque era en el cuidado táctico, que es un mundo aparte. Y sí, leyeron bien: también a los K9. Porque para muchos de estos oficiales, su perro no es un “chunche” o una herramienta de trabajo; es su compañero, su binomio, otro agente en la línea de fuego. Que se les capacite para darle atención de emergencia a sus compañeros caninos con el mismo rigor que a un humano es, simplemente, ¡qué carga! Demuestra un respeto y una profesionalización que ya quisiéramos ver en muchísimas otras áreas.
Para que vean que la cosa va en serio, la propia directora de la Academia, Érika Madriz, lo dejó clarísimo. Dijo algo que resume perfecto el espíritu de este brete: “Este no fue un simple curso, fue una misión para salvar vidas”. Y tiene toda la razón. Lo que estos maes se llevaron no fue un diploma más para guindar en la pared, sino herramientas reales, conocimiento práctico que puede ser la diferencia literal entre la vida y la muerte. Es ese tipo de capacitación la que realmente eleva el estándar de nuestros cuerpos policiales. Es la prueba de que, más allá de los problemas y las críticas, hay gente trabajando duro por ser mejor y más eficiente cuando las papas queman.
Al final del día, es muy fácil tirarle a la policía cuando algo sale mal, y con frecuencia hay motivos para hacerlo. Pero varas como esta merecen un aplauso de pie. Esta colaboración con la Guardia Nacional de Nuevo México no solo fortalece las habilidades de nuestros oficiales, sino que también nos posiciona como un país que se toma en serio la seguridad y el bienestar de quienes nos protegen, incluyendo a sus valientes compañeros de cuatro patas. Ojalá veamos más iniciativas de este calibre. Por ahora, es una excelente noticia que nos da un respiro y un poco de fe en la institucionalidad.
Dicho todo esto, me encantaría saber qué piensan ustedes. Más allá de este entrenamiento, ¿qué otras áreas creen ustedes que son prioritarias para fortalecer a nuestros cuerpos policiales? ¿En qué más deberíamos estar invirtiendo para mejorar la seguridad? ¡Los leo!