¡Ay, Dios mío! Resulta que Procomer, la encargada de traerle feria al país con la inversión extranjera, anda usando métodos del siglo pasado para medir si lo que hacen realmente funciona. Sandro Zolezzi, ese intelectual que siempre anda sacando conclusiones potentes, nos soltó la bomba con este análisis que te va a dejar pensando… ¡y que le preguntaremos a nuestros lectores!
Parece mentira, pero Procomer sigue viendo la inversión extranjera como si estuviéramos en los tiempos de Don Pepe Figueres, dividiendo el mundo entre “zona franca” y “el resto”. Olvídate de mirarte a ver si lo que llega al país aporta conocimiento nuevo, tecnología punta o ideas frescas; ellos todavía andan contando cuantos milloncitos entran y cuántos changuitos de empleo se crean. ¡Una torta!
Y ojo, que no digo que esto sea malo. Las zonas francas han sido importantísimas para la economía tica, generando muchísima plata y trabajos decentes –con salarios bastante mejores que el promedio nacional, hay que reconocerlo. Pero, ¿son estas cifras la verdadera medida del progreso? ¿Nos están vendiendo humo o hay algo más detrás?
El problema es que, como bien dice Zolezzi, estamos en otra onda ahora. Ya no basta con contar la plata que entra; necesitamos saber de dónde viene esa lana, qué tipo de empresas están invirtiendo y qué les pedimos a cambio. Por ejemplo, ¿nos están trayendo ideas nuevas o simplemente vienen a aprovecharse de nuestros incentivos fiscales?
Resulta que según un estudio gringo, McKinsey, la inversión europea suele ir de la mano con prácticas más sostenibles, con ganas de hacer cadenas de producción locales y de enseñarnos cositas. Mientras que la inversión americana, bueno, se enfoca más en sacar el máximo provecho rápido y barato. Y nosotros, ¿sabemos de dónde viene la mayoría de nuestra inversión? ¡Pues claro que no! Procomer se queda en la oscuridad, como si estuviera buscando en una bolsa llena de chinchorros.
Las cifras tampoco cuentan toda la historia. Sí, Procomer presume de miles de empleos directos e indirectos y de unos salarios bonitos. ¡Pero! El empleo por cada millón de dólares invertido está bajando en las fábricas más modernas. Parece que la automatización, en vez de ser una amenaza, podría ser una oportunidad para crear trabajos más calificados y exportar cerebritos, pero así no lo vemos, ¿verdad? Seguimos aferrados a lo viejo, como al clavelito.
Entonces, ¿qué deberíamos estar midiendo? Pues no solo la cantidad de empleos, sino también cuánta innovación estamos logrando gracias a esa inversión. ¿Cuántas patentes salen de nuestras universidades gracias a colaboraciones con empresas extranjeras? ¿Qué porcentaje de la inversión se destina a investigar y desarrollar nuevas tecnologías? ¡Eso sí sería darle al asunto una vuelta de tuerca!
En fin, parece que tenemos mucho que reflexionar. Procomer necesita actualizar sus herramientas de medición y buscar formas de atraer inversiones que generen valor a largo plazo. Necesitamos un sistema que nos diga qué tan competitivos somos, qué tan eficientes estamos y qué tan preparados estamos para enfrentar los desafíos del futuro. Compas, ¿ustedes creen que Costa Rica está aprovechando al máximo la inversión extranjera o seguimos dando vueltas en círculos con fórmulas anticuadas? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios!
Parece mentira, pero Procomer sigue viendo la inversión extranjera como si estuviéramos en los tiempos de Don Pepe Figueres, dividiendo el mundo entre “zona franca” y “el resto”. Olvídate de mirarte a ver si lo que llega al país aporta conocimiento nuevo, tecnología punta o ideas frescas; ellos todavía andan contando cuantos milloncitos entran y cuántos changuitos de empleo se crean. ¡Una torta!
Y ojo, que no digo que esto sea malo. Las zonas francas han sido importantísimas para la economía tica, generando muchísima plata y trabajos decentes –con salarios bastante mejores que el promedio nacional, hay que reconocerlo. Pero, ¿son estas cifras la verdadera medida del progreso? ¿Nos están vendiendo humo o hay algo más detrás?
El problema es que, como bien dice Zolezzi, estamos en otra onda ahora. Ya no basta con contar la plata que entra; necesitamos saber de dónde viene esa lana, qué tipo de empresas están invirtiendo y qué les pedimos a cambio. Por ejemplo, ¿nos están trayendo ideas nuevas o simplemente vienen a aprovecharse de nuestros incentivos fiscales?
Resulta que según un estudio gringo, McKinsey, la inversión europea suele ir de la mano con prácticas más sostenibles, con ganas de hacer cadenas de producción locales y de enseñarnos cositas. Mientras que la inversión americana, bueno, se enfoca más en sacar el máximo provecho rápido y barato. Y nosotros, ¿sabemos de dónde viene la mayoría de nuestra inversión? ¡Pues claro que no! Procomer se queda en la oscuridad, como si estuviera buscando en una bolsa llena de chinchorros.
Las cifras tampoco cuentan toda la historia. Sí, Procomer presume de miles de empleos directos e indirectos y de unos salarios bonitos. ¡Pero! El empleo por cada millón de dólares invertido está bajando en las fábricas más modernas. Parece que la automatización, en vez de ser una amenaza, podría ser una oportunidad para crear trabajos más calificados y exportar cerebritos, pero así no lo vemos, ¿verdad? Seguimos aferrados a lo viejo, como al clavelito.
Entonces, ¿qué deberíamos estar midiendo? Pues no solo la cantidad de empleos, sino también cuánta innovación estamos logrando gracias a esa inversión. ¿Cuántas patentes salen de nuestras universidades gracias a colaboraciones con empresas extranjeras? ¿Qué porcentaje de la inversión se destina a investigar y desarrollar nuevas tecnologías? ¡Eso sí sería darle al asunto una vuelta de tuerca!
En fin, parece que tenemos mucho que reflexionar. Procomer necesita actualizar sus herramientas de medición y buscar formas de atraer inversiones que generen valor a largo plazo. Necesitamos un sistema que nos diga qué tan competitivos somos, qué tan eficientes estamos y qué tan preparados estamos para enfrentar los desafíos del futuro. Compas, ¿ustedes creen que Costa Rica está aprovechando al máximo la inversión extranjera o seguimos dando vueltas en círculos con fórmulas anticuadas? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios!