¡Aguafiestas! El Ministerio de Educación Pública (MEP) salió con la cantimplora diciendo que todo bien con las Pruebas Nacionales Estandarizadas Sumativas, esas que le ponen presión a los chiquillos de sexto. Dicen que no hubo ningún problema con la plataforma digital, que todo rodó como dice el dicho. Pero aquí, en el Foro, uno siempre se queda con la espina clavada, ¿verdad?
Todo empezó con una denuncia anónima, eso sí, que llegó volando al periódico “El Observador”. Decían que algunos colegios tuvieron problemas para aplicar la prueba en formato digital, que la vaina se cayó. Obviamente, esto levantó amarras porque a nadie le gusta tener broncas con exámenes tan importantes. El MEP, rápido, puso pa’ calmar las aguas, asegurando que todo estaba bajo control.
Álvaro Artavia, el jefe de gestión y evaluación del MEP, salió a decir que no hubo reporte alguno de problemas, ni en digital ni en físico. ¡Ni una sola queja!, eso dicen. Él explica que todo estuvo súper coordinado con las direcciones regionales, que ya tenían desde septiembre un listado con cuántos estudiantes iban a hacer la prueba en cada colegio y qué formato les tocaba.
Ahora, los números de la jugada: 66.496 estudiantes de sexto año, repartidos en 3.779 escuelas públicas y privadas. De esos, apenas 6.688 fueron los afortunados (o desafortunados, depende cómo se mire) que hicieron la prueba en formato digital. El resto, lo hizo en el buenísimo y tradicional papelito. Y aquí viene la parte interesante: ¿por qué tanta diferencia? Según el MEP, no se trata de que falten computadoras o de que haya problemas de internet, sino de… bueno, ¡de logística!
Artavia nos explica que hay muchos factores a considerar. Como si fuera fácil ponerle computadoras a todos. Piensa: ¿cuántas computadoras tienes? ¿Cómo organizas los horarios para que todos puedan hacer la prueba? ¿Y la conexión a internet? Porque eso también juega. Por ejemplo, un colegio podría tener 30 computadoras y conexión decente, pero si tiene 200 estudiantes, pues ahí se va el brete. Además, quieren que todos los estudiantes del mismo colegio hagan la prueba en el mismo formato, para que no haya quejas de que unos tienen ventaja sobre otros. ¡Equidad, señores!
Pero, honestamente, uno se pregunta si esta historia de la logística es toda la verdad. ¿No será que simplemente algunos colegios no están preparados para el salto digital? Ya sabemos que no todos tienen las mismas oportunidades aquí en Costa Rica. Y aunque digan que el formato de aplicación no afecta significativamente los resultados, a veces uno siente que estas decisiones pueden influir en el desempeño de los estudiantes, especialmente aquellos que están acostumbrados a trabajar con tecnología.
Además, no olvidemos que esta prueba vale el 50% de la nota final, así que es un factor crucial para el futuro académico de estos chiquillos. Y hablando de notas, este año recibieron apoyos especiales 18.242 estudiantes, desde prueba en braille hasta tiempo extra. Eso muestra que el MEP está intentando tomar en cuenta las diferentes necesidades de los estudiantes, pero a veces da la impresión de que estas soluciones llegan tarde o son insuficientes. Total, ya saben, como dice mi abuela, “con calma y sigilo”.
Entonces, aquí está la pregunta para echarle leña al fuego: Con todas estas consideraciones de logística y equidad, ¿cree usted que el MEP realmente logró garantizar unas condiciones justas para todos los estudiantes en estas Pruebas Nacionales Estandarizadas? ¿O deberíamos replantearnos por completo el modelo actual y apostar por una transición gradual hacia una educación totalmente digital?
Todo empezó con una denuncia anónima, eso sí, que llegó volando al periódico “El Observador”. Decían que algunos colegios tuvieron problemas para aplicar la prueba en formato digital, que la vaina se cayó. Obviamente, esto levantó amarras porque a nadie le gusta tener broncas con exámenes tan importantes. El MEP, rápido, puso pa’ calmar las aguas, asegurando que todo estaba bajo control.
Álvaro Artavia, el jefe de gestión y evaluación del MEP, salió a decir que no hubo reporte alguno de problemas, ni en digital ni en físico. ¡Ni una sola queja!, eso dicen. Él explica que todo estuvo súper coordinado con las direcciones regionales, que ya tenían desde septiembre un listado con cuántos estudiantes iban a hacer la prueba en cada colegio y qué formato les tocaba.
Ahora, los números de la jugada: 66.496 estudiantes de sexto año, repartidos en 3.779 escuelas públicas y privadas. De esos, apenas 6.688 fueron los afortunados (o desafortunados, depende cómo se mire) que hicieron la prueba en formato digital. El resto, lo hizo en el buenísimo y tradicional papelito. Y aquí viene la parte interesante: ¿por qué tanta diferencia? Según el MEP, no se trata de que falten computadoras o de que haya problemas de internet, sino de… bueno, ¡de logística!
Artavia nos explica que hay muchos factores a considerar. Como si fuera fácil ponerle computadoras a todos. Piensa: ¿cuántas computadoras tienes? ¿Cómo organizas los horarios para que todos puedan hacer la prueba? ¿Y la conexión a internet? Porque eso también juega. Por ejemplo, un colegio podría tener 30 computadoras y conexión decente, pero si tiene 200 estudiantes, pues ahí se va el brete. Además, quieren que todos los estudiantes del mismo colegio hagan la prueba en el mismo formato, para que no haya quejas de que unos tienen ventaja sobre otros. ¡Equidad, señores!
Pero, honestamente, uno se pregunta si esta historia de la logística es toda la verdad. ¿No será que simplemente algunos colegios no están preparados para el salto digital? Ya sabemos que no todos tienen las mismas oportunidades aquí en Costa Rica. Y aunque digan que el formato de aplicación no afecta significativamente los resultados, a veces uno siente que estas decisiones pueden influir en el desempeño de los estudiantes, especialmente aquellos que están acostumbrados a trabajar con tecnología.
Además, no olvidemos que esta prueba vale el 50% de la nota final, así que es un factor crucial para el futuro académico de estos chiquillos. Y hablando de notas, este año recibieron apoyos especiales 18.242 estudiantes, desde prueba en braille hasta tiempo extra. Eso muestra que el MEP está intentando tomar en cuenta las diferentes necesidades de los estudiantes, pero a veces da la impresión de que estas soluciones llegan tarde o son insuficientes. Total, ya saben, como dice mi abuela, “con calma y sigilo”.
Entonces, aquí está la pregunta para echarle leña al fuego: Con todas estas consideraciones de logística y equidad, ¿cree usted que el MEP realmente logró garantizar unas condiciones justas para todos los estudiantes en estas Pruebas Nacionales Estandarizadas? ¿O deberíamos replantearnos por completo el modelo actual y apostar por una transición gradual hacia una educación totalmente digital?
