¡Ay, Dios mío, qué wey! La cosa está que arde en el ambiente político nacional. Un nuevo estudio de la Universidad por la Paz desenmascaró un panorama bien feo: la violencia política de género se disparó y, pa' colmo, viene saliendo directamente de las más altas esferas del gobierno. Parece que algunos jerarcas decidieron convertir el debate público en un ring de pelea, y las mujeres están siendo las principales víctimas. No me digas, ¿quién diría?
El informe, bautizado como “Libertad de Expresión en Costa Rica”, pinta un cuadro preocupante. No hablamos de simples comentarios, sino de ataques directos, cargados de estereotipos y con el claro objetivo de desacreditar y silenciar voces femeninas en la política. Documentaron cinco casos flagrantes y una lluvia de hostilidades online provenientes de gente influyente. Me dan ganas de agarrarme la cabeza, ¿eh?
Uno de los casos más resonantes fue la denuncia de Karla Prendas, exdiputada, contra un consultor político que le dedicó un artículo lleno de prejuicios machistas. Por si fuera poco, tenemos el caso del Presidente Chaves, quién le soltó a la diputada Gloria Navas un comentario bien despectivo, acusándola de “sentarse en la galleta”. El Congreso tuvo que meterle presión, porque esto no es la primera vez que el Presidente sale con estas ocurrencias. ¡Dios mío!
Pero eso no es todo. También están en la mira Marta Acosta, la Contralora; Vanessa Castro, otra diputada trabajando duro; Marta Esquivel, una candidata con mucha ilusión; y Eugenia Zamora, la Presidenta del Tribunal Electoral. Todas ellas sufriendo una andanada de críticas en redes sociales, según el Observatorio de Comunicación Digital de la ULA. Claramente alguien quiere tumbarlas y que no puedan ejercer sus funciones correctamente.
Según los expertos, esta situación genera tres amenazas graves. Primero, la normalización de los ataques desde personas con poder, creando un ambiente donde cualquiera puede justificar la violencia. Segundo, el crecimiento continuo de agresiones digitales diseñadas para amedrentar y anular los derechos políticos de las mujeres. Y tercero, el debilitamiento del diálogo democrático, porque estos ataques terminan socavando el reconocimiento y el disfrute de los derechos de las mujeres.
Y ni hablar de las que reciben ataques privados a diario. Johanna Obando, independiente, comenta que recibe insultos y amenazas constantes, incluso extendiéndose a su familia. Kattia Cambronero, también independiente, lamenta el aumento del 145% en la violencia contra las mujeres, sumado a los 32 femicidios ocurridos este año. Todo esto, mientras el Presidente sigue atacando a mujeres líderes en política. Qué vara tan pesada, muchachos.
El informe, bautizado como “Libertad de Expresión en Costa Rica”, pinta un cuadro preocupante. No hablamos de simples comentarios, sino de ataques directos, cargados de estereotipos y con el claro objetivo de desacreditar y silenciar voces femeninas en la política. Documentaron cinco casos flagrantes y una lluvia de hostilidades online provenientes de gente influyente. Me dan ganas de agarrarme la cabeza, ¿eh?
Uno de los casos más resonantes fue la denuncia de Karla Prendas, exdiputada, contra un consultor político que le dedicó un artículo lleno de prejuicios machistas. Por si fuera poco, tenemos el caso del Presidente Chaves, quién le soltó a la diputada Gloria Navas un comentario bien despectivo, acusándola de “sentarse en la galleta”. El Congreso tuvo que meterle presión, porque esto no es la primera vez que el Presidente sale con estas ocurrencias. ¡Dios mío!
Pero eso no es todo. También están en la mira Marta Acosta, la Contralora; Vanessa Castro, otra diputada trabajando duro; Marta Esquivel, una candidata con mucha ilusión; y Eugenia Zamora, la Presidenta del Tribunal Electoral. Todas ellas sufriendo una andanada de críticas en redes sociales, según el Observatorio de Comunicación Digital de la ULA. Claramente alguien quiere tumbarlas y que no puedan ejercer sus funciones correctamente.
Según los expertos, esta situación genera tres amenazas graves. Primero, la normalización de los ataques desde personas con poder, creando un ambiente donde cualquiera puede justificar la violencia. Segundo, el crecimiento continuo de agresiones digitales diseñadas para amedrentar y anular los derechos políticos de las mujeres. Y tercero, el debilitamiento del diálogo democrático, porque estos ataques terminan socavando el reconocimiento y el disfrute de los derechos de las mujeres.
Y ni hablar de las que reciben ataques privados a diario. Johanna Obando, independiente, comenta que recibe insultos y amenazas constantes, incluso extendiéndose a su familia. Kattia Cambronero, también independiente, lamenta el aumento del 145% en la violencia contra las mujeres, sumado a los 32 femicidios ocurridos este año. Todo esto, mientras el Presidente sigue atacando a mujeres líderes en política. Qué vara tan pesada, muchachos.