Ay, Dios mío, pura polémica parece ser ahora en Costa Rica. Resulta que el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) le dio candela a Francisco Gamboa, el exministro de Economía y actual secretario general del PPSD, mandándole abrir un proceso contencioso-electoral. Todo esto por una denuncia que le metió el diputado liberacionista Francisco Nicolás Alvarado allá por junio, acusándolo de meterse en cosas políticas mientras todavía era funcionario del Banco Nacional. ¡Qué torta!
Para ponerle el dedo en el renglón, Gamboa andaba chambeando como director de Relaciones Institucionales del BNCR desde 2020. Sí, ahí trabajando tranqui, hasta que en mayo del año pasado pidió un permiso sin goce de salario para meterse al gabinete presidencial con Don Rodri Chaves. Pero ojo, aunque pidiera el permiso, su contrato con el banco seguía vivo. Un brete el asunto, vamos.
Y luego, boom, el primero de junio lo eligieron como secretario general del PPSD. ¡Ahí se encendieron todas las alarmas! Porque, díganlo ustedes, seguía figurando en planilla del BNCR. Las criticas llovieron a mares y la prensa, pues ahí, haciendo su trabajo. Ante tanta presión, Gamboa tuvo que renunciar al puesto en el banco estatal el cuatro de junio. Se tuvo que ir corriendo, la verdad.
Ahora, para entender bien la jugada, hay una norma clara en el sistema bancario nacional. El artículo 29 de la ley orgánica dice textualmente que los funcionarios de alto rango no pueden meterse en actividades político-electorales. La idea es mantener las instituciones financieras públicas neutrales, pa’ que no haya ningún tipo de influencia indebida. ¡Obvio! Que nadie piense que el banco va a financiar campañas políticas.
De hecho, el mismo Banco Nacional ya estaba pensando en mandar el caso al TSE para ver si efectivamente Gamboa se había salido del camino. Estaban evalúndo si había ido más allá de lo permitido. Imaginen el embarre que podía haber sido si eso hubiera llegado a mayores. Pa' qué queriendo meterse en problemas, ¿verdad?
Pero eso no es todo, porque ahora Gamboa también tendrá que rendir cuentas ante la Comisión de Ingreso y Gasto Público de la Asamblea Legislativa. Ahí los diputados le van a preguntar todos los pasillos sobre cómo manejó la situación. Vaya, que este mae no va a tener un respiro fácil. Tendrá que explicar cada detalle, cada paso que dio.
Esta maraña de situaciones ha reavivado la discusión sobre la ética en la función pública y los límites entre la militancia política y el servicio al Estado. Muchos se preguntan si realmente se está protegiendo la imparcialidad de las instituciones o si simplemente se trata de una caza de brujas política. Es que estos temas siempre terminan generando mucho debate y opiniones encontradas. Este caso, en particular, viene con bastante morbo, la verdad.
En fin, esta historia pinta para estarla siguiendo de cerca. Parece que el panorama político se pone cada vez más movido y complejo. Ahora me pregunto, ¿creen que Gamboa podrá salir airoso de esta situación o este escándalo marcará el fin de su carrera política? ¿Ustedes qué opinan, compas? Dejen sus comentarios abajo y a ver qué sale de esto.
Para ponerle el dedo en el renglón, Gamboa andaba chambeando como director de Relaciones Institucionales del BNCR desde 2020. Sí, ahí trabajando tranqui, hasta que en mayo del año pasado pidió un permiso sin goce de salario para meterse al gabinete presidencial con Don Rodri Chaves. Pero ojo, aunque pidiera el permiso, su contrato con el banco seguía vivo. Un brete el asunto, vamos.
Y luego, boom, el primero de junio lo eligieron como secretario general del PPSD. ¡Ahí se encendieron todas las alarmas! Porque, díganlo ustedes, seguía figurando en planilla del BNCR. Las criticas llovieron a mares y la prensa, pues ahí, haciendo su trabajo. Ante tanta presión, Gamboa tuvo que renunciar al puesto en el banco estatal el cuatro de junio. Se tuvo que ir corriendo, la verdad.
Ahora, para entender bien la jugada, hay una norma clara en el sistema bancario nacional. El artículo 29 de la ley orgánica dice textualmente que los funcionarios de alto rango no pueden meterse en actividades político-electorales. La idea es mantener las instituciones financieras públicas neutrales, pa’ que no haya ningún tipo de influencia indebida. ¡Obvio! Que nadie piense que el banco va a financiar campañas políticas.
De hecho, el mismo Banco Nacional ya estaba pensando en mandar el caso al TSE para ver si efectivamente Gamboa se había salido del camino. Estaban evalúndo si había ido más allá de lo permitido. Imaginen el embarre que podía haber sido si eso hubiera llegado a mayores. Pa' qué queriendo meterse en problemas, ¿verdad?
Pero eso no es todo, porque ahora Gamboa también tendrá que rendir cuentas ante la Comisión de Ingreso y Gasto Público de la Asamblea Legislativa. Ahí los diputados le van a preguntar todos los pasillos sobre cómo manejó la situación. Vaya, que este mae no va a tener un respiro fácil. Tendrá que explicar cada detalle, cada paso que dio.
Esta maraña de situaciones ha reavivado la discusión sobre la ética en la función pública y los límites entre la militancia política y el servicio al Estado. Muchos se preguntan si realmente se está protegiendo la imparcialidad de las instituciones o si simplemente se trata de una caza de brujas política. Es que estos temas siempre terminan generando mucho debate y opiniones encontradas. Este caso, en particular, viene con bastante morbo, la verdad.
En fin, esta historia pinta para estarla siguiendo de cerca. Parece que el panorama político se pone cada vez más movido y complejo. Ahora me pregunto, ¿creen que Gamboa podrá salir airoso de esta situación o este escándalo marcará el fin de su carrera política? ¿Ustedes qué opinan, compas? Dejen sus comentarios abajo y a ver qué sale de esto.