Ay, Dios mío, qué bronca la que vivió don Bernal Calderón, un buenazo de Mercedes Sur. El pobre hombre, que siempre anda pedaleando tranquilo, terminó siendo perseguido por un tipo enfurecido y su can peludo, todo por un simple reclamo por un reductor de velocidad. Parece novela, ¿verdad?
Según nos cuenta Bernal, mientras se preparaba para ir a una charlota en su bici, un carro pasó raspándole la espalda. “Le dije al conductor: ‘Señor, no vio el reductor que hay aquí’,” nos contó entre lágrimas. Lo que siguió fue un verdadero papelón digno de una telenovela nacional. En lugar de pedirle disculpas, el conductor se bajó, hecho humo de la rabia, y traía consigo a un pastor alemán que parecía listo para atacar.
Bernal relata que el sujeto empezó a hacer señas al perro, instigándolo para que lo mordiera. Imagínate el susto, chunche. El mae estaba paralizado, sin poder hacer nada. Afortunadamente, pudo meterse a la casa y agarrar su bastón, pues tiene una pierna enyesada y no precisamente anda para brincar. Dice que si no hubiera sido por el bastón y la rapidez, el tipo lo habría atropellado seguro. “Fue Dios quien me salvó,” exclamó conmovido.
Pero la cosa no acabó ahí. El agresor, aparentemente, quiso rematar con una cruceta que sacó del carro, pero al ver que un vecino estaba mirando, se echó para atrás. ¡Qué alivio para Bernal! El impacto de la persecución dejó la bicicleta hecha trizas y el portón torcido, un daño colateral de este suceso tan particular. Un verdadero brochazo para el mae.
Por supuesto, el otro lado de la moneda también tiene su historia. El joven de 28 años, identificado de forma anónima, asegura que el problema inició con unos insultos durante el incidente en el reductor. Dice que se devolvió porque el mae estaba vociferando y no había necesidad de llegar a esos términos. “En ningún momento quise agredir al señor, ni con el vehículo, ni con el perro,” insistió.
Este caso nos recuerda la importancia de mantener la calma al volante y evitar confrontaciones innecesarias. Pura calentura puede llevar a situaciones así, que podrían haber terminado mucho peor. Además, plantea la pregunta de hasta dónde llega la responsabilidad del dueño de un animal en controlar sus acciones y asegurar la seguridad de los demás. No vaya a ser que terminemos todos corriendo peligro por culpa de perros malcriados y conductores imprudentes, diay.
Las autoridades ya están investigando el incidente, y veremos qué sanción le caen al conductor por poner en riesgo la integridad física de don Bernal. Esperamos que sirva de ejemplo para otros conductores que piensen en tomarse la justicia por mano propia y, sobre todo, para los dueños de mascotas que deben ser responsables con sus animales. Este brete nos demuestra que la convivencia vial requiere respeto mutuo y mucha prudencia, chavales.
¿Ustedes qué opinan, compadres? ¿Creen que el conductor merece una pena más dura por poner en riesgo la vida de alguien, o debería prevalecer la idea de que fue una reacción impulsiva producto de un altercado menor? ¡Déjennos sus comentarios!
Según nos cuenta Bernal, mientras se preparaba para ir a una charlota en su bici, un carro pasó raspándole la espalda. “Le dije al conductor: ‘Señor, no vio el reductor que hay aquí’,” nos contó entre lágrimas. Lo que siguió fue un verdadero papelón digno de una telenovela nacional. En lugar de pedirle disculpas, el conductor se bajó, hecho humo de la rabia, y traía consigo a un pastor alemán que parecía listo para atacar.
Bernal relata que el sujeto empezó a hacer señas al perro, instigándolo para que lo mordiera. Imagínate el susto, chunche. El mae estaba paralizado, sin poder hacer nada. Afortunadamente, pudo meterse a la casa y agarrar su bastón, pues tiene una pierna enyesada y no precisamente anda para brincar. Dice que si no hubiera sido por el bastón y la rapidez, el tipo lo habría atropellado seguro. “Fue Dios quien me salvó,” exclamó conmovido.
Pero la cosa no acabó ahí. El agresor, aparentemente, quiso rematar con una cruceta que sacó del carro, pero al ver que un vecino estaba mirando, se echó para atrás. ¡Qué alivio para Bernal! El impacto de la persecución dejó la bicicleta hecha trizas y el portón torcido, un daño colateral de este suceso tan particular. Un verdadero brochazo para el mae.
Por supuesto, el otro lado de la moneda también tiene su historia. El joven de 28 años, identificado de forma anónima, asegura que el problema inició con unos insultos durante el incidente en el reductor. Dice que se devolvió porque el mae estaba vociferando y no había necesidad de llegar a esos términos. “En ningún momento quise agredir al señor, ni con el vehículo, ni con el perro,” insistió.
Este caso nos recuerda la importancia de mantener la calma al volante y evitar confrontaciones innecesarias. Pura calentura puede llevar a situaciones así, que podrían haber terminado mucho peor. Además, plantea la pregunta de hasta dónde llega la responsabilidad del dueño de un animal en controlar sus acciones y asegurar la seguridad de los demás. No vaya a ser que terminemos todos corriendo peligro por culpa de perros malcriados y conductores imprudentes, diay.
Las autoridades ya están investigando el incidente, y veremos qué sanción le caen al conductor por poner en riesgo la integridad física de don Bernal. Esperamos que sirva de ejemplo para otros conductores que piensen en tomarse la justicia por mano propia y, sobre todo, para los dueños de mascotas que deben ser responsables con sus animales. Este brete nos demuestra que la convivencia vial requiere respeto mutuo y mucha prudencia, chavales.
¿Ustedes qué opinan, compadres? ¿Creen que el conductor merece una pena más dura por poner en riesgo la vida de alguien, o debería prevalecer la idea de que fue una reacción impulsiva producto de un altercado menor? ¡Déjennos sus comentarios!