¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez con las promesas preelectorales, pero esta sí que pica. Álvaro Ramos, el verdiblanco, anda tirando la bola de la pensión básica universal para los adultos mayores, y aunque suena lindo, uno no puede evitar preguntarse si esto va a ser como todas esas veces que nos han vendido humo. El mae se ha pasado la gira por la zona norte prometiendo darle “dignidad” a nuestros abuelos, pero ¿realmente le dará?
La realidad es dura, chunches. Tenemos un montón de personitas mayores batallando pa' llegar a fin de mes, comiéndose frijoles con arroz todos los días y viviendo con miedo a perder su techo. Ramos dice que se dio cuenta “de dónde le chima el zapato a la gente” durante sus giras. Eso es bueno, significa que escucharon algo de lo que les decíamos a los políticos, porque la situación es grave. Según sus cálculos, hay entre 300 mil y 400 mil compatriotas sin cobertura de salud, y eso es solo la punta del iceberg.
La propuesta es sencilla en teoría: garantizar un ingreso mínimo para toda persona adulta mayor, sin importar si cotizó o no al CCSS. Ramos lo presenta como un acto de solidaridad intergeneracional, construir un sistema más justo e inclusivo. Suena bonito, diay, pero la letra chica siempre está ahí escondida. ¿De dónde van a sacar la plata, mae? Porque la hacienda pública ya está más flaca que galgo en diciembre. Ya estamos viendo cómo los presupuestos se estiran hasta lo imposible, y añadir una pensión universal encima… ¡Qué carga!
Por supuesto, el PLN argumenta que pueden optimizar gastos, combatir la evasión fiscal y buscar nuevas fuentes de ingresos. Pero, sinceramente, pocos creen en esos discursos bonitos ahora que estamos cerca de las elecciones. Ya hemos visto tantas veces que las promesas se evaporan tan rápido como el rocío en pleno sol. Además, la oposición, obviamente, ya está sacando cuentas y diciendo que la propuesta es inviable y que nos va a llevar directo al caótico brete económico.
Y claro, no podemos olvidar la comparación con la protección universal que ya tenemos para la niñez. Ramos señala justamente eso: si protegemos a los niños, ¿por qué no hacerlo también con aquellos que ya dieron todo por este país? Tiene razón en el fondo, pero implementar algo así es mucho más complejo de lo que parece. Hay que considerar el impacto en el mercado laboral, la sostenibilidad financiera a largo plazo, y un sinfín de factores que podrían poner en riesgo todo el sistema.
Este tema nos recuerda también la necesidad urgente de reformar nuestro sistema de seguridad social. Está obsoleto, desigual y vulnerable a crisis económicas. Necesitamos un cambio profundo, una reingeniería completa que garantice la estabilidad y la equidad para todos los ciudadanos, jóvenes y viejos. Dejarlo todo como está, seguir parcheando con medidas paliativas, solo agrava el problema y posterga la solución definitiva. ¡Qué despiche!
No quiero decir que la propuesta de Ramos sea mala per se. Quizás tenga potencial, pero requiere de un análisis exhaustivo, un debate transparente y una planificación estratégica sólida. No podemos permitirnos que esta iniciativa termine siendo otro fiasco electoral, dejando a nuestros adultos mayores en la incertidumbre y con las manos vacías. Lo que necesitamos son soluciones reales, medibles y sostenibles en el tiempo, no promesas huecas que se desvanecen con el viento.
Entonces, vamos a abrir el debate, mi gente. ¿Creen que la propuesta de Ramos es factible y realmente beneficiará a los adultos mayores, o es simplemente un truco político para ganar votos? ¿Qué otras medidas deberían tomarse para mejorar el sistema de seguridad social y garantizar una jubilación digna para todos los costarricenses? ¡Den su opinión en los comentarios!
La realidad es dura, chunches. Tenemos un montón de personitas mayores batallando pa' llegar a fin de mes, comiéndose frijoles con arroz todos los días y viviendo con miedo a perder su techo. Ramos dice que se dio cuenta “de dónde le chima el zapato a la gente” durante sus giras. Eso es bueno, significa que escucharon algo de lo que les decíamos a los políticos, porque la situación es grave. Según sus cálculos, hay entre 300 mil y 400 mil compatriotas sin cobertura de salud, y eso es solo la punta del iceberg.
La propuesta es sencilla en teoría: garantizar un ingreso mínimo para toda persona adulta mayor, sin importar si cotizó o no al CCSS. Ramos lo presenta como un acto de solidaridad intergeneracional, construir un sistema más justo e inclusivo. Suena bonito, diay, pero la letra chica siempre está ahí escondida. ¿De dónde van a sacar la plata, mae? Porque la hacienda pública ya está más flaca que galgo en diciembre. Ya estamos viendo cómo los presupuestos se estiran hasta lo imposible, y añadir una pensión universal encima… ¡Qué carga!
Por supuesto, el PLN argumenta que pueden optimizar gastos, combatir la evasión fiscal y buscar nuevas fuentes de ingresos. Pero, sinceramente, pocos creen en esos discursos bonitos ahora que estamos cerca de las elecciones. Ya hemos visto tantas veces que las promesas se evaporan tan rápido como el rocío en pleno sol. Además, la oposición, obviamente, ya está sacando cuentas y diciendo que la propuesta es inviable y que nos va a llevar directo al caótico brete económico.
Y claro, no podemos olvidar la comparación con la protección universal que ya tenemos para la niñez. Ramos señala justamente eso: si protegemos a los niños, ¿por qué no hacerlo también con aquellos que ya dieron todo por este país? Tiene razón en el fondo, pero implementar algo así es mucho más complejo de lo que parece. Hay que considerar el impacto en el mercado laboral, la sostenibilidad financiera a largo plazo, y un sinfín de factores que podrían poner en riesgo todo el sistema.
Este tema nos recuerda también la necesidad urgente de reformar nuestro sistema de seguridad social. Está obsoleto, desigual y vulnerable a crisis económicas. Necesitamos un cambio profundo, una reingeniería completa que garantice la estabilidad y la equidad para todos los ciudadanos, jóvenes y viejos. Dejarlo todo como está, seguir parcheando con medidas paliativas, solo agrava el problema y posterga la solución definitiva. ¡Qué despiche!
No quiero decir que la propuesta de Ramos sea mala per se. Quizás tenga potencial, pero requiere de un análisis exhaustivo, un debate transparente y una planificación estratégica sólida. No podemos permitirnos que esta iniciativa termine siendo otro fiasco electoral, dejando a nuestros adultos mayores en la incertidumbre y con las manos vacías. Lo que necesitamos son soluciones reales, medibles y sostenibles en el tiempo, no promesas huecas que se desvanecen con el viento.
Entonces, vamos a abrir el debate, mi gente. ¿Creen que la propuesta de Ramos es factible y realmente beneficiará a los adultos mayores, o es simplemente un truco político para ganar votos? ¿Qué otras medidas deberían tomarse para mejorar el sistema de seguridad social y garantizar una jubilación digna para todos los costarricenses? ¡Den su opinión en los comentarios!