¡Ay, dios mío, qué bronca! Aquí en Costa Rica siempre nos sorprende la naturaleza, pero a veces nos da unos sustos tremendos. Esta vez, el Parque Nacional Isla del Coco, nuestro tesoro oceánico, ha sido escenario de un rescate heroico digno de película. Un guardaparques, Maynor, sufrió una caída de casi 40 metros y ahora todos estamos pendientes de cómo sale adelante.
La movida pasó la mañana del martes, cuando un grupo de guardaparques y colaboradores estaban haciendo su trabajo de monitoreo allá en la zona lejana de la estación de Bahía Wafer. De repente, ¡pum!, resbaló Maynor y se fue directo al vacío. Imaginen la preocupación de los demás, quedándose ahí sin poder hacer mucho al instante.
Y ahí empieza lo complicado, mi clave. Por la distancia y porque no había señal de celular, uno de los compañeros tuvo que caminar como dos o tres horas para avisar por radio lo que había pasado. ¡Imagínese el esfuerzo! Activaron todo el protocolo, llamando a todas las instituciones que pudieran ayudar en este brete tan chungo.
El rescate, como era de esperarse, se ha convertido en toda una odisea. La Isla del Coco, que es Patrimonio de la Humanidad, es preciosa, sí, pero también complicada geográficamente. Gina Cuza, la directora del parque, nos explicaba que la extracción ha sido lentísima, culpa del clima loco y del terreno empinado. Agradezcámonos que no se fue al traste, porque cualquier cosa podía haber pasado.
El equipo de bomberos paramédicos 16 ha estado trabajando incansablemente, pero las condiciones son extremas. Se necesita mucha paciencia y cuidado para sacar a Maynor de allí. Lo están moviendo despacito, poco a poco, con mucho mimo, porque el barro y los guindos hacen que sea peligroso. Varios equipos han estado releveándose para mantener la guardia alta y asegurar que todo salga bien.
Lo más triste es que no pudieron mandar un helicóptero. La isla es demasiado agreste, no tienen autonomía los aparatos y, aunque pidieron ayuda a la Embajada de Estados Unidos, tampoco se pudo lograr. Así que, tendrán que llevarlo por mar, una vez que lo tengan más establecito. Esperemos que los guardacostas hagan un buen trabajo llevándolo al hospital de trauma del INS en Puntarenas.
Y hablando de lo importante, Cuza resaltó la presencia de mujeres en este operativo. Demostrando que ellas también pueden estar a la altura en estas situaciones difíciles. Ese es el espíritu, ¿no creen? Que todos, hombres y mujeres, demos lo máximo por cuidar nuestro patrimonio natural y proteger a nuestros compañeros.
Ahora, la gran pregunta queda abierta en el foro: ¿Cómo podemos mejorar la seguridad de los guardaparques que trabajan en zonas remotas como la Isla del Coco, considerando los riesgos inherentes a su labor? ¿Sería posible invertir en tecnología de comunicación más avanzada o implementar protocolos de seguridad más estrictos?
La movida pasó la mañana del martes, cuando un grupo de guardaparques y colaboradores estaban haciendo su trabajo de monitoreo allá en la zona lejana de la estación de Bahía Wafer. De repente, ¡pum!, resbaló Maynor y se fue directo al vacío. Imaginen la preocupación de los demás, quedándose ahí sin poder hacer mucho al instante.
Y ahí empieza lo complicado, mi clave. Por la distancia y porque no había señal de celular, uno de los compañeros tuvo que caminar como dos o tres horas para avisar por radio lo que había pasado. ¡Imagínese el esfuerzo! Activaron todo el protocolo, llamando a todas las instituciones que pudieran ayudar en este brete tan chungo.
El rescate, como era de esperarse, se ha convertido en toda una odisea. La Isla del Coco, que es Patrimonio de la Humanidad, es preciosa, sí, pero también complicada geográficamente. Gina Cuza, la directora del parque, nos explicaba que la extracción ha sido lentísima, culpa del clima loco y del terreno empinado. Agradezcámonos que no se fue al traste, porque cualquier cosa podía haber pasado.
El equipo de bomberos paramédicos 16 ha estado trabajando incansablemente, pero las condiciones son extremas. Se necesita mucha paciencia y cuidado para sacar a Maynor de allí. Lo están moviendo despacito, poco a poco, con mucho mimo, porque el barro y los guindos hacen que sea peligroso. Varios equipos han estado releveándose para mantener la guardia alta y asegurar que todo salga bien.
Lo más triste es que no pudieron mandar un helicóptero. La isla es demasiado agreste, no tienen autonomía los aparatos y, aunque pidieron ayuda a la Embajada de Estados Unidos, tampoco se pudo lograr. Así que, tendrán que llevarlo por mar, una vez que lo tengan más establecito. Esperemos que los guardacostas hagan un buen trabajo llevándolo al hospital de trauma del INS en Puntarenas.
Y hablando de lo importante, Cuza resaltó la presencia de mujeres en este operativo. Demostrando que ellas también pueden estar a la altura en estas situaciones difíciles. Ese es el espíritu, ¿no creen? Que todos, hombres y mujeres, demos lo máximo por cuidar nuestro patrimonio natural y proteger a nuestros compañeros.
Ahora, la gran pregunta queda abierta en el foro: ¿Cómo podemos mejorar la seguridad de los guardaparques que trabajan en zonas remotas como la Isla del Coco, considerando los riesgos inherentes a su labor? ¿Sería posible invertir en tecnología de comunicación más avanzada o implementar protocolos de seguridad más estrictos?