¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez con las campañas políticas y sus promesas descabelladas. Pero esta vez, don Ariel Robles, el candidato del Frente Amplio, sacó la artillería pesada: visitar 250.000 hogares. ¡Un cuarto de millón! ¿Se cree que somos pueblo fácil de convencer o qué?
La idea, según el propio Robles, es una especie de vuelta a las raíces, una campaña “cara a cara” donde la gente pueda expresar sus inquietudes y él, supuestamente, escuchar. Lo presentaron con un nuevo spot que está circulando como agua en gallina, mostrando a una nieta enseñándole videos de Robles a su abuela. Un truco barato, pero efectivo si quieres llegar a los más mayorcitos que aún andan desconectados de la tecnología.
Ahora, no me malentiendan, la idea de acercarse a la gente no es mala. Estamos hartos de políticos que se esconden en oficinas lujosas y salen solo en televisión. Pero, ¿250.000 casas? ¿En serio creen que eso es factible? Me da la impresión de que esto va a terminar siendo una torta monumental, con equipos cansados, voluntarios quemados y promesas rotas como siempre.
La campaña lleva por nombre “La Costa Rica que Merecemos”. Diay, con esos lemas grandilocuentes... Como si fuera tan sencillo arreglar este país. Robles insiste en que la democracia y la paz están en juego. Ya, ya, todos decimos eso cuando estamos pidiendo el voto. La verdad es que lo que está en juego es quién se queda con el control del erario nacional durante los próximos cuatro años, y ahí sí que hay pelea.
Pero miremoslo desde otro ángulo, muchachos. Imaginen la logística detrás de esto: 250.000 visitas implica coordinar miles de personas, vehículos, materiales… ¡Una operación militar! Y encima, ¿quién garantiza que esas visitas sean genuinas? ¿Que no van a convertir las casas en escenarios prefabricados para fotos y videos propagandísticos? Esto huele raro, señores. Huele a campaña planeada hasta el más mínimo detalle, sin dejar espacio para la espontaneidad ni la verdadera conversación.
Y hablando de espontaneidad, Laura Fernández, la otra candidata, anda dando vueltas con sus misas de campaña. Una controversia tras otra. Algunos dicen que es un guiño a los religiosos, otros que busca capitalizar el fervor popular. Robles, por supuesto, aprovechó para criticarla, diciendo que ella está apelando a la manipulación. ¡Pero pará!, que tú también estás usando un spot con abuelitas y nietecitas para sacar provecho, ¡chúpate esa!
Mientras tanto, la CNE está elevando alertas naranjas por la onda tropical número 35. Parece que entre elecciones, tormentas y crisis económicas, este país no nos da respiro. Y los padres, preocupadísimos por la suspensión de clases. ¡Qué vida! Uno no sabe si reírse o llorar. De todo hay en el mundo, diay.
En fin, la cosa pinta interesante. Robles se ha comprometido a recorrer el país de punta a punta, tocando puertas y escuchando a la gente. Pero, ¿será realmente capaz de cumplir su promesa? ¿O terminaremos lamentándonos por haber confiado en otro político que prometió la luna y entregó solo polvo de estrellas? ¿Creen que una campaña basada en visitas caseras puede realmente cambiar el rumbo del país, o es solo una estrategia más para ganar votos a cualquier costo?
La idea, según el propio Robles, es una especie de vuelta a las raíces, una campaña “cara a cara” donde la gente pueda expresar sus inquietudes y él, supuestamente, escuchar. Lo presentaron con un nuevo spot que está circulando como agua en gallina, mostrando a una nieta enseñándole videos de Robles a su abuela. Un truco barato, pero efectivo si quieres llegar a los más mayorcitos que aún andan desconectados de la tecnología.
Ahora, no me malentiendan, la idea de acercarse a la gente no es mala. Estamos hartos de políticos que se esconden en oficinas lujosas y salen solo en televisión. Pero, ¿250.000 casas? ¿En serio creen que eso es factible? Me da la impresión de que esto va a terminar siendo una torta monumental, con equipos cansados, voluntarios quemados y promesas rotas como siempre.
La campaña lleva por nombre “La Costa Rica que Merecemos”. Diay, con esos lemas grandilocuentes... Como si fuera tan sencillo arreglar este país. Robles insiste en que la democracia y la paz están en juego. Ya, ya, todos decimos eso cuando estamos pidiendo el voto. La verdad es que lo que está en juego es quién se queda con el control del erario nacional durante los próximos cuatro años, y ahí sí que hay pelea.
Pero miremoslo desde otro ángulo, muchachos. Imaginen la logística detrás de esto: 250.000 visitas implica coordinar miles de personas, vehículos, materiales… ¡Una operación militar! Y encima, ¿quién garantiza que esas visitas sean genuinas? ¿Que no van a convertir las casas en escenarios prefabricados para fotos y videos propagandísticos? Esto huele raro, señores. Huele a campaña planeada hasta el más mínimo detalle, sin dejar espacio para la espontaneidad ni la verdadera conversación.
Y hablando de espontaneidad, Laura Fernández, la otra candidata, anda dando vueltas con sus misas de campaña. Una controversia tras otra. Algunos dicen que es un guiño a los religiosos, otros que busca capitalizar el fervor popular. Robles, por supuesto, aprovechó para criticarla, diciendo que ella está apelando a la manipulación. ¡Pero pará!, que tú también estás usando un spot con abuelitas y nietecitas para sacar provecho, ¡chúpate esa!
Mientras tanto, la CNE está elevando alertas naranjas por la onda tropical número 35. Parece que entre elecciones, tormentas y crisis económicas, este país no nos da respiro. Y los padres, preocupadísimos por la suspensión de clases. ¡Qué vida! Uno no sabe si reírse o llorar. De todo hay en el mundo, diay.
En fin, la cosa pinta interesante. Robles se ha comprometido a recorrer el país de punta a punta, tocando puertas y escuchando a la gente. Pero, ¿será realmente capaz de cumplir su promesa? ¿O terminaremos lamentándonos por haber confiado en otro político que prometió la luna y entregó solo polvo de estrellas? ¿Creen que una campaña basada en visitas caseras puede realmente cambiar el rumbo del país, o es solo una estrategia más para ganar votos a cualquier costo?