¡Ay, Dios mío! Esto del aeropuerto Tobias Bolaños se ha puesto de pelos. Parece sacado de una película, pero es la realidad para muchos pilotos y empresas que dependen del aire acá en Costa Rica. La cosa pinta fea, porque las denuncias contra la Dirección General de Aviación Civil (DGAC) están volando más alto que un Cessna.
Resulta que la Asociación de Operadores y Propositarios de Aeronaves (AOPA) está furiosa, porque dicen que los controles de seguridad ahora son un verdadero despache. No es que estén en contra de la seguridad, ¡ni loco!, pero sí de cómo la están aplicando. Según ellos, las requisas son al azar, te registran como si fueras el mismísimo Pablo Escobar y encima, cambian las reglas a diestra y siniestra, generando un caos tremendo.
Javier Guardia, piloto privado y directivo de la AOPA, soltó la bomba: “Nos requisan como si fuésemos narcotraficantes, nos tratan muy mal.” Imagínate, mae, llegar al aeropuerto con la expectativa de volar y terminar sintiéndote como un sospechoso. Dice que las colas llegan a tener 300 metros, causando demoras enormes y afectando la economía de muchas personas. ¡Qué despiche!
Y no es broma. Resulta que los revisores están inventando normas sobre la marcha. Un día puedes llevar un tenedor, al siguiente te lo prohíben. Incluso, le revisaron hasta el celular y el reloj, dice Guardia. La gente está estresada, perdiendo tiempo y dinero. Las empresas están afectadas, los vuelos se retrasan... ¡Un brete pa’ todos!
Lo más grave es que algunos pilotos afirman haber sufrido acoso por parte de la policía aeroportuaria. Dicen que les hacen pasar horas detenidos, los amenazan con multas y todo porque quieren despegar en un horario permitido. ¡Imagínate el estrés! Eso puede llevar a cometer errores, y ahí sí que sería una tragedia. Que no le caiga mal a nadie, pero un piloto concentrado es fundamental para la seguridad de todos.
La AOPA ha intentado dialogar con la DGAC, pedirle que ponga orden en el asunto y respete el reglamento existente, pero parece que sus súplicas caen en oídos sordos. Están hartos, dicen, de que les hagan cosas sin ningún tipo de lógica ni justificación técnica. Han solicitado, insistentemente, transparencia y una explicación clara sobre los motivos de estos cambios drásticos.
Esta situación no solo afecta a los pilotos y a las empresas aéreas, sino a toda Costa Rica. El transporte aéreo es vital para nuestro turismo, para conectar regiones remotas y para impulsar el crecimiento económico. Si seguimos por este camino, vamos a echarlo todo a perder. Y eso, mis amigos, es una pérdida enorme para todos nosotros. Además, poner en riesgo la seguridad aérea es jugar con fuego y eso, ¡qué torta!
La DGAC aún no ha dado la cara para explicar qué está pasando y cuáles son los criterios detrás de estas medidas tan extremas. Al final, queda la gran pregunta: ¿Estamos sacrificando la eficiencia y la economía por una falsa sensación de seguridad? ¿Ustedes, como usuarios del aeropuerto Tobías Bolaños, han experimentado situaciones similares? ¿Creen que las autoridades deberían reconsiderar estas políticas o creen que es necesaria una mayor vigilancia?
Resulta que la Asociación de Operadores y Propositarios de Aeronaves (AOPA) está furiosa, porque dicen que los controles de seguridad ahora son un verdadero despache. No es que estén en contra de la seguridad, ¡ni loco!, pero sí de cómo la están aplicando. Según ellos, las requisas son al azar, te registran como si fueras el mismísimo Pablo Escobar y encima, cambian las reglas a diestra y siniestra, generando un caos tremendo.
Javier Guardia, piloto privado y directivo de la AOPA, soltó la bomba: “Nos requisan como si fuésemos narcotraficantes, nos tratan muy mal.” Imagínate, mae, llegar al aeropuerto con la expectativa de volar y terminar sintiéndote como un sospechoso. Dice que las colas llegan a tener 300 metros, causando demoras enormes y afectando la economía de muchas personas. ¡Qué despiche!
Y no es broma. Resulta que los revisores están inventando normas sobre la marcha. Un día puedes llevar un tenedor, al siguiente te lo prohíben. Incluso, le revisaron hasta el celular y el reloj, dice Guardia. La gente está estresada, perdiendo tiempo y dinero. Las empresas están afectadas, los vuelos se retrasan... ¡Un brete pa’ todos!
Lo más grave es que algunos pilotos afirman haber sufrido acoso por parte de la policía aeroportuaria. Dicen que les hacen pasar horas detenidos, los amenazan con multas y todo porque quieren despegar en un horario permitido. ¡Imagínate el estrés! Eso puede llevar a cometer errores, y ahí sí que sería una tragedia. Que no le caiga mal a nadie, pero un piloto concentrado es fundamental para la seguridad de todos.
La AOPA ha intentado dialogar con la DGAC, pedirle que ponga orden en el asunto y respete el reglamento existente, pero parece que sus súplicas caen en oídos sordos. Están hartos, dicen, de que les hagan cosas sin ningún tipo de lógica ni justificación técnica. Han solicitado, insistentemente, transparencia y una explicación clara sobre los motivos de estos cambios drásticos.
Esta situación no solo afecta a los pilotos y a las empresas aéreas, sino a toda Costa Rica. El transporte aéreo es vital para nuestro turismo, para conectar regiones remotas y para impulsar el crecimiento económico. Si seguimos por este camino, vamos a echarlo todo a perder. Y eso, mis amigos, es una pérdida enorme para todos nosotros. Además, poner en riesgo la seguridad aérea es jugar con fuego y eso, ¡qué torta!
La DGAC aún no ha dado la cara para explicar qué está pasando y cuáles son los criterios detrás de estas medidas tan extremas. Al final, queda la gran pregunta: ¿Estamos sacrificando la eficiencia y la economía por una falsa sensación de seguridad? ¿Ustedes, como usuarios del aeropuerto Tobías Bolaños, han experimentado situaciones similares? ¿Creen que las autoridades deberían reconsiderar estas políticas o creen que es necesaria una mayor vigilancia?