¡Ay, comale! Aquí les va la jugada. La Universidad Nacional (UNA), esos chinos siempre defendiendo los derechos del estudiante, salió a decir que van a echarle ganas pa’ que el FEE Sigan distribuyéndolo justo. Ya saben, el Fondo Especial para la Educación Superior, un brete pa' todas las universidades públicas del país. Dicen que le han metido empeño pa’ que no se les vaya el avión y que ahora andan exhortando al Conare – esos rectores con sus reuniones interminables – a poner orden en cómo se reparten estos billetes.
La cosa es que, si nos ponemos a ver, la UNA lleva unos años cediendo terreno en la distribución del FEES. Entre 2024 y 2026 bajaron su participación del 21.52% al 20.83%, mientras que otras universidades, como la UAD, el TEC y la UNT, ¡se llevaron la tajada más grande! Parece que el juego cambió, y la UNA anda buscando recuperar lo que consideran suyo, pues dicen que llevan tiempo siendo solidarios con la redistribución de estos fondos.
Pero ojo, que la UNA no está parada. Han estado apretándose el cinturón, haciendo ajustes donde pueden. Contuvieron gastos, redujeron plazas, subieron la carga académica de los profes y hasta liquidaron algunos alquileres que estaban comiéndose 800 millones de colones al año. ¡Un buen agarrón! Gracias a eso, lograron bajar la proporción del gasto en personal sobre el FEES de un 87.85% en 2020 a un 76.58% en 2026. Eso sí es maña, compa!
Ahora bien, el Consejo Universitario quiere asegurar que, pa’ el año 2027, les den al menos el mismo porcentaje que tienen ahora, 20.83%. No quieren que se les siga restando espacio, porque dicen que necesitan mantener la calidad de sus programas y seguir ofreciendo educación accesible a todos. Quieren que el Conare defina unos criterios claros y transparentes, basados en las verdaderas necesidades de cada universidad, la eficiencia con la que usan la plata y si cumplen con sus objetivos.
Y hablando de accesibilidad, la UNA siempre ha sido conocida por su modelo de admisión enfocado en la equidad. Le dan prioridad a los estudiantes de hogares pobres y a los que vienen de afuera de la Gran Área Metropolitana. En 2025, más del 80% de los nuevos estudiantes eran de colegios públicos, casi la mitad eran mujeres, el 35% entraron a carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y un 58% recibieron alguna beca socioeconómica, ¡hasta el 78% en algunas sedes regionales! Una maravilla pa’ los muchachos que no tienen tanto.
Pa’ darle más fuerza a este compromiso social, la UNA ha ido aumentando el presupuesto destinado a becas y ayudas estudiantiles. Pasaron de 10.654 millones de colones en 2021 a 12.008 millones en 2026. Eso significa que cada vez hay más oportunidades pa’ los jóvenes de Costa Rica puedan acceder a la educación superior, independientemente de su condición económica. ¡Bien ahí, UNA!
La verdad es que toda esta movida plantea preguntas interesantes sobre el futuro de la financiación de la educación pública en Costa Rica. ¿Es sostenible el modelo actual del FEES? ¿Cómo podemos asegurarnos de que los recursos se distribuyan de manera justa y eficiente entre todas las universidades estatales? ¿Y qué papel juegan los factores políticos en estas decisiones?
Ahora, díganme, mis panas: ¿cree usted que la UNA logrará recuperar el terreno perdido en la distribución del FEES, o esto es solo otra promesa rota? ¿Deberían cambiar los criterios de asignación del fondo, o son suficientes los actuales? ¿Se debería aumentar la inversión en educación pública para garantizar la equidad y la calidad? ¡Déjeme saber su opinión en el foro!
La cosa es que, si nos ponemos a ver, la UNA lleva unos años cediendo terreno en la distribución del FEES. Entre 2024 y 2026 bajaron su participación del 21.52% al 20.83%, mientras que otras universidades, como la UAD, el TEC y la UNT, ¡se llevaron la tajada más grande! Parece que el juego cambió, y la UNA anda buscando recuperar lo que consideran suyo, pues dicen que llevan tiempo siendo solidarios con la redistribución de estos fondos.
Pero ojo, que la UNA no está parada. Han estado apretándose el cinturón, haciendo ajustes donde pueden. Contuvieron gastos, redujeron plazas, subieron la carga académica de los profes y hasta liquidaron algunos alquileres que estaban comiéndose 800 millones de colones al año. ¡Un buen agarrón! Gracias a eso, lograron bajar la proporción del gasto en personal sobre el FEES de un 87.85% en 2020 a un 76.58% en 2026. Eso sí es maña, compa!
Ahora bien, el Consejo Universitario quiere asegurar que, pa’ el año 2027, les den al menos el mismo porcentaje que tienen ahora, 20.83%. No quieren que se les siga restando espacio, porque dicen que necesitan mantener la calidad de sus programas y seguir ofreciendo educación accesible a todos. Quieren que el Conare defina unos criterios claros y transparentes, basados en las verdaderas necesidades de cada universidad, la eficiencia con la que usan la plata y si cumplen con sus objetivos.
Y hablando de accesibilidad, la UNA siempre ha sido conocida por su modelo de admisión enfocado en la equidad. Le dan prioridad a los estudiantes de hogares pobres y a los que vienen de afuera de la Gran Área Metropolitana. En 2025, más del 80% de los nuevos estudiantes eran de colegios públicos, casi la mitad eran mujeres, el 35% entraron a carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y un 58% recibieron alguna beca socioeconómica, ¡hasta el 78% en algunas sedes regionales! Una maravilla pa’ los muchachos que no tienen tanto.
Pa’ darle más fuerza a este compromiso social, la UNA ha ido aumentando el presupuesto destinado a becas y ayudas estudiantiles. Pasaron de 10.654 millones de colones en 2021 a 12.008 millones en 2026. Eso significa que cada vez hay más oportunidades pa’ los jóvenes de Costa Rica puedan acceder a la educación superior, independientemente de su condición económica. ¡Bien ahí, UNA!
La verdad es que toda esta movida plantea preguntas interesantes sobre el futuro de la financiación de la educación pública en Costa Rica. ¿Es sostenible el modelo actual del FEES? ¿Cómo podemos asegurarnos de que los recursos se distribuyan de manera justa y eficiente entre todas las universidades estatales? ¿Y qué papel juegan los factores políticos en estas decisiones?
Ahora, díganme, mis panas: ¿cree usted que la UNA logrará recuperar el terreno perdido en la distribución del FEES, o esto es solo otra promesa rota? ¿Deberían cambiar los criterios de asignación del fondo, o son suficientes los actuales? ¿Se debería aumentar la inversión en educación pública para garantizar la equidad y la calidad? ¡Déjeme saber su opinión en el foro!
