No veo la gran indignación por algo perfectamente obvio. Se hace necesario pagar bien a los jueces para mitigar (no por supuesto erradicar) la corrupción en el Poder Judicial. Y hasta ahora, el sistema legal costarricense, si bien no estelar, es bastante independiente y seguro, comparado con lo que sucede en la región.
Nuestro orden político no será perfecto. Pero nada lo és. Y está fundamentado en un axioma básico sobre la naturaleza humana: cuando el poder se concentra en una persona o grupo, el orden se vuelve tiránico e intolerable. Por eso existe la división de poderes, los pesos y contrapesos entre ellos, y mecanismos para evitar que pocas personas logren abrogarse poderes que no les corresponde o actuar en forma arbitraria.
Como decían los padres fundadores de los EEUU, si todos fuéramos ángeles, el Estado no sería necesario. Pero no es así: caas vemos. Corazones no sabemos. Cualquier persona es capaz de ser comprada o corrompida. Es simplemente una cuestión del cuál es el precio.
Eso por supuesto no implica que todo esté perdido. Sino más bien, que debemos tener cuidado en oir cantos de sirena demagógicos que prometen alcanzar el cielo fácilmente. O que denostan el sistema actual, pero que promueven uno donde al final el resultado puede ser peor.
Y para eso, Venezuela es el ejemplo más claro.