¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez con historias que nos hacen preguntarnos qué está pasando con nuestros servicios básicos. Resulta que en Oreamuno, Cartago, la gente amaneció con el agua sabiendo a... bueno, digamos que no era la típica agua cristalina de manantial. La bronca comenzó el miércoles por la mañana en San Rafael, cuando la gente empezó a notar cosas raras en el agua del acueducto municipal. Un olorcillo peculiar y un sabor que nadie pidió en su café mañanero.
Como era de esperarse, se suspendió el servicio en varios sectores de la comunidad porque, díganlo claro, no estábamos seguros si podíamos lavarnos los dientes con eso. La municipalidad tuvo que activar el plan de emergencia: carbón activado, limpieza general de las tuberías y, para que nadie se quede sediento, empezaron a repartir agua con cisternas. Imagínate, tener que depender del camión cisterna para sobrevivir… ¡Qué despiche!
Aunque parece que lograron solucionar la emergencia de forma rápida –el servicio volvió a funcionar durante la noche– todavía hay más revisión por delante. Este jueves siguen estudiando el agua y haciendo recorridos con las cisternas para asegurar que todos tengan agua potable. No vaya a ser que esto vuelva a pasar, que ya nos tienen acostumbrados a estas sorpresas desagradables.
Y aquí viene la jugada maestra: la Municipalidad de Oreamuno echándole la culpa a sus vecinos de Cartago. En un comunicado publicado en redes sociales, dijeron que todo fue producto de una “intervención” realizada por la Municipalidad de Cartago en la naciente de Lankester. ¡Parece novela de teleseries!
Pero Cartago no se quedó callado, por supuesto. Su alcalde, Mario Redondo, salió a defenderse diciendo que la responsabilidad recae en una empresa subcontratada para dar mantenimiento a la naciente. Según él, la tal empresa tuvo un problemita con una hidrolavadora, lo que provocó este “inconveniente” que afectó a ambos cantones. ¡Un verdadero relajo!
El alcalde de Cartago, aunque defensivo, sí reconoció que están apoyando a Oreamuno con cisternas y análisis de potabilidad del agua. Además, le dedicó unas palabras cariñosas a la comunidad oreamuna, llamándolos “municipalidad hermana y compañera”. Así es, señores, hasta en medio de la crisis hay tiempo para demostrar buena onda. Aunque, honestamente, creo que lo importante ahora es resolver la vara y dejar de echarle la culpa a los demás.
Lo que más preocupa es que este tipo de incidentes ponen en evidencia la fragilidad de nuestros sistemas de abastecimiento de agua. Es evidente que necesitamos invertir más en infraestructura y en controles de calidad. No podemos seguir dependiendo de empresas subcontratadas que, aparentemente, no cumplen con los estándares necesarios. Además, ¿quién vigila a estas empresas? ¿Alguien realmente hace un seguimiento de su trabajo?
En fin, la situación ha sido complicada, pero parece que se está manejando con relativa calma. Ahora bien, yendo al grano: ¿cree usted que las autoridades deberían implementar medidas más estrictas para evitar que estos incidentes se repitan? ¿Deberían revisarse los contratos con las empresas encargadas del mantenimiento de nuestras fuentes de agua? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios! Seguro que tenemos mucho que discutir sobre este brete.
Como era de esperarse, se suspendió el servicio en varios sectores de la comunidad porque, díganlo claro, no estábamos seguros si podíamos lavarnos los dientes con eso. La municipalidad tuvo que activar el plan de emergencia: carbón activado, limpieza general de las tuberías y, para que nadie se quede sediento, empezaron a repartir agua con cisternas. Imagínate, tener que depender del camión cisterna para sobrevivir… ¡Qué despiche!
Aunque parece que lograron solucionar la emergencia de forma rápida –el servicio volvió a funcionar durante la noche– todavía hay más revisión por delante. Este jueves siguen estudiando el agua y haciendo recorridos con las cisternas para asegurar que todos tengan agua potable. No vaya a ser que esto vuelva a pasar, que ya nos tienen acostumbrados a estas sorpresas desagradables.
Y aquí viene la jugada maestra: la Municipalidad de Oreamuno echándole la culpa a sus vecinos de Cartago. En un comunicado publicado en redes sociales, dijeron que todo fue producto de una “intervención” realizada por la Municipalidad de Cartago en la naciente de Lankester. ¡Parece novela de teleseries!
Pero Cartago no se quedó callado, por supuesto. Su alcalde, Mario Redondo, salió a defenderse diciendo que la responsabilidad recae en una empresa subcontratada para dar mantenimiento a la naciente. Según él, la tal empresa tuvo un problemita con una hidrolavadora, lo que provocó este “inconveniente” que afectó a ambos cantones. ¡Un verdadero relajo!
El alcalde de Cartago, aunque defensivo, sí reconoció que están apoyando a Oreamuno con cisternas y análisis de potabilidad del agua. Además, le dedicó unas palabras cariñosas a la comunidad oreamuna, llamándolos “municipalidad hermana y compañera”. Así es, señores, hasta en medio de la crisis hay tiempo para demostrar buena onda. Aunque, honestamente, creo que lo importante ahora es resolver la vara y dejar de echarle la culpa a los demás.
Lo que más preocupa es que este tipo de incidentes ponen en evidencia la fragilidad de nuestros sistemas de abastecimiento de agua. Es evidente que necesitamos invertir más en infraestructura y en controles de calidad. No podemos seguir dependiendo de empresas subcontratadas que, aparentemente, no cumplen con los estándares necesarios. Además, ¿quién vigila a estas empresas? ¿Alguien realmente hace un seguimiento de su trabajo?
En fin, la situación ha sido complicada, pero parece que se está manejando con relativa calma. Ahora bien, yendo al grano: ¿cree usted que las autoridades deberían implementar medidas más estrictas para evitar que estos incidentes se repitan? ¿Deberían revisarse los contratos con las empresas encargadas del mantenimiento de nuestras fuentes de agua? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios! Seguro que tenemos mucho que discutir sobre este brete.